El cazador de almas perdidas – Creepypasta 167. Historias de Terror
El Asalto a la Sede Principal de Ragnarok en México D.F Parte 4.
La Verdad Oculta sobre los Sellos.
El Juego de Asha.
Tatiana estaba de pie, inmóvil en la sede táctica, observando el caos que se desmoronaba a su alrededor. El aire era pesado, cargado de cenizas, humo y sangre. Pero dentro de ella, un vacío aún mayor la consumía. Había logrado activar el quinto sello, había salvado la batalla, pero en su interior, sentía como si el eco de lo que había sucedido no pudiera alcanzarla del todo.
Miraba fijamente las pantallas, buscando algo… cualquier cosa que pudiera llenar ese vacío. Pero cada vez que intentaba comprender lo que había hecho, la imagen de Drex, transformado, destrozando enemigos, volvía a su mente. Y con ella, el conocimiento de que, aunque había salvado la situación, algo dentro de ella seguía roto.
Intentó buscar en su interior, sentir el dolor, la culpa, cualquier cosa que indicara que aún era humana. Pero no había nada. Un dulce amargo recorrió sus pensamientos: el cuarto sello había consumido todo, o eso había creído. Sin embargo, ahora, mientras exploraba más profundo, ese dolor seguía ahí, intacto, como si se hubiera guardado para torturarla en otro momento. Era una contradicción que no lograba entender.
—No puede ser… —susurró Tatiana, tocando el collar alrededor de su cuello. ¿Cómo era posible que aún quedara dolor para ella? ¿No había consumido todo?
Entonces, la risa suave pero cruel de Asha rompió el silencio en la línea de comunicación. Asha, como siempre, se deleitaba en el sufrimiento de los demás, y Tatiana no fue la excepción. La línea de comunicación era exclusiva del equipo táctico, destinada solo para las voces de María y Tatiana, y ahora, solo ellas podían escuchar lo que Asha tenía para decir.
—Oh, querida… —comenzó Asha, su tono lleno de un cinismo tan afilado como una cuchilla—. ¿Realmente creías que, al activar el quinto sello, te liberarías por completo del dolor? ¡No seas ingenua! Al contrario, ahora… —una pausa breve, llena de desdén, seguida de una risita maliciosa— ya no volverás a perder tus recuerdos al usar el cuarto sello. Todo ese sufrimiento, toda esa culpa, se quedará contigo, querida. Cada vez que liberes ese poder, lo sentirás. Estará siempre allí, solo… más profundo, más enterrado. Pero no te preocupes, lo verás aflorar en el momento más adecuado.
La risa de Asha resonaba en los oídos de Tatiana, como el eco de una verdad amarga. El tono de Asha era como una melodía venenosa, dulce pero mortal, que se entretejía con cada palabra que pronunciaba.
—¿No es divertido, Tatiana? —continuó Asha, saboreando cada palabra como si fuera un delicioso manjar—. Vivir junto a mi Seraph es vivir una tortura constante. Un delicioso juego entre la gloria del poder y la tortura eterna de nuestras almas. Y tú… —hizo una pausa, y Tatiana pudo imaginar su sonrisa— tú no eres más que otro de nuestros juguetes. Y qué divertido ha sido verte romperte, reconstruirte, y romperte de nuevo.
Tatiana se mordió el labio, luchando por mantener la compostura. Sabía que Asha la estaba provocando, que su único placer en ese momento era ver cuánto dolor podía infligirle sin tocarla físicamente.
—Creíste que usarías el poder del tótem y te liberarías de todo, ¿verdad? —Asha continuó, su voz goteando con sarcasmo—. Pobre ilusa. Mi Seraph y yo conocemos el verdadero significado del sufrimiento. Lo hemos vivido por milenios. Y ahora, querida Tatiana, tú lo vivirás también. Junto a tu adorable licántropo, claro. Siempre será más interesante cuando las almas torturadas intentan salvarse mutuamente, solo para caer más profundo en su propia desesperación.
María, que también escuchaba en la misma línea, no pudo evitar sentir un escalofrío. Sabía que Asha era cruel, pero el desdén en su voz ahora la aterrorizaba de una manera que pocas veces había sentido. Podía sentir cómo Tatiana estaba al borde del abismo, y la idea de que su hermana pudiera quebrarse del todo le rompía el alma.
—Tatiana… —murmuró María, su voz temblorosa—. No dejes que te afecte. Sabes lo que está intentando hacer.
Pero Tatiana apenas podía escuchar a su hermana. El eco de las palabras de Asha resonaba una y otra vez en su mente. La tortura de saber que, aunque había logrado sellar el poder del tótem, el dolor que había consumido seguía dentro de ella, esperando su momento para devorarla de nuevo.
—Ahora serás capaz de recordar cada instante, cada dolor, cada sacrificio. —Asha siguió, su voz más suave, casi como un susurro que acariciaba las orejas de Tatiana con veneno—. No te preocupes, querida. Te estás convirtiendo en algo más fuerte, más… interesante.
Tatiana respiraba con dificultad. Sentía su pecho apretarse, como si el peso del mundo cayera sobre ella. Pero en lo más profundo de su ser, sabía que Asha tenía razón. Nunca estaría libre de su dolor. Y aunque intentara enterrar esos recuerdos con el cuarto sello, siempre estarían allí, acechándola.
—Al final del día, —dijo Asha con una sonrisa que Tatiana podía imaginar—, todos somos solo juguetes en este juego. Mi Seraph y yo hemos aprendido a disfrutarlo. ¿No te parece divertido? Ver cómo intentas y fallas, cómo luchas solo para caer más fuerte… una y otra vez.
Tatiana cerró los ojos con fuerza, queriendo gritar, pero las palabras se quedaban atascadas en su garganta.
—No te preocupes, querida. —Asha agregó finalmente, con ese tono lleno de malicia y satisfacción—. Siempre tendrás a Drex. Hasta que lo destruyas, claro. Pero eso también será divertido, ¿no?
La risa suave y cruel de Asha resonó una última vez antes de que la comunicación se cortara, dejándola sola en su sufrimiento, acompañada solo por el eco de su propia desesperación.
Tatiana dejó caer los hombros. Sabía que, aunque había ganado la batalla, la guerra interna que había desatado dentro de sí misma era más peligrosa que cualquier enemigo que pudiera enfrentar en el campo de batalla.
Mientras la risa de Asha se desvanecía en el aire de la sala táctica, María permanecía en silencio, observando a su hermana Tatiana. Vio cómo el peso de las palabras de Asha la aplastaba, cómo cada fragmento de dolor que había intentado enterrar volvía a desgarrarla. Y fue en ese momento que María sintió una grieta en su propia alma.
Hasta ahora, ser la favorita de Asha le había proporcionado un refugio, una protección que ninguna otra persona en la Purga podía disfrutar. Asha la cuidaba, la envolvía en una burbuja de privilegios, y hasta le había concedido su tiempo libre con Fabián, su amor. La poción de lujuria, el talismán, todo lo que Asha le había dado la había convertido en alguien especial, en alguien diferente. Y había sido fácil creer, incluso por un momento, que todo eso era real. Que esa relación entre ellas no era solo una estrategia perversa de Asha, sino una especie de conexión genuina.
Pero al ver cómo Asha destrozaba a Tatiana con solo unas palabras, todo comenzó a desmoronarse en la mente de María.
Asha, esa figura que la había protegido, que había sido su aliada, no era más que un monstruo disfrazado de reina. Una vampira que solo encontraba satisfacción en el dolor ajeno, en el sufrimiento de los demás. Y aunque María había sido su favorita hasta ahora, la realidad era clara: Asha no se preocupaba por nadie. Ni siquiera por ella.
Tatiana estaba ahí, desmoronándose, y María no había hecho nada. Había sido testigo del tormento al que estaba sometida su hermana y, en su silencio, había permitido que todo continuara.
María cerró los ojos por un momento, tratando de mantener la compostura. Pensó en lo maravilloso que había sido su vida con Fabián gracias a Asha. Asha había sido quien les dio los días libres, quien les dio las pociones que los sumergieron en un mar de lujuria y placer. La vida con Fabián era casi perfecta, y sabía que gran parte de eso se lo debía a Asha. Pero ahora, esa gratitud se mezclaba con un profundo temor.
Asha era un ser impredecible, capaz de destruir a quien quisiera en cualquier momento. ¿Y si un día dejaba de ser su favorita? ¿Y si un día Asha decidía que era más divertido destruirla a ella? El solo pensamiento la hizo estremecerse. El monstruo detrás de esa belleza eterna y sensual era algo que no podía ignorar más.
María abrió los ojos y vio a Asha sentada en su trono, majestuosa, como siempre. La vampira vestía su exquisito atuendo, que no dejaba de exhibir su sensualidad de manera descarada, casi desafiando al mundo a que la mirara, a que la deseara. Pero esa imagen ahora solo representaba peligro. María ya no podía verlo como antes.
Se prometió algo en silencio, Protegería a Tatiana.
Sabía que no podía enfrentarse a Asha directamente, eso sería suicida. Pero tal vez, solo tal vez, podría usar su cercanía con la vampira para suavizar algunos golpes, para desviar parte del tormento que Asha planeaba para su hermana. No perdería su lugar como favorita de Asha, pero tampoco dejaría que Tatiana siguiera sufriendo de esa manera, al menos no sin intentar hacer algo.
—No puedo perder esto… —se dijo a sí misma, recordando a Fabián. La vida con él era tan dulce, tan llena de momentos que nunca había imaginado. No podía arriesgarse a perderlo todo, a perder la protección de Asha, pero al mismo tiempo, no podía seguir mirando cómo Tatiana era destruida por el juego retorcido de la vampira.
El dilema la consumía, y cada vez que miraba a Tatiana, se sentía más culpable por lo que estaba pensando. ¿Cómo podría proteger a su hermana sin arriesgar todo lo que tenía? ¿Era posible mantener ese equilibrio, o estaba condenada a fallar en ambos frentes?
—Tatiana… —murmuró María, pero no dijo nada más. No podía. No ahora. Asha la observaba, aunque distraída, y cualquier indicio de rebeldía sería su fin. El tiempo para actuar llegaría, pero no era este momento. Asha estaba demasiado cerca, y María sabía que una palabra fuera de lugar podría ponerle fin a todo.
Frente a ella, Asha ajustaba sus ropas, acariciando los pliegues de su vestido con delicadeza, como si estuviera esperando el próximo acto en su macabro espectáculo.
—Mi Seraph, —susurró Asha para sí misma, con una sonrisa de éxtasis mientras mencionaba el nombre de Vambertoken—, nada en este mundo puede opacar nuestra gloria.
María respiró hondo, intentando mantener la calma. Asha era un monstruo, pero era un monstruo al que necesitaba… al menos por ahora.
Y con ese pensamiento, decidió que, cuando llegara el momento, haría lo que fuera necesario. Intentaría suavizar el golpe para Tatiana sin perder su posición, sin arriesgar lo que tenía con Fabián. Sería un delicado equilibrio, un juego peligroso, pero no tenía otra opción.
El monstruo tenía que seguir satisfecho.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
¿Te gustaría disfrutar de este contenido en formato de AUDIO LIBRO GRATIS? Aprovecha!!
Recuerda que siempre puedes volver a consultar nuestros libros en formato de AUDIO LIBRO GRATIS en nuestro canal de Youtube. NO OLVIDES SUSCRIBIRTE
Recibe un correo electrónico cada vez que tengamos un nuevo libro o Audiolibro para tí.
You have successfully joined our subscriber list.
Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar sobre Esoterismo, Magia, Ocultismo.
Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar para los pequeños grandes del mañana.
Disfruta de la historia de Terror más oscura y MARAVILLOSA que está cautivando al mundo.
Retira en Nequi, Daviplata, Tarjetas Netflix, Bitcoin, Tarjeta Visa Prepagada, ETC.