El cazador de almas perdidas – Creepypasta 190. Historias de Terror
La Primera Cacería del Ritual de Drex.
El aire estaba tenso en la isla, como si cada molécula supiera lo que estaba a punto de ocurrir. Tatiana se encontraba en el punto de control, sola, su respiración acompasada solo por el sonido de las olas rompiendo contra las rocas. El reloj marcaba las 2:18 am, y Drex llevaba ya tres minutos inmerso en la cacería. El grito desgarrador de su primera presa resonó en la distancia, un eco sombrío que se deslizaba entre los árboles y el viento, golpeando el corazón de Tatiana con fuerza. Pero ella no se movió. Sabía que no debía interferir.
El ritual era claro: Drex debía cazar solo, devorar los corazones de sus presas y bañar el tótem en su sangre para cada sacrificio. Ese era el pacto. Solo así podría estabilizar su tótem y evitar que el poder de la bestia lo consumiera por completo.
El teléfono de Tatiana vibró en su bolsillo. Sabía que era María, cumpliendo su deber bajo la voluntad de Asha. Con manos temblorosas, lo sacó y contestó.
—Tatiana —la voz de María sonaba distante, casi vacía—. No hay problemas. El futuro que veo está claro. Drex está bien.
Y sin más, la llamada terminó. Era todo lo que María podía ofrecerle, atada a los deseos de Asha. Tatiana apretó los labios, sintiendo cómo la angustia se filtraba en su mente. Sabía que María estaba controlada, y aunque ya conocía la respuesta, también era consciente de que los futuros que veía podían ser alterados. Esa incertidumbre la llenaba de miedo. El destino nunca era fijo, nunca era definitivo.
Miró hacia el horizonte, hacia el oscuro bosque donde Drex cazaba en ese mismo momento. Quería estar con él, quería protegerlo, pero sabía que este era su desafío, su lucha. Todo lo que le quedaba era esperar.
Tatiana se acarició el collar de las cinco capas que descansaba sobre su cuello, un símbolo de la protección y el peso que había asumido al lado de Drex. Cada una de esas capas representaba una promesa, una carga, un sacrificio. Ella las llevaba con orgullo, pero en momentos como este, el peso era casi insoportable.
Los gritos en la distancia continuaban. Sabía lo que estaba ocurriendo, sabía que Drex estaba alimentándose, consumiendo los corazones de aquellos que, desafortunadamente, pensaban que participar en ese juego los haría ricos. Y con cada corazón devorado, Drex debía tomar el tótem y bañarlo en la sangre. Esa era la clave. Si no lo hacía, el ritual fallaría, y la bestia dentro de él se desataría por completo.
Pero ahora, en esa soledad inquietante, Tatiana se permitía un momento para sí misma. Las emociones reprimidas comenzaron a brotar, golpeándola con una fuerza que no había anticipado. Cerró los ojos, dejando que las lágrimas reprimidas durante tanto tiempo cayeran por sus mejillas. Sentía el dolor, el miedo, el agotamiento.
—¿Por qué? —se preguntó en un susurro al vacío, mientras miraba el suelo debajo de sus pies. Sabía por qué estaba allí, sabía por qué seguía luchando, pero en ese instante, todo parecía demasiado grande, demasiado imposible de soportar.
El silencio alrededor de ella era pesado. No había nadie para consolarla, nadie para darle respuestas. Solo el viento y las olas la acompañaban, recordándole cuán pequeña era en comparación con las fuerzas que los rodeaban.
—Tienes que ser fuerte… tienes que ser fuerte para él, para ti misma —se dijo, su voz temblando mientras se aferraba al collar de cinco capas, buscando una fuerza que ya no sabía si tenía.
Pero sabía que no había elección. Drex dependía de ella, incluso si no lo admitía, incluso si él mismo no lo veía de esa forma. Ellos eran un equipo, una unión que iba más allá de lo físico. Lo que estaba ocurriendo ahora, lo que vendría después… todo dependía de que ella se mantuviera firme.
—Todo esto va a pasar —murmuró, intentando convencerse a sí misma—. Va a sobrevivir. María lo ha visto… pero… ¿puedo confiar realmente en eso?
La duda la atravesaba como una lanza, pero en ese momento, Tatiana tomó una decisión. No importaba lo que María hubiera dicho, no importaba lo que el futuro pudiera prever. Estaba allí para Drex, y haría lo que fuera necesario para asegurarse de que él volviera con vida.
Se secó las lágrimas con la manga de su chaqueta, respiró hondo y levantó la cabeza. En la distancia, los gritos cesaron de golpe. Era la señal de que Drex estaba terminando. Pero ese era solo el primer día. Quedaban seis más, seis días en los que ella tendría que soportar la incertidumbre, los gritos, la sangre.
—Vas a volver —dijo en voz baja, como si le estuviera hablando directamente a Drex—. Voy a asegurarme de que vuelvas.
Tatiana se enderezó, se obligó a recomponerse. Sabía que no podía permitirse el lujo de caer en el vacío de la desesperación. No ahora, no mientras Drex todavía necesitaba su fuerza.
La noche seguía avanzando, pero en su interior, Tatiana ya se había levantado de su caída emocional. Podía ser frágil, podía romperse por momentos, pero siempre encontraría la forma de reconstruirse.
La noche seguía avanzando cuando Tatiana escuchó el crujido de las hojas bajo unas pisadas firmes. Miró hacia el bosque oscuro, conteniendo la respiración. Sabía que era Drex, volviendo de su primera cacería.
Él emergió de las sombras, transformado de nuevo en humano. El pantalón táctico y la gabardina mágica que Tatiana le había regalado estaban intactos, aunque ahora empapados de sangre. Las prendas habían cumplido su función, transformándose en pelaje cuando él se convirtió en licántropo y volviendo a su forma original tras la cacería. Sin embargo, Drex seguía cubierto de sangre, como si la batalla aún lo envolviera, incluso en su forma humana.
Sus pasos eran pesados, pero no vacilantes. Llegó hasta donde Tatiana lo esperaba en silencio, y por un momento, los dos se miraron sin decir una palabra. El viento soplaba suavemente a través de los árboles, pero la tensión entre ellos era palpable. Tatiana vio la fatiga en sus ojos, la carga que llevaba consigo tras haber cazado y devorado los corazones, cada uno necesario para bañar el tótem en la sangre que aseguraría su estabilidad.
Tatiana dio un paso adelante, sin saber qué decir, pero sintiendo la necesidad de romper el silencio.
—¿Cómo te sientes? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Drex la miró, sus ojos oscuros reflejando algo más profundo que cansancio. Era un peso más allá del físico, una sombra en su alma que Tatiana entendía demasiado bien.
—Sobreviví —respondió él con voz grave, el eco de su licantropía aún presente—. Es todo lo que puedo decir. El primer corazón… lo sentí diferente. No es como en otras cacerías. Es… más intenso.
Tatiana asintió, su mirada fija en él. Sabía lo que significaba. Cada corazón que devoraba lo acercaba más a su objetivo, pero también lo hundía más en la oscuridad de su bestia. No era solo un sacrificio físico; era algo que tocaba cada fibra de su ser.
Drex se limpió la sangre que aún goteaba de su rostro con la manga de su gabardina, sus ojos no se apartaban de los de Tatiana.
—¿Sabes qué es lo peor de esto? —dijo, su voz más suave ahora, casi derrotada—. No puedo permitirte verlo. No quiero que veas lo que me convierto cuando… —se detuvo, incapaz de continuar.
Tatiana sintió un nudo en la garganta. Sabía que él lo hacía para protegerla, para no exponerla a la brutalidad de lo que significaba el ritual. Pero estar separada de él, solo esperando y escuchando los gritos a la distancia, era igual de insoportable.
—No me importa lo que vea, Drex —dijo, dando otro paso hacia él—. Estoy aquí contigo. No voy a dejarte enfrentar esto solo.
Drex la observó, el cansancio en sus ojos suavizándose levemente. Sabía que Tatiana lo decía en serio, pero había cosas que ni siquiera el amor podía aliviar.
—Cada vez que devoro un corazón, siento que pierdo algo más de mí mismo. Siento que la bestia dentro de mí toma el control, incluso cuando vuelvo a ser humano. Este ritual… no es solo para estabilizar el tótem. Es para probar cuánto puedo soportar antes de perderme completamente —Drex bajó la mirada, sintiendo el peso de sus palabras.
Tatiana se acercó y puso una mano en su pecho, justo donde el corazón de Drex latía, aún acelerado por la cacería.
—Tú no vas a perderte. No mientras yo esté aquí. Voy a ser tu ancla, Drex. Esto es solo el primer día. Vamos a sobrevivir a esto juntos, ¿entiendes? —dijo, su voz firme pero cargada de emoción.
Drex cerró los ojos por un momento, permitiendo que las palabras de Tatiana calaran en él. A pesar de todo lo que estaba ocurriendo, había algo en su toque, en su presencia, que lo mantenía en tierra. La bestia en su interior rugía, pero por un instante, se silenció.
Cuando abrió los ojos, tomó la mano de Tatiana, entrelazando sus dedos con los de ella.
—Te necesito, Tatiana. Más de lo que quiero admitir —dijo, su voz ahora un susurro—. Si sobrevivo a esto… será por ti.
Tatiana lo miró con una mezcla de amor y determinación.
—Sobreviviremos a esto —repitió, sin dejar lugar a dudas—. Juntos.
La noche envolvía la isla en su manto oscuro, pero entre ellos, había una luz que se mantenía encendida. El primer día de cacería había terminado, pero ambos sabían que aún quedaban desafíos más grandes por venir.
Drex, cubierto de sangre, pero con el espíritu más firme gracias a Tatiana, la abrazó, sintiendo el alivio momentáneo de estar en sus brazos. Mañana sería otro día, pero por ahora, se permitieron un momento de paz.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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