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El cazador de almas perdidas – Creepypasta 228: Cuentos de Hombres Lobos

“Elixir y Compañía”.

Tatiana tomó otro sorbo del elixir, sintiendo el calor extendiéndose por su cuerpo. Cada 40 minutos, el recordatorio de su compromiso la acompañaba, pero la incomodidad empezaba a acumularse. No era doloroso, pero sí molesto, un obstáculo constante que la obligaba a mantenerse alerta.

Suspiró mientras salía de la base junto a Drex, su mirada atenta a cada minuto que pasaba. —”Es más molesto de lo que esperaba,” —confesó con una sonrisa cansada.

Drex se inclinó un poco hacia ella, sonriendo con esa complicidad que siempre tenían. —”Bueno, hay maneras de hacerlo más interesante,” —bromeó mientras susurraba al oído de Tatiana.

Ella levantó una ceja, divertida. —”¿Ah, sí? Y dime, ¿cómo piensas hacerlo? Porque no voy a dejar que un intervalo de 40 minutos arruine nuestra noche.”

Drex se rió, y el tono de su voz se volvió juguetón. —”Podemos hacerlo un reto. Cada vez que tomes un sorbo, es mi turno de hacer algo para que lo olvides.”

Tatiana soltó una risa suave, entrelazando sus dedos con los de él. —”¿Un reto, eh? Bueno, veamos si eres capaz de mantener el ritmo… ya sabes que no me gusta perder.”

Mientras caminaban por el pasillo de salida de la base, su conversación se tornó más juguetona, entre risas y miradas cómplices. Hablaban como una pareja que compartía la estabilidad y confianza de los años, pero que no había perdido la chispa. Drex hacía sugerencias pícaras, y Tatiana se reía, lanzándole pequeños desafíos sobre cómo manejarían la noche mientras ella seguía tomando el elixir.

—”Tal vez podríamos buscar un lugar discreto,” —sugirió Drex—, “donde cada vez que tomes un sorbo, me toque a mí hacerte olvidar por qué estás bebiendo.”

Tatiana le dio un leve empujón, riendo. —”Oh, Drex, ya estás planeando cómo romper las reglas. Pero me gusta esa idea.”

La conversación se desarrolló de forma ligera y erótica, ambos en un tono relajado y divertido, demostrando la conexión madura y sólida que tenían. Tatiana sabía que la noche sería un desafío, pero con Drex a su lado, parecía un juego que ambos estaban dispuestos a disfrutar.

Al salir de la base, se detuvieron, esperando a María. Sabían que, con Fabián en el Vaticano, María podría sentirse sola. Tatiana miró el reloj y verificó que aún tenía algunos minutos antes de su próximo sorbo.

—”¿Crees que quiera compañía?” —preguntó Drex, mirando la puerta por donde María saldría.

Tatiana asintió, con una expresión de preocupación sutil. —”Probablemente. Fabián no está, y sin él… debe sentirse un poco perdida.” Luego sonrió, apretando la mano de Drex. —”La esperaremos y nos aseguraremos de que se sienta bien. Al fin y al cabo, somos una familia.”

Drex le devolvió la sonrisa, y ambos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la calma antes de la noche que les esperaba.

María salió de la base con la mirada baja, sus pasos lentos y su expresión cargada de tristeza. No esperaba encontrar a nadie esperándola; solo deseaba escapar de la sensación de vacío que la acompañaba desde que Fabián se había marchado al Vaticano. Sin embargo, al levantar la vista, se encontró con Tatiana y Drex, que la esperaban con una sonrisa cálida.

Por un momento, la sorpresa y la alegría se reflejaron en su rostro, y se apresuró a acercarse a ellos. Tatiana la abrazó con suavidad, y María sintió un calor reconfortante en ese gesto. Pero, aunque se sintió feliz de verlos, en el fondo, el peso de lo que había hecho bajo la influencia de Asha seguía atormentándola. Cada día que pasaba bajo su control, las cosas que hacía se volvían más oscuras, y esa carga era cada vez más difícil de ignorar.

—”Gracias por esperar,” —dijo María, intentando sonreír.

Drex le dio una palmadita en el hombro, sonriendo con amabilidad. —”Siempre estaremos aquí para ti.”

Tatiana, percibiendo la tristeza en los ojos de María, la miró con preocupación. —”¿Cómo estás, María?”

María bajó la mirada, sintiendo cómo la lucha interna se intensificaba. —”Estoy bien,” —murmuró, pero luego suspiró y dejó que sus verdaderos sentimientos salieran a la luz—. “En realidad, no. Cuanto más tiempo paso bajo la influencia de Asha… más cosas horribles hago. Ya ni siquiera sé quién soy cuando estoy bajo su control.”

Tatiana la tomó de la mano, sus ojos llenos de empatía. —”María, sabes que no estás sola. Y lo que haces bajo su voluntad no define quién eres realmente.”

María asintió, pero sus ojos brillaban con lágrimas contenidas. —”Es solo que… todo esto me ha hecho darme cuenta de lo que realmente quiero.” Se detuvo un momento, reuniendo el valor para decir lo que tenía en mente. —”Yo también quiero ser inmortal, Tatiana. Quiero tener la oportunidad de vivir mi amor eterno con Fabián, sin importar el precio.”

Tatiana la miró con una mezcla de comprensión y preocupación. —”¿Estás segura de que es lo que deseas, María? La inmortalidad no es solo tiempo eterno; es aceptar que todo lo que hacemos, todo lo que somos, se extiende para siempre.”

María asintió, y una pequeña sonrisa se formó en sus labios, aunque sus ojos seguían reflejando una tristeza profunda. —”Estoy segura. Porque si puedo vivir para siempre con Fabián, todo lo demás vale la pena. Quiero estar con él, sin importar cuánto tenga que sacrificar para lograrlo.”

Tatiana apretó la mano de María, ofreciéndole apoyo. —”Haremos todo lo que esté en nuestras manos para ayudarte a conseguirlo. Pero prométeme que siempre serás fiel a tu corazón, pase lo que pase.”

María sonrió débilmente, sintiéndose un poco más ligera al saber que no estaba sola en su deseo. —”Lo prometo.”

Drex se acercó, colocando una mano en el hombro de María. —”Entonces, estamos juntos en esto. Y pase lo que pase, encontraremos la manera de que tú y Fabián tengan la eternidad que desean.”

María, por un momento, se sintió en paz, sabiendo que, sin importar cuán oscura fuera su situación, tenía aliados que la apoyarían en su lucha por un futuro junto a su amado.

Mientras María, Tatiana y Drex conversaban animadamente en la salida de la sede de la Purga, un fuerte alboroto resonó desde el patio. Tatiana se giró al instante, su instinto de líder activándose, mientras que Drex y María la seguían, inquietos por lo que pudiera estar sucediendo.

Al llegar al patio, encontraron a Olfuma rodeada por dos vampiros de Oricalco, quienes parecían tener cuentas pendientes. La tensión en el aire era palpable, y la hostilidad de los vampiros crecía con cada segundo.

—”Siempre es un placer ajustar cuentas,” —murmuró uno de ellos, acercándose a Olfuma con una mirada amenazadora.

Antes de que la situación se tornara violenta, Drex decidió intervenir. Sabía que era esencial evitar un conflicto mayor que pudiera dañar a su propia gente. Sin dudarlo, se transformó en su forma de licántropo, su cuerpo creciendo y fortaleciéndose. La fusión con el poder del tótem lo convirtió en una criatura imponente, 50 veces más fuerte y ágil que un licántropo normal.

Drex rugió con fuerza, un sonido que resonó en todo el patio, imponiendo su presencia y dejando claro que no había lugar para más peleas. Su figura se proyectó en el entorno, creando una atmósfera de poder que hizo que los vampiros se detuvieran, sintiendo el peso de su autoridad.

La reacción fue inmediata. Los vampiros, conscientes de que estaban superados, retrocedieron lentamente, el miedo evidente en sus ojos. La tensión en el patio comenzó a disiparse, y la calma regresó al grupo.

Diana y Tyranus, que habían estado patrullando cerca, se unieron a la escena, observando cómo Drex controlaba la situación con su poderosa presencia. Olfuma, todavía asombrada, miró a Diana.

—”¿Es él parte de la manada?” —preguntó, con un toque de admiración en su voz.

Tatiana, sintiendo la energía de Drex, se unió a su lado. La conexión entre ellos era evidente, como si su sincronía con el tótem resonara no solo en su poder, sino también en su vínculo emocional. Drex y Tatiana eran más que compañeros; eran un equipo unido por un propósito común.

Con los vampiros retirándose y la tensión disipada, el grupo se reunió, sabiendo que estaban listos para enfrentar cualquier desafío que pudiera surgir en el futuro. La fuerza de su unión, su manada, era inquebrantable.

Mientras tanto, Julián, Fabián y Andrés se dirigían rumbo al Vaticano, el peso de la misión que llevaban a cabo se sentía en el aire. Cien vampiros convertidos estaban a punto de abrazar el cristianismo bajo el Ministerio de Laura, pero para Andrés, esto se convirtió en otra tortura. Cada noche, antes de cerrar los ojos, los ecos de su lucha interna lo atormentaban: la imagen de Drex devorando su corazón, una y otra vez, como un ciclo interminable de dolor.

—”¿Cómo encuentras la fuerza para seguir?” —preguntó Andrés, su voz temblorosa por la angustia que lo consumía. A su lado, Fabián caminaba con paso firme, irradiando una confianza que parecía inquebrantable.

Fabián, sintiendo la carga de su compañero, respondió con una cita bíblica: —”La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Miró a Andrés, sus ojos llenos de compasión. —”No estás solo en esto. Dios está contigo, y a través de Él, encontraremos nuestro camino.”

—”¿Pero a qué precio?” —replicó Andrés, su voz apenas un susurro. —”No sabía que la oscuridad sería tan abrumadora. Estoy atrapado en este ciclo de pesadillas. ¿Cómo se supone que debo luchar contra eso?”

Julián, que había estado en silencio hasta ahora, intervino. —”La batalla más dura que enfrentamos es la que se libra en nuestro interior. Te enfrentas a la tentación de la desesperación, pero recuerda lo que dice Filipenses 4:13: ‘Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.’ Encuentra tu ancla, Andrés. Necesitas algo por lo que luchar.”

Fabián asintió, comprendiendo la importancia de esas palabras. —”Tienes que descubrir lo que te mantendrá firme en este mar de caos. La única forma de sobrevivir en la oscuridad es tener una razón, algo que te conecte a la luz. Sin eso, te perderás.”

Andrés sintió que su corazón se encogía ante la verdad de esas palabras. —”¿Y si no puedo encontrar esa ancla? ¿Qué pasa si me pierdo en la oscuridad?”

—”Entonces, recuerda que incluso en los momentos más oscuros, la luz de Dios siempre brilla,” —dijo Fabián con fervor. —”El amor divino es la clave para atravesar las sombras. A medida que abrimos nuestro corazón, somos capaces de encontrar la fortaleza que necesitamos.”

Mientras continuaban su camino, la conversación giró en torno a la fe y la lucha que les esperaba. Fabián compartió citas de las Sagradas Escrituras, su voz resonando con convicción y certeza, infundiendo a sus compañeros el ánimo necesario para seguir adelante. Julián, con su propia sabiduría, añadió sus pensamientos, creando un ambiente de reflexión y fortaleza.

Andrés sintió que, a pesar de la oscuridad que lo rodeaba, había una luz al final del túnel. Con el apoyo de Fabián y Julián, comenzó a vislumbrar la posibilidad de encontrar su ancla, la fe que lo ayudaría a resistir la tormenta.

La cruzada que llevaban a cabo no solo era contra los vampiros, sino también contra las sombras que acechaban en su interior. Con cada paso que daban, Andrés se sentía un poco más fuerte, un poco más decidido a enfrentar lo que vendría, convencido de que su fe sería su arma más poderosa en la batalla que estaba por llegar.

Mientras Julián avanzaba hacia el Vaticano, el peso de la responsabilidad se hacía más evidente. Sabía que el Ministerio de Vampiros Convertidos estaba bajo el cuidado de su hija, Laura, y que pronto tendrían que reunirse. Sin embargo, antes de llegar, decidió que era el momento adecuado para llamarla.

Sacó su teléfono, sintiendo la conexión emocional que siempre había tenido con ella. Marcó su número y esperó, su mente llena de pensamientos sobre lo que estaba por venir.

—”Hola, papá,” —respondió Laura, su voz alegre resonando al otro lado de la línea.

—”Hola, Laura,” —dijo Julián, intentando mantener la calma. —”¿Cómo va todo en el ministerio?”

—”Todo bien, hemos tenido algunas complicaciones con los recientes convertidos, pero nada que no podamos manejar. Estoy organizando el evento de mañana. Estoy emocionada por verlo todo en acción,” —contestó ella, su voz llena de energía.

—”Eso es bueno de escuchar,” —respondió Julián, sintiendo un ligero alivio. —”Quiero que sepas que estoy en camino. Fabián y Andrés están conmigo.”

—”¿Fabián? ¿Y Andrés? Eso es interesante. Supongo que están ahí para dar apoyo,” —dijo Laura, con un tono que denotaba curiosidad.

—”Sí, es parte de nuestro trabajo. La misión es importante, y no solo para nosotros. Esto podría cambiar las cosas en el Vaticano,” —explicó Julián, sintiendo la carga de su papel.

—”Espero que todo salga bien, papá. Quiero que todos estemos a salvo,” —dijo Laura, su preocupación evidente.

Julián sintió un nudo en el estómago al escuchar la preocupación de su hija. —”Lo haremos, Laura. Recuerda que tienes el poder de influir en esto. Eres una gran líder y tienes el apoyo de todos.”

—”Gracias, papá. Eso significa mucho,” —respondió ella, una sonrisa palpable en su voz.

—”Voy en camino. Te veré pronto,” —dijo Julián antes de colgar.

Mientras guardaba el teléfono, sintió una mezcla de esperanza y temor. Sabía que la misión que tenían por delante era peligrosa, pero también sabía que, con Laura al mando, había un rayo de esperanza en medio de la oscuridad.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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