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El cazador de almas perdidas – Creepypasta 184. Historias de Terror

Dos Caras de María.

Apenas un par de horas después de haber dejado el Consejo de Ancianos Vampíricos, Seraph Vambertoken Latshiktor y Asha Latshiktor Vambertoken habían dejado a María, Fabián, Tatiana y Drex en Cochabamba, preparándose para la siguiente fase de la Purga. Como siempre, Asha había sido clara: el siguiente día la Purga continuaría, y nunca mentían.

El equipo de Oricalco, acostumbrado a las maniobras de poder de Asha, quedó en silencio mientras observaban cómo María cambiaba en cuestión de segundos una vez que la vampira se había ido. Tatiana, Fabián y Drex apenas podían creer lo que veían. Era como si María fuese dos personas completamente diferentes. Durante las horas que había pasado bajo el mando de Asha, su comportamiento era frío, calculador, casi mecánico. Pero en el momento en que su maestra se fue, María volvió a ser la dulce y cálida persona que todos recordaban.

—¿Qué te ha hecho? —preguntó Tatiana, la preocupación evidente en su tono.

María sonrió, con una tranquilidad inesperada, mientras bajaba la mirada por un segundo, como si estuviera revelando un secreto íntimo.

—No es un hechizo, ni un maleficio —respondió María, su voz suave pero segura—. Asha y yo llegamos a un acuerdo. Mientras esté en servicio, haré absolutamente lo que ella desee. Pero cuando termino, ella me permite ser libre, sin interferir en mi vida. No hay miedo, ni culpa, ni secretos.

La incredulidad de sus compañeros era palpable. El concepto de que María pudiera dividirse en dos versiones de sí misma, una completamente sometida a la voluntad de Asha y otra libre de toda responsabilidad, les parecía inimaginable. Pero María lo decía con una paz y certeza que resultaba perturbadora.

Fabián dio un paso hacia ella, la preocupación nublando su expresión. —¿Y estás segura de que eso está bien, María? ¿Que Asha no te está usando?

María no respondió de inmediato. En lugar de eso, se inclinó hacia Fabián, sacando el collar que había sido el primer regalo de Asha, el que permitía cambiar de rostro temporalmente. Aunque era un objeto que les había causado problemas antes, con la necesidad de ser recargado con la sangre del nuevo rostro después de cinco usos, ahora María lo utilizaba con una nueva confianza. Sin dudarlo, se lanzó hacia Fabián, fundiéndose con él en un profundo beso.

El impacto del gesto fue inmediato. La pasión y la entrega de María en ese beso eran evidentes, pero más allá de eso, estaba el hecho de que era la primera vez que lo hacía en público, sin miedo ni restricciones. Fabián, aunque al principio había estado preocupado por la influencia de Asha en María, no pudo resistirse. Había algo sublime en la forma en que María se entregaba, una libertad que nunca había mostrado antes.

Mi maestra me ha enseñado a no tener miedo —dijo María suavemente, separándose de Fabián lo justo para mirarlo a los ojos—. A amar sin fronteras. Ella me asegura que no me ocurrirá nada mientras esté a su servicio. Y cuando termina el día… soy libre de elegir, de ser yo misma, de amarte sin secretos.

Tatiana observaba la escena, un nudo de emociones formándose en su pecho. Sabía que había algo inquietante en el acuerdo que su hermana había hecho con Asha, pero la felicidad en los ojos de María era innegable. Aquella era su hermana, la misma que recordaba. Más fuerte, más segura de sí misma, pero aún la misma alma que había conocido toda su vida. Y aunque Tatiana intentaba racionalizar lo peligroso que podía ser el acuerdo, la imagen de María y Fabián, felices, la hacía dudar.

—Esto es un arma de doble filo, María —insistió Tatiana—. ¿Cómo puedo pedirte que te alejes de Asha, sabiendo que no siempre tendrás control?

María no dudó, su rostro manteniendo una serena expresión de confianza. —No quiero alejarme, hermana. Sé lo que hice. Asha me da poder, pero también me permite ser libre cuando no estoy bajo su voluntad. No es tan diferente de lo que tú hiciste… —Tatiana la miró, sorprendida—. Tú le suplicaste a Asha que salvara a Drex. Le pediste que consiguiera los 350 corazones para salvarlo, ¿recuerdas?

Tatiana bajó la mirada. No podía negar lo que su hermana decía. Había rogado a la vampira que interviniera cuando nadie más podía ayudar a Drex, y Asha lo había hecho. ¿Cómo podía culpar a María por aceptar algo que, en comparación, era mucho menos riesgoso? Tatiana había pedido algo infinitamente más peligroso, y sin embargo, había tenido la misma desesperación que ahora veía en su hermana.

—No soy diferente de ti —agregó María, acercándose a Tatiana y tomando su mano—. Hice lo que tenía que hacer. Ahora soy más fuerte, más segura. Y aunque sirvo a Asha durante el día, sigo siendo libre cuando termina. Fabián y yo… —sonrió suavemente—, al final, eso es lo que importa.

Tatiana apretó la mano de su hermana, asintiendo lentamente. La realidad era mucho más compleja de lo que ella había querido admitir. Asha siempre jugaba con los límites, pero en este caso, parecía haber encontrado una manera de darle a María poder y libertad sin atraparla por completo. Era una trampa, sí, pero una de la que María parecía estar sacando tanto beneficio como la vampira.

Drex, que había estado observando en silencio todo el tiempo, dio un paso adelante, dirigiéndose a Tatiana con una calma medida. —No podemos negar que Asha es peligrosa. Pero mientras María esté aquí, feliz, y sepa lo que está haciendo, es su decisión. Todos hemos tomado riesgos mayores.

Tatiana asintió de nuevo, sabiendo que Drex tenía razón. El camino que había elegido María era complicado, pero no era su lugar impedirle tomarlo. Ella misma había confiado en Asha cuando todo parecía perdido, y ahora debía confiar en su hermana.

La decisión estaba tomada, y aunque el futuro seguía siendo incierto, en ese momento, María parecía más segura de sí misma y más fuerte que nunca.

Después de un día intenso y cargado de tensiones, María, Fabián, Tatiana y Drex decidieron tomarse un respiro. Como si por un momento pudieran dejar atrás las oscuras responsabilidades que pesaban sobre ellos, los cuatro optaron por algo tan simple, y tan profundamente deseado, como ir a un restaurante cercano. Una cena doble, un intento de recordar lo que era la normalidad, aunque fuera solo por unas horas.

El restaurante no era nada lujoso, pero tenía una calidez que invitaba a relajarse. Se sentaron alrededor de una mesa en una esquina discreta, alejados de miradas curiosas. La vida cotidiana que los rodeaba era un contraste abrumador con las sombras que normalmente envolvían sus vidas.

—Hace mucho que no hacíamos esto —dijo Tatiana con una pequeña sonrisa, rompiendo el silencio mientras tomaba la mano de Drex bajo la mesa.

—Demasiado tiempo —añadió María, su tono más ligero de lo que había sido en semanas. Con la influencia de Asha lejos por el momento, María volvía a ser esa joven vibrante y cálida que todos recordaban. Era casi como si todo lo que había ocurrido en los últimos días fuese parte de otra vida.

El ambiente era cálido, casi acogedor, pero no podían ignorar completamente las sombras que se cernían sobre ellos. Al día siguiente, la Purga continuaría. Drex tenía un ritual pendiente, uno que lo había mantenido en vilo desde hacía semanas. Pero por ahora, estaban decididos a fingir, aunque solo fuera por un rato, que eran personas normales en una vida normal.

Mientras esperaban la comida, una televisión colgada en la pared del restaurante mostraba un noticiero. Las noticias hablaban de un evento que había captado la atención del mundo: un concurso en el que 350 personas competirían por un premio de 10 millones de dólares. Los concursantes serían llevados a aguas internacionales, a una isla recién descubierta, donde tendrían que sobrevivir una semana sin contacto con el mundo exterior.

María fue la primera en comentar, su rostro iluminado por la emoción que solía mostrar antes de que el mundo oscuro de Asha la envolviera.

—He estado viendo eso en todas partes. Parece que han encontrado una isla llena de naufragios y ruinas. El concurso es simple: sobrevives siete días, saques todo lo que puedas, y te llevas no solo el botín, sino también 10 millones de dólares. Pero aquí está la parte más loca —añadió, inclinándose hacia los demás con una sonrisa intrigada—. No tienen celulares, ni cámaras, ni tecnología de ningún tipo. No pueden contactar a nadie, ni siquiera a sus familias. Y la póliza de muerte es de solo 30,000 dólares. La mayoría de los concursantes son personas que no tienen nada que perder.

La descripción de María, aunque detallada, no hacía más que aumentar la tensión que Drex ya sentía. El concurso, con su promesa de riquezas y peligro, era una analogía inquietante del ritual que él mismo tendría que enfrentar pronto. Los 350 corazones que necesitaba para estabilizar su tótem lo mantenían en una constante lucha interna. A pesar de la fachada de normalidad que intentaban mantener, las palabras de María parecían resonar con más peso del que ella misma imaginaba.

Drex apretó los dientes, su mente volviendo a la inminente realidad de lo que debía hacer. Tatiana, siempre perceptiva a sus emociones, apretó suavemente su mano, dándole el apoyo silencioso que necesitaba.

—¿Estás bien? —le susurró Tatiana, sabiendo que las noticias y la situación en general lo habían puesto más tenso de lo habitual.

Drex asintió, aunque no con total convicción. —Ya está decidido. No hay vuelta atrás.

Tatiana lo miró a los ojos, reconociendo la mezcla de determinación y miedo que lo consumía. Sabía que, aunque trataba de mantenerse fuerte, el peso del ritual lo abrumaba. Sin embargo, también sabía que su amor y apoyo serían esenciales en este momento. Con una pequeña sonrisa, le susurró: —No estás solo. Estoy contigo en esto.

La tensión en los hombros de Drex pareció relajarse un poco ante sus palabras. Aunque el destino que le esperaba era terrible, tener a Tatiana a su lado hacía que todo fuera un poco más soportable.

Mientras tanto, Fabián observaba a María, notando lo diferente que se veía cuando estaba libre de la influencia directa de Asha. El acuerdo entre ellas seguía siendo algo inquietante para él, pero en ese momento, ver a María sonreír y hablar con tanta alegría le recordaba que, al menos por ahora, ella seguía siendo la mujer que amaba.

—¿De verdad crees que la gente irá a ese concurso? —preguntó Fabián, más como una forma de mantener la conversación ligera que por interés real.

María asintió, riendo suavemente. —Por supuesto. A veces, cuando no tienes nada que perder, cualquier oportunidad de cambio es tentadora, incluso si es peligrosa. —Su mirada se suavizó al mirarlo—. Pero no te preocupes. Eso no es algo que nos interese. No mientras tengamos cosas que realmente importen, ¿verdad?

Fabián no pudo evitar sonreír ante su respuesta. El amor que sentía por ella, aunque a veces en conflicto por su cercanía con Asha, seguía siendo profundo. Mientras María se mantuviera así, dulce y libre, él no pediría más.

La comida llegó, y por un rato más, los cuatro se permitieron olvidar las sombras que los rodeaban. Hablaron de cosas triviales, reían, disfrutaban del momento como si fueran personas normales en un mundo sin licántropos, vampiros ni ritos oscuros. Pero sabían que esa normalidad era solo temporal, una pausa en sus vidas llenas de oscuridad.

El tiempo se agotaba, y aunque la Purga se retomaría al día siguiente, en ese instante, se permitieron fingir que todo estaba bien.

La cena había sido tranquila, un raro momento de normalidad entre Tatiana, Drex, María y Fabián. Hacía mucho que no disfrutaban de una noche tan relajada, pero como siempre, la sombra de sus vidas extraordinarias estaba a punto de volver a envolverse sobre ellos. Habían terminado de comer y estaban a punto de pedir la cuenta cuando, sin decir una sola palabra, María sacó una pequeña botella de cristal de su bolsillo.

Era una poción, una de las muchas que Asha le había dado, pero esta era especial. La poción de lujuria. El líquido, de un color rojo oscuro, casi burbujeaba en la pequeña botella. Con la misma seguridad con la que había ejecutado muchas de las órdenes de Asha, María echó dos gotas en cada copa sobre la mesa, con un gesto tan sutil que ninguno de sus acompañantes se dio cuenta de inmediato.

Solo Fabián notó lo que hacía. La miró con una mezcla de sorpresa e incredulidad, preguntándose qué planeaba su amada. Esta nueva versión de María, mucho más segura y decidida, lo fascinaba de una manera que no podía negar. Lejos de la María tímida y vacilante que él conocía, esta nueva María irradiaba poder, y eso lo atraía aún más.

Fabián no dijo nada. Simplemente tomó su copa, aceptando lo que María había hecho sin preguntar. El brillo en sus ojos decía más de lo que las palabras podrían expresar. Y mientras bebía, sintió cómo la poción comenzaba a recorrer su cuerpo, envolviéndolo en una cálida sensación que lo desconectaba de las preocupaciones del día.

María, por su parte, sonrió suavemente, llevándose su propia copa a los labios y bebiendo con una confianza que parecía inquebrantable. La poción surtía efecto casi al instante, envolviéndola en una sensación de poder y deseo que la hacía sentir más viva que nunca.

—Nosotros nos vamos —dijo María, tomando la mano de Fabián mientras se levantaban de la mesa.

Tatiana y Drex los observaron, un poco desconcertados por la repentina partida, pero no dijeron nada. Lo que sí notaron fue esa transformación en María. Era la misma mujer que habían conocido toda la vida, pero al mismo tiempo, algo en ella había cambiado. Algo que no podían ignorar. Drex, especialmente, no podía evitar recordar a la María que había sido su amiga antes de que él se convirtiera en licántropo. Pero esta nueva María… esta nueva versión era diferente. Más poderosa. Más segura.

Cuando María y Fabián se despidieron, Tatiana y Drex permanecieron en silencio por unos segundos, observando cómo salían del restaurante. La atmósfera entre ellos cambió ligeramente, y cuando Tatiana miró hacia las copas sobre la mesa, vio las dos gotas que María había dejado caer en ellas. Al principio, dudó. Pero entonces Drex se inclinó hacia adelante, agarrando su copa con una mirada que revelaba lo que realmente necesitaba en ese momento: un escape. Una desconexión.

—Tal vez deberíamos hacer lo mismo —murmuró Drex, con una media sonrisa mientras levantaba su copa hacia Tatiana.

Tatiana lo observó un momento, sopesando sus opciones, y finalmente decidió seguir su instinto. Ambos levantaron sus copas, y al unísono, bebieron de ellas, sintiendo cómo el calor de la poción los envolvía rápidamente. Drex cerró los ojos por un segundo, permitiendo que la tensión que había estado acumulándose en su interior durante días comenzara a disiparse.

Sabían que al día siguiente la Purga continuaría, y con ella, los rituales, las decisiones difíciles, y las sombras que siempre los perseguían. Pero esa noche, se permitieron un momento de indulgencia. De desconexión. Un momento en el que, por unas pocas horas, podrían dejar de lado sus responsabilidades y simplemente ser.

La poción cumplió su cometido, y el peso del mundo, aunque momentáneamente, desapareció de sus hombros.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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