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El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 215. Cuentos de Hombres Lobos

Sombras Compartidas.

Tres días después de la última misión, la sede de la Purga estaba llena de una extraña calma, pero no de alivio. Todos estaban conscientes de que las verdaderas amenazas aún se cernían sobre ellos. Durante estos días, algo notable había ocurrido: Olfuma, la obra maestra de Asha, comenzaba a mostrar signos de una recuperación inesperada, casi milagrosa. La oscuridad que alguna vez la envolvió parecía desvanecerse. Ahora era cálida, atenta y genuinamente amable, como si intentara encontrar su lugar en medio de la confusión que antes fue su vida.

La conexión con Julián era palpable. Él, con la palabra de Dios, había logrado llenar algunos de esos vacíos en su mente. Para Olfuma, Julián era una figura de serenidad y consuelo, un refugio que le daba algo a lo que aferrarse mientras el caos en su mente comenzaba a disiparse. Aunque Julián no conocía todos los horrores que Olfuma había enfrentado, sabía que su misión era ofrecerle la paz que sólo su fe podía proporcionar.

Al mismo tiempo, Vambertoken, Asha, María (bajo la voluntad de Asha), y Tatiana estaban en su matutina clase de magia arcana. Cada día, Asha empujaba los límites de la mente de Tatiana, desarrollando su conocimiento y control sobre los oscuros y antiguos secretos de la magia. Pero, mientras ellos se sumergían en los oscuros arcanos, Drex se reunió con sus viejos compañeros de combate: Diana y Tiranus.

El trío se sentó en uno de los patios del cuartel, con el sol de la mañana apenas colándose entre las sombras. Diana y Tiranus, dos de los guerreros más formidables que habían llegado desde Colombia, venían buscando más combate, más sangre, pero lo que habían encontrado en la Purga era algo mucho más oscuro y profundo. La presencia de Asha y la naturaleza retorcida de su poder les había mostrado una faceta del mal que ni siquiera ellos, en su experiencia como cazadores, habían enfrentado.

—”Esto es distinto,” —dijo Diana mientras miraba las cicatrices en sus manos—. “He cazado vampiros, he matado licántropos devorados, pero nunca había sentido algo tan… indescriptible como lo que hacen aquí.”

Tiranus asintió en silencio, cruzando los brazos. Su poder de telequinesis era fuerte, pero incluso él había sentido la oscuridad de Asha al llegar. —”Vinimos por la acción, pero la diplomacia de Ramírez nos dejó fuera. Ahora entiendo por qué nos envió aquí… Nos enfrentamos a algo más allá de lo que podemos controlar.”

Drex, que los había observado en silencio, sabía muy bien de lo que hablaban. Él mismo había sido víctima del retorcido poder de Asha durante su proceso con el collar de las cinco capas y el Tótem. Aunque ahora controlaba esa inmensa fuerza, el costo había sido alto, tanto para él como para Tatiana.

—”Sobrevivir a Asha no es fácil,” —dijo Drex con un tono sombrío—. “Pero uno se acostumbra… o al menos, lo intenta. Nadie sale ileso de su influencia.”

—”¿Cómo lo llevas, Drex?” —preguntó Diana, mirando a su viejo amigo con genuina curiosidad—. “Estás en sincronía con la bestia ahora, ¿verdad? Pero… ¿te cuesta des transformarte, cierto?”

Drex se frotó la frente, recordando las veces en las que Tatiana tuvo que decirle que aún estaba en su forma bestial cuando él pensaba que ya era humano. —”Sí… es complicado. Estoy tan en sintonía con la bestia que a veces olvido que estoy transformado. Tatiana tiene que recordármelo. He intentado controlarlo, pero… no es fácil.”

Diana asintió comprensiva. Para ella, la transformación era un proceso natural, y lo hacía tres veces al día si lo deseaba, sin perder el control. —”Es como tener un ancla dentro de ti,” —dijo—. “Yo me apoyo en mi humanidad para regresar. No es solo un instinto; es un recordatorio constante de quién eres debajo de todo ese poder. Pero para ti, Drex, es diferente. Tu poder está completamente integrado, lo que hace que sea más fácil perderte.”

Drex suspiró, asintiendo. —”Eso es lo que más me preocupa. La bestia y yo somos uno ahora, pero esa unión me consume a veces.”

—”No eres el único que lo siente,” —intervino Tiranus, su voz calmada, pero firme. “Nosotros también hemos vivido con la bestia dentro. Pero… tener alguien que te ancle, como Tatiana para ti, es lo que te mantiene humano. Yo he tenido a Diana, siempre ha sido así para nosotros. Nos anclamos el uno al otro.”

Diana sonrió. —”Exacto. Somos un equipo. Y ahora, Drex, también lo eres. Si Tatiana puede mantenerte, no tienes de qué preocuparte.”

El alivio que Drex sintió al escuchar esas palabras fue innegable. Durante mucho tiempo había sentido que su sincronía con la bestia era un peso solitario, algo que nadie más podría comprender. Pero ahora, con Diana y Tiranus, sentía que no estaba solo en esa lucha interna. Ellos entendían lo que significaba estar tan cerca de la bestia.

El sol comenzaba a alzarse más alto, y la conversación entre los tres continuó, compartiendo historias de batallas, hablando de la bestia interior y de las cicatrices que les había dejado.

Mientras tanto, en la sala de clases arcanas, Asha sonreía con satisfacción mientras observaba el progreso de Tatiana. Vambertoken, sentado en la penumbra, escuchaba en silencio. Sabía que los días de calma eran pocos, y que la próxima tormenta estaba por llegar. Pero por ahora, la Purga seguía adelante, con nuevas alianzas, nuevos guerreros, y una oscura obra maestra llamada Olfuma, lista para ser utilizada.

La conversación entre Drex, Diana y Tiranus avanzaba lentamente. Compartían historias sobre batallas, risas apagadas y, ocasionalmente, algún comentario sarcástico. Diana y Tiranus, aunque rudos, estaban cómodos entre ellos y con Drex, quien siempre había sido un buen compañero en el campo de batalla. Sin embargo, cuando vieron acercarse a Julián con Olfuma, la atmósfera cambió de inmediato.

Diana y Tiranus se tensaron al instante. Sabían quién era Julián. Habían oído historias sobre él y lo respetaban como guerrero, pero también sabían que era un hombre de fe, un cazador de oscuridad que seguía a Dios, un concepto con el que ambos nunca habían estado cómodos. Julián no había participado en el Torneo de la Purga, pero había escuchado de las hazañas de Diana y Tiranus. Sabía que no lo veían como uno de los suyos.

Al acercarse, Julián notó la tensión en sus miradas, y aunque mantenía su porte firme, por dentro estaba alerta. Sabía que cualquier error podría causar problemas.

—”Julián,” —dijo Drex, rompiendo el silencio—, “¿qué te trae por aquí con Olfuma?”

Julián respiró hondo antes de responder. Sabía que estaba caminando sobre terreno peligroso. —”He notado que algunos de los vampiros de la Purga… no se sienten cómodos con Olfuma. Lo entiendo. Pero ella está mejorando, y creo que lo mejor para ella sería estar rodeada de aquellos que no la juzgan por lo que fue. Drex, pensé que aquí, entre los licántropos, tal vez… ella podría encontrar algo de paz.”

Diana soltó una risa sarcástica. —”¿Paz? ¿Aquí, con nosotros? No sé si sabes con quién estás hablando, pero paz no es lo que hacemos.”

Tiranus, siempre más directo y frío, dio un paso adelante, sus ojos fijos en Julián. —”No somos un refugio para almas perdidas. Y no confío en ella… ni en ti. Esto no es tu iglesia.”

Julián tragó saliva. Sabía que no podía forzar la situación. —”No espero que confíen en mí,” —dijo finalmente—. “Solo sé que Olfuma está tratando de encontrar un nuevo lugar, un propósito, y no quiero que todo lo que ha logrado hasta ahora se pierda.”

Drex, viendo la tensión en el aire, intervino. —”Diana, Tiranus… Julián solo está pidiendo una oportunidad para ella. Sabemos lo que es luchar con nuestras sombras interiores. Olfuma no es Fabiola, y merece una oportunidad de demostrarlo.”

Diana y Tiranus intercambiaron miradas. Sabían que Drex tenía razón, pero no era fácil dejar atrás la desconfianza, especialmente hacia alguien que había sido moldeado por Asha. Sin embargo, sabían que en la Purga no se podía avanzar sin aliados.

—”Si tú lo dices, Drex,” —dijo Diana con resignación—, “entonces está bien. Pero ten claro,” —miró a Julián de nuevo—, “que esto no significa que confiemos en ella. O en ti. No la vamos a vigilar por ti. Hazte responsable.”

Tiranus simplemente asintió, sabiendo que su lealtad a Drex siempre sería más fuerte que su desconfianza hacia Julián.

Julián, aliviado, inclinó la cabeza. —”Gracias,” —dijo con gratitud—. “Solo pido una oportunidad.”

Drex se giró hacia Olfuma, quien observaba todo en silencio, sin miedo, pero con cierta incertidumbre. El terror irracional que una vez había sentido por Drex ya no estaba. No había rastro de Fabiola en ella, solo una mujer tratando de encontrar su lugar en este nuevo mundo.

—”Vas a estar bien aquí, Olfuma,” —le dijo Drex con suavidad—. “Pero tendrás que trabajar por ello.”

Olfuma asintió, con una pequeña sonrisa de agradecimiento. Se acercó tímidamente a Diana, buscando algún tipo de conexión. Para su sorpresa, Diana no la apartó.

—”No es fácil que alguien confíe en nosotros,” —dijo Diana, mirándola de reojo—, “pero si vas a estar aquí, demuestra que vales algo.”

Por primera vez, Olfuma sintió que quizás estaba encontrando un lugar, algo parecido a una manada. Aunque no era fácil, ni seguro, sabía que con Drex, Julián, y tal vez incluso con Diana y Tiranus, había esperanza de empezar de nuevo.

Drex miró a Julián y asintió. Sabía que su amigo estaba aliviado, y aunque el camino no sería fácil, Olfuma había dado el primer paso hacia su propia redención.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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