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El cazador de almas perdidas – Creepypasta 208. Cuentos de Hombres Lobos

La Mañana Después.

María despertó temprano, aún abrazada a Fabián, con los ecos de la noche pasada resonando en su mente. La poción de la lujuria que Asha le había regalado había cumplido su propósito, intensificando la conexión física entre ellos. Pero cuando abrió los ojos y vio a Olfuma observándola desde la distancia, no pudo evitar sentir una punzada de culpa. No podía dejar de pensar en lo que había hecho. Lo que ella y Asha habían creado con Fabiola, transformándola en esa sombra de lo que alguna vez fue, en Olfuma.

Sentía que su alma estaba enredada en una red de remordimiento, aunque bajo la voluntad de Asha siempre parecía poder desviar esos pensamientos. Ahora, siendo María libre, los recuerdos le pesaban como una losa.

Fabián se giró hacia ella, su fe tan inquebrantable como siempre. Había notado la inquietud en María y decidió que era el momento de hablar. María, aunque libre ahora, no podía dejar de recordar lo que había hecho mientras estaba bajo la voluntad de Asha.

—”Fabián, no puedo dejar de pensar en ella…” —dijo en voz baja, sin apartar la vista de la ventana. Las palabras le costaban, como si confesar sus pecados fuera revivirlos.

Fabián, con la voz calmada y llena de esa nueva fe renovada, puso su mano sobre la de ella. No era momento de caricias ni de besos. Era momento de la palabra, de la paz que él encontraba en Dios.

—”María,” —dijo suavemente—, “el Señor no busca condenarte, sino liberarte. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Nadie, ni siquiera tú, está fuera de Su gracia. Todo lo que hiciste bajo la voluntad de Asha no define lo que eres como hija de Dios. Él ve tu corazón, no tus errores.”

María lo miró, sus ojos brillando con lágrimas. No estaba segura de si alguna vez podría perdonarse.

—”Pero, Fabián, fui yo quien le sugirió borrar su identidad. Fui yo quien eligió lo que ella recuerda y lo que no. Olfuma… ella no es más que una creación deformada de mis manos y las de Asha. ¿Cómo puedo vivir con eso?”

Fabián sostuvo su mirada, sintiendo su dolor. Su amor por María iba más allá de lo físico, era un amor lleno de comprensión y paciencia.

—”El Señor nos enseña que no somos jueces de nuestras propias almas, María. Dios es amor, y el amor cubre multitud de pecados. No puedes condenarte por algo que hiciste bajo la influencia de la oscuridad. No puedes dejar que esa oscuridad invada tu ser ahora que eres libre. Olfuma… es parte de lo que ha sucedido, pero tú puedes tomar decisiones diferentes ahora. Siempre puedes buscar redención.”

María suspiró, sintiendo cómo las palabras de Fabián comenzaban a calmar la tormenta en su interior. Sabía que encontrar la paz no sería fácil, pero en la fe de Fabián encontró un faro en la oscuridad.

En otra parte de Cochabamba, Tatiana y Drex se encontraban juntos, sus cuerpos entrelazados tras una noche de intimidad, pero ahora en una calma distinta. Habían pasado por muchas etapas, desde la pasión inicial desbordada hasta una relación más estable. El vínculo entre ellos se había fortalecido, y en este momento, desnudos y cómodos, no se trataba solo de lujuria, sino de una conexión más profunda.

Tatiana apoyó su cabeza en el pecho de Drex, mientras él acariciaba suavemente su espalda. Sabía que tenía que hablar sobre algo que la había estado inquietando.

—”Drex,” —comenzó en voz baja—, “hay algo que tenemos que discutir. Es sobre Olfuma.”

Drex frunció el ceño, notando el tono serio en la voz de Tatiana.

—”¿Qué pasa con Olfuma?”

Tatiana levantó la cabeza y lo miró directamente a los ojos.

—”Le tiene un miedo atroz a ti, Drex. Cada vez que estás cerca, su terror es palpable. No sé cómo va a funcionar en el equipo si no podemos resolver eso. Es como si… verte la desmoronara por dentro. Y no sé si es solo por lo que le hicieron, o si es porque, en algún nivel, recuerda algo.”

Drex suspiró, mirando al techo.

—”Lo he notado,” —admitió—. “No sé cómo hacer que deje de temerme. No la conozco, no sé quién era realmente antes de… de lo que hicieron con ella. Pero no puedo culparla. Soy lo que soy, Tatiana. Y después de lo que pasó con Fabiola, es normal que esté asustada.”

Tatiana se mordió el labio inferior, reflexionando.

—”Tal vez podamos hablar con ella, intentar que entienda que no le harás daño mientras esté bajo mi mando. Pero sé que no será fácil. Asha la ha retorcido de una manera que no podemos comprender por completo.”

Drex asintió, consciente de lo complicado que era el asunto. Pero había algo más que quería decir.

—”Tatiana, no importa lo que suceda con Olfuma. Estoy aquí contigo, para lo que sea. Sé que esto te preocupa, y quiero que sepas que lo resolveremos juntos.”

Tatiana sonrió ligeramente, acariciando su rostro.

—”Gracias, Drex. Pero sé que debemos actuar pronto. No podemos dejar que este miedo se intensifique. Tenemos que enfrentarlo antes de que se convierta en un problema mayor.”

Drex asintió de nuevo, sabiendo que Tatiana tenía razón. La relación entre ellos había crecido hasta un punto en el que podían hablar de estas cosas con madurez y resolución. Era más que pasión; ahora era confianza, un entendimiento mutuo que los hacía más fuertes.

Ambos sabían que Olfuma sería un desafío, pero juntos, estaban listos para enfrentarlo.

Tatiana se movió ligeramente sobre el pecho de Drex, sus dedos dibujando pequeños círculos en su piel. Había una conversación pendiente, algo que llevaba rondando en su mente desde hacía días, pero no sabía cómo abordarlo. Era algo delicado, algo que cambiaría el curso de sus vidas, y aunque confiaba en Drex, no podía evitar sentir un nudo en el estómago.

—”Drex,” —comenzó en voz baja, casi temiendo romper la calma de la mañana—, “hay algo que necesito decirte… y he estado posponiéndolo porque no sabía cómo hacerlo.”

Drex, que hasta ese momento había estado mirando el techo, bajó la vista hacia ella, notando la preocupación en su expresión. Acarició su cabello con suavidad, dándole el espacio para hablar.

—”¿Qué pasa, Tatiana?” —preguntó con un tono sereno, aunque algo alerta.

Tatiana respiró hondo, buscando las palabras correctas.

—”Hace unos días… Asha me explicó algo sobre ti, sobre lo que significa estar en sincronía con el Tótem. Ya me lo había mencionado antes, pero la verdad no lo entendí del todo… y ahora lo veo más claro.”

Drex se tensó ligeramente al escuchar el nombre de Asha, pero no interrumpió. Sabía que, aunque el nombre de Asha traía consigo un peso oscuro, lo que Tatiana tenía que decirle era importante.

—”Asha me dijo que… ahora que estás en sincronía con el Tótem, eres inmortal,” —Tatiana lo soltó de una vez, sintiendo que el peso de esas palabras caía sobre ellos como una losa—. “Vas a ser un licántropo inmortal, Drex. Y yo… soy humana.”

Drex la miró en silencio, dejándola continuar. Sabía que esto no era solo una conversación sobre él, sino también sobre su relación, sobre lo que les esperaba en el futuro.

—”Asha se ofreció a conseguir una piedra filosofal para mí. Me dijo que con esa piedra, podría crear un elixir de la vida y mantener mi juventud. Que podríamos estar juntos por siempre, sin preocuparnos por el paso del tiempo. Pero… no sé cómo sentirme al respecto.”

Tatiana levantó la cabeza, buscando la reacción de Drex en sus ojos. Él, por su parte, estaba procesando la información, tratando de comprender lo que significaba. Ser inmortal… eso era algo que nunca había deseado, algo que nunca había imaginado. Pero ahora, la posibilidad estaba sobre la mesa, y lo más importante para él no era su propia eternidad, sino lo que eso implicaba para Tatiana.

—”Tatiana,” —dijo Drex, con una voz que denotaba la profundidad de sus pensamientos—, “no importa cuánto tiempo tenga. Lo que me importa es que estés conmigo. Pero… no quiero que hagas algo solo porque te lo ofrecieron. Esta es tu vida, y tienes que decidir si es lo que realmente quieres.”

Tatiana lo miró con agradecimiento. Sabía que Drex estaba siendo sincero, que no la presionaría ni la forzaría a nada.

—”Lo sé,” —respondió ella—, “y sé que la idea de ser inmortal es… tentadora. Pero también es aterradora. No sé si quiero ver el mundo cambiar tantas veces, o ver cómo todo lo que conocemos desaparece con el tiempo. Pero por otro lado… no quiero perderte, Drex.”

Drex tomó su rostro entre sus manos, acariciando su mejilla con el pulgar.

—”No tienes que decidir ahora,” —le dijo con calma—, “lo que importa es que estamos aquí, ahora, juntos. Y pase lo que pase, lo resolveremos. No importa si vives un siglo o una eternidad, siempre estaré contigo.”

Tatiana sintió una calidez en su pecho al escuchar esas palabras. Sabía que el futuro era incierto, pero en ese momento, con Drex a su lado, la preocupación se desvaneció, al menos por un rato.

—”Gracias,” —susurró, inclinándose para besarlo suavemente en los labios.

Drex correspondió el beso, abrazándola con fuerza. La inmortalidad podía esperar; en ese instante, solo importaba el presente, el amor que los unía y la certeza de que, juntos, podrían enfrentar cualquier cosa.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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