El cazador de almas perdidas – Creepypasta 207. Cuentos de Hombres Lobos
El Desafío en Plaza Bolívar.
El sol apenas comenzaba a ocultarse en el horizonte cuando el equipo de La Purga se preparaba para la siguiente misión. Tatiana, con su habilidad táctica, había estado revisando los detalles del ataque todo el día, preparando a cada miembro del equipo. La ciudad de Cochabamba, específicamente el barrio Plaza Bolívar, albergaba una nueva sede de Ragnarok, mucho más fortificada y peligrosa que la que enfrentaron el día anterior.
Había informes de un mago arcano extremadamente poderoso que lideraba las fuerzas de Ragnarok en ese lugar. Su dominio de las artes arcanas era inigualable, capaz de manipular la realidad con un simple gesto de sus manos. Sería un combate donde la magia, las tácticas, y la fuerza bruta estarían en juego como nunca antes.
Tatiana se mantuvo tranquila, organizando a los escuadrones con precisión. Los cuatro nuevos escuadrones, conformados por los traidores del Vaticano, ya habían sido entrenados por Asha para ser herramientas efectivas. Lía y Raúl ahora tenían siete escuadrones bajo su mando, preparados para enfrentar el desafío que se avecinaba. Anuel, la druida, estaba lista para jugar un papel mucho más central en esta misión, utilizando su conexión con la naturaleza para guiar al equipo a través del terreno complicado de Plaza Bolívar.
Antes de partir, Tatiana reunió a todos para una última revisión del plan.
—”Escuchen bien,” —dijo con una voz firme—. “Esta sede de Ragnarok no es como la anterior. Está tres veces mejor defendida y cuentan con un mago arcano que no tiene comparación. Nuestra prioridad será neutralizarlo. María, necesito que uses tus habilidades de clarividencia para darnos cualquier ventaja posible antes de que entremos.”
María asintió, sabiendo que sus visiones serían fundamentales para prever las trampas y emboscadas que pudiera haber en el camino.
—”Drex,” —continuó Tatiana, mirándolo fijamente—, “tu objetivo será el mago. Usarás tu forma humana hasta que sea absolutamente necesario. Ya sabes que esa chokuto y tus balas mixtas serán útiles, pero no subestimes lo que estamos a punto de enfrentar.”
Drex aceptó las instrucciones con seriedad, ajustando su pistola 9mm y la chokuto en su espalda. La tensión en el aire era palpable.
Raúl, con su grupo reforzado, lideraba el primer asalto. Tiranus, Diana, y ahora Olfuma, estarían a su lado. El poder de Olfuma, con su magia anti-sangre, sería clave en la batalla, pero se mantendría lejos de cualquier vampiro aliado para evitar interferencias no deseadas.
—”Anuel,” —dijo Tatiana, mirando a la druida—, “tu habilidad para controlar el terreno y usar la naturaleza a tu favor será crucial. Vas a liderar la incursión inicial. Si alguien puede predecir las trampas mágicas que este mago pueda poner, eres tú.”
Anuel sonrió, su conexión con los elementos era más fuerte que nunca. Las plantas, la tierra, el viento, todo respondía a su llamado.
Con todos los escuadrones organizados y listos, la fuerza de La Purga comenzó su marcha hacia Plaza Bolívar. A medida que avanzaban, María cerraba los ojos, utilizando su clarividencia para sentir lo que estaba por venir. Sus visiones eran confusas, fragmentadas, pero alcanzó a ver una trampa esperándolos a la entrada de la sede.
—”Tatiana, hay trampas mágicas cerca de la entrada,” —dijo María en voz baja, tratando de concentrarse—. “No podemos acercarnos sin activarlas.”
Tatiana hizo un gesto rápido a Anuel, que comenzó a murmurar un hechizo antiguo en voz baja. Las raíces y las plantas de la tierra se movieron, buscando bajo la superficie hasta detectar las trampas. Varias explosiones de energía oscura se desataron mientras las trampas eran activadas a distancia, sin causar daño.
—”Perfecto,” —dijo Tatiana, con una sonrisa de satisfacción—. “Avancen, pero con cuidado. Esto es solo el principio.”
El equipo avanzó lentamente hacia la sede, rodeada de muros fortificados. Los primeros guardias de Ragnarok, vampiros separatistas, aparecieron en la distancia. Sin perder tiempo, Oscar se adelantó, disparando sus armas de fuego cargadas con balas de plata y mercurio, derribando a los primeros enemigos con precisión letal.
Lía, al mando de su escuadrón, lanzó un ataque coordinado, derribando a varios vampiros con sus espadas de plata y sus habilidades. La lucha había comenzado.
Tatiana observaba el campo de batalla con ojos calculadores, organizando el despliegue de los escuadrones, mientras María, Fabián y los demás avanzaban hacia el interior de la sede. Sabían que lo peor estaba por llegar: el mago arcano.
La sede de Ragnarok en Plaza Bolívar estaba preparada para cualquier ataque. Los informes de la última incursión en Quillacollo habían llegado rápido, y los separatistas habían reforzado su defensa con sus vampiros mejor entrenados y criaturas invocadas. Esta vez, el equipo de La Purga sabía que se enfrentaría a un desafío mucho mayor.
Tatiana, como siempre, estaba al frente, calculando cada paso con precisión. —”Esta vez nos superan en número, pero la ventaja es nuestra si nos mantenemos juntos. No habrá margen de error.” —dijo, mientras el equipo se preparaba. Drex, con su mirada penetrante y sentidos agudos, ya sentía la tensión en el aire. Aunque estaba en su forma humana, su conexión con la bestia lo hacía sentir como un súper humano: más fuerte, rápido y ágil que cualquier hombre ordinario. Pero sabía que podría necesitar su transformación en cualquier momento.
María, cerrando los ojos, activó su clarividencia. —”Hay trampas por todo el lugar… barreras mágicas, ilusiones. Necesitaremos ser precisos o acabaremos atrapados.”
Tatiana asintió, organizando a los escuadrones de Oricalco. Raúl y Lía, cada uno liderando a sus propios equipos, recibieron órdenes específicas. Raúl tenía a su disposición a Tiranus, Diana, Olfuma y Anuel, mientras que Lía comandaba a Oscar, Julián, y a un Drex en plena sincronización con su bestia. Aunque no había transformado su cuerpo, su fuerza y agilidad eran claramente superiores.
El primer asalto comenzó con una emboscada. Los vampiros separatistas de Ragnarok, dirigidos por el mago arcano, desplegaron una nube de criaturas invocadas: espectros oscuros y cadáveres reanimados. Los gritos de las brujas resonaron a la distancia, creando un ambiente opresivo.
—”¡Cuidado con esos gritos!” —gritó Raúl. —”¡Tiranus, necesitas usar tu telequinesis para desarmarlas antes de que afecten a los licántropos!”
Tiranus, cubierto de fuego, dejó que sus llamas piro quinéticas lo envolvieran por un momento antes de apagar el fuego con un simple gesto. Con una concentración intensa, extendió la mano y, usando su telequinesis, levantó a una de las brujas gritonas del suelo, retorciéndola en el aire antes de lanzarla contra una pared con tal fuerza que su grito se ahogó en un solo golpe.
Pero no terminó allí. Tiranus utilizó su telequinesis para arrancar armas de los vampiros y lanzarlas de vuelta hacia ellos. Espadas y dagas volaban por el aire, atravesando a los enemigos con una precisión letal. Con un movimiento rápido, apartaba cualquier amenaza que intentara acercarse a Diana, quien se movía con una velocidad que dejaba a sus enemigos sin tiempo para reaccionar.
Mientras tanto, Fabián y Julián luchaban codo a codo. Aunque Julián había sido maestro de Fabián, ahora veía la diferencia en sus poderes. Fabián recitaba sus oraciones con una convicción tal que cada palabra parecía resonar con la fuerza divina. Su voz se alzó por encima del caos: —“El Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1).
Cada verso era una declaración de poder que resonaba en el aire, canalizando energía sagrada hacia sus enemigos. Un vampiro separatista que se abalanzaba sobre Fabián fue impactado por un rayo de luz pura, su cuerpo desintegrándose en polvo ante la fuerza divina. Julián, recitando: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios,” (Isaías 41:10) conjuró una barrera luminosa que desvió los ataques de los enemigos mientras se acercaba a su discípulo.
—”Tu fe es más fuerte que nunca, Fabián,” —dijo Julián mientras derribaba a un vampiro con un estallido de luz divina. Fabián, sin perder la concentración, respondió: —”Dios es amor, Julián. Y es a través de ese amor que podemos purgar esta oscuridad.” (1 Juan 4:8).
Olfuma, cerca de Raúl, desplegaba su magia anti-sangre, destruyendo a cualquier vampiro que se acercaba demasiado. Cada vez que un vampiro intentaba usar su magia de sangre, Olfuma levantaba la mano, desintegrando su poder al instante. Aunque no recordaba nada de su vida pasada como Fabiola, su magia seguía siendo letal para los vampiros.
A medida que el equipo avanzaba, Drex, aún en forma humana, se movía entre los enemigos con una gracia y velocidad sobrehumanas. Su chokuto cortaba a los vampiros y criaturas con precisión quirúrgica, mientras que su pistola 9mm, cargada con balas mixtas de mercurio y plata, derribaba a cualquier enemigo que intentara acercarse por la espalda.
Pero el verdadero desafío llegó cuando el mago arcano finalmente se reveló. Un rayo de energía oscura salió disparado hacia Drex, quien apenas logró esquivarlo rodando por el suelo. —”¡Tatiana, lo encontré!” —gritó Drex, su voz resonando por el campo de batalla.
El mago arcano, flotando en el aire, comenzó a conjurar un hechizo que envolvió el campo de batalla en una oscuridad tangible. Las criaturas invocadas se multiplicaron, y los espectros comenzaron a rodear al equipo.
—”Esto va a ser difícil…” —dijo Tatiana, con los ojos fijos en el mago. —”Necesitamos dividir nuestra atención. Raúl, mantén a Olfuma y Tiranus protegiendo el flanco. Lía, tu equipo va directo al mago.”
Anuel, la druida, invocó una tormenta de raíces y ramas que estallaron desde el suelo, envolviendo a varios vampiros y tirándolos al suelo. Pero a pesar de su magia natural, el mago arcano seguía siendo una amenaza inminente. Un rayo de energía golpeó a Diana, lanzándola contra una pared.
Fue entonces cuando Drex tomó su decisión. Sin dudar, invocó el poder del Tótem, transformándose en su forma de licántropo. Su cuerpo se alargó hasta alcanzar los 3.5 metros, y su fuerza, velocidad y agilidad se multiplicaron. Cargó contra el mago arcano, ignorando los ataques de los espectros que intentaban detenerlo.
El mago arcano lanzó un hechizo final, un rayo de energía oscura que habría destrozado a cualquiera, pero Drex, con su nueva fuerza, lo desvió con su chokuto, y en un solo movimiento, destrozó las defensas del mago.
El campo de batalla quedó en silencio por un momento, pero la batalla aún no había terminado. Los vampiros separatistas, al ver caer a su líder, comenzaron a retirarse en pánico. Tatiana, con un gesto de mano, dio la orden final. Los escuadrones de Oricalco se lanzaron sobre los restos de las fuerzas enemigas, eliminándolos sin piedad.
Tatiana se encontraba de pie frente a Vambertoken en la sala de operaciones de La Purga, sus ojos fijos en él. A su lado, como siempre, estaba Asha, observando con esa mirada que mezclaba satisfacción y una constante sombra de manipulación. María, bajo la voluntad de Asha, permanecía impasible, un reflejo silencioso del control que su maestra ejercía sobre ella. Pero Tatiana sabía bien que lo que importaba ahora era el informe oficial al Archicón.
—”La misión fue un éxito,” —comenzó Tatiana, su tono directo y profesional—. “El equipo de Oricalco cumplió con todos los objetivos en el asalto. Drex, Raúl, Fabián, y el resto del equipo fueron eficientes, sin bajas importantes, y logramos neutralizar a los líderes vampíricos de Ragnarok en el barrio de Plaza Bolívar.”
Vambertoken asintió lentamente, escuchando en silencio. Asha, por su parte, mantenía su mirada fija en Tatiana, como si estuviera esperando algún tipo de error o debilidad en su informe.
—”Los 99 prisioneros que fueron… domesticados,” —continuó Tatiana, con una leve pausa antes de elegir la palabra—, “también participaron activamente. Su desempeño fue adecuado, aunque no diría que impecable. Hubo algunos momentos en los que vacilaron ante los vampiros más poderosos, pero su control fue lo suficientemente firme como para que no hubiera mayores complicaciones. Sin embargo, se necesita más trabajo si se espera que puedan igualar el rendimiento de nuestros escuadrones veteranos.”
Vambertoken no mostró ninguna reacción inmediata. Su rostro, tan frío como siempre, no dejó entrever ninguna emoción. Solo un asentimiento breve, como confirmando que lo que escuchaba era lo que esperaba.
—”¿Y qué hay de Olfuma?” —preguntó Vambertoken sin preámbulos—. “¿Cómo se desempeñó en su primera misión?”
Tatiana apretó levemente la mandíbula antes de responder. —”Su magia sigue intacta. Olfuma mostró una capacidad considerable para neutralizar la magia de sangre, especialmente en el combate contra los vampiros más avanzados. Aunque aún parece desorientada, su instinto responde adecuadamente en situaciones de combate. Su presencia fue crucial en varios enfrentamientos, pero necesita más tiempo para adaptarse completamente al equipo y su entorno.”
Asha, quien había permanecido en silencio hasta entonces, intervino, aunque su tono era ligeramente burlón: —”Ah, Olfuma… parece que mi obra maestra aún necesita algunos retoques. Pero estoy segura de que, bajo la dirección correcta, será… perfecta. ¿No es así, Tatiana?”
Tatiana la miró brevemente, sin permitir que la provocación le afectara. —”Eso dependerá del entrenamiento que reciba y del tiempo que le otorguemos.”
Vambertoken interrumpió el intercambio, dirigiendo su atención a lo que realmente importaba. —”Quiero que los 99 traidores sean monitoreados de cerca. Si alguno de ellos muestra signos de debilidad o falla, no tendrán una segunda oportunidad. Y asegúrate de que Olfuma reciba la atención necesaria. No podemos permitirnos tener armas defectuosas en nuestras filas.”
Tatiana asintió. —”Así será.”
Vambertoken, satisfecho con el informe, dio por terminada la jornada. —”Eso es todo por hoy. Descansen. El próximo ataque será aún más complejo, y quiero a todos en su mejor forma.”
Con esas palabras, Tatiana, Fabián, Drex, y Julián salieron de la sala, sabiendo que la calma no duraría mucho. Afuera, el crepúsculo caía sobre La Purga, pero en el interior, las sombras nunca descansaban.
Mientras caminaban hacia la salida, Olfuma se acercó tímidamente a Tatiana, todavía desorientada por todo lo que había vivido. —”¿Qué… qué me pasará?” —preguntó con una voz temblorosa. —”¿Y él?” —añadió, señalando a Drex, con un miedo casi irracional en su mirada.
Tatiana suspiró, intentando mostrar calma. —”No temas. Mientras estés bajo mi mando, nada te pasará. Y en cuanto a Drex… mientras sigas las órdenes, él no te hará daño. Recuerda, estás en un equipo. Cumple con tu rol, y todo saldrá bien.”
Olfuma asintió, aunque el terror aún se reflejaba en sus ojos cuando sus miradas se cruzaban con las de María y Asha. Para ella, esas dos figuras eran la personificación de la tortura y el sufrimiento que había vivido.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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