El cazador de almas perdidas – Creepypasta 157. Historias de Terror
Los Juguetes de Seraph.
El Profundo Vínculo entre Vambertoken y Asha.
Asha avanzaba junto a Vambertoken, sumida en un mar de emociones que rara vez permitía salir a la superficie. El eco de la humillación aún vibraba en su interior, ese instante en que el humano de fe se había atrevido a mirarla con una insolencia que solo los mortales podían tener. Había sentido una rabia casi paralizante, pero más allá de la ira, había experimentado algo aún más doloroso: la sensación de vulnerabilidad, algo que Asha Latshiktor, la futura reina vampírica, nunca debía sentir.
Sin embargo, la furia se disipó en el momento en que Seraph—su Seraph—había actuado. La violencia con la que Vambertoken acabó con el humano no solo la vengó, sino que la reivindicó. Era su protector, su igual, y en ese momento, recordó por qué lo amaba tanto.
—Seraph, —murmuró ella, apenas audible, pero con un filo en la voz que cortaba el aire—. Sabía que no permitirías que me miraran de esa manera… nadie lo hará mientras estés a mi lado.
Vambertoken no respondió. No hacía falta. Ambos entendían lo que esa acción significaba para ellos.
Los Juguetes de Seraph.
Mientras Asha y Vambertoken avanzaban, los agentes especiales de purga que los escoltaban mantenían una distancia prudente. Sabían que estaban profundamente atados a la voluntad de Vambertoken, y ahora, a la de Asha. Eran conscientes de su posición privilegiada, pero también del riesgo que implicaba. Hacía tiempo que habían aceptado que sus vidas no les pertenecían.
Asha, por su parte, los observaba con una mezcla de curiosidad y desdén. Sabía que todos ellos, a pesar de su poder, no eran más que herramientas, juguetes a disposición de su amado. Sin embargo, en ese momento, algo cambió en ella. Tal vez fue la calma que había sentido tras el acto violento de Vambertoken, o tal vez una nueva sensación de superioridad sobre estos seres.
—Mis Juguetes de Seraph —dijo en voz alta, rompiendo el silencio y deteniéndose para girarse hacia ellos. Su tono era meloso, casi burlón, pero no carente de una cierta empatía—. Parecen moldeables, obedientes… útiles. Me sorprenden a veces.
María, que caminaba entre los agentes, levantó la cabeza al escuchar su nombre.
—Tú, María, eres distinta. No sé por qué, pero me agradas. No es algo que sienta a menudo. Eso es especial.
La mirada de Asha se suavizó levemente, aunque Vambertoken observaba en silencio, consciente de este inesperado matiz en su amada.
El Reconocimiento a María.
Asha acarició el vestido que llevaba puesto, dejando que su mano recorriera el delicado y macabro tejido que aún llevaba manchas de sangre. No había olvidado lo ocurrido antes de la ceremonia, ni la brutal pasión que compartió con Vambertoken. Pero ahora, las cosas eran diferentes, y aunque odiaba reconocerlo, había algo que agradecer.
—Seraph, —dijo Asha, volviendo su mirada hacia Vambertoken—. María tuvo un gusto impecable al ayudarme a elegir este vestido. Fue la elección perfecta, ¿no crees?
El vampiro asintió levemente, sin pronunciar una sola palabra, pero Asha sabía que él valoraba su opinión. La simple aceptación de Vambertoken era suficiente para que ella le dedicara una mirada cargada de satisfacción.
Las Burlas hacia Julián.
El grupo continuó su camino hacia la sede temporal en el colegio de las Wiccas, pero Asha no podía resistirse a jugar un poco más con aquellos que la rodeaban. Sus ojos se posaron en Julián, cuyo rostro delataba una mezcla de tensión y sumisión.
—Julián, —dijo con una sonrisa que dejaba entrever sus colmillos—, qué afortunado debes sentirte. Laura sigue viva, gracias a mí. Deberías estar agradecido, no todos reciben tal indulgencia.
Julián tragó saliva, bajando la cabeza con respeto mientras respondía, aunque su voz temblaba ligeramente.
—Asha, estoy en deuda contigo… mi hija te debe la vida.
Asha se deleitaba con esas palabras. No solo había demostrado su poder al mantener a Laura con vida, sino que también había logrado que su padre admitiera su deuda. Cada palabra que Julián pronunciaba la hacía sentir más poderosa, más en control.
La Ironía de Vambertoken.
Vambertoken, que había permanecido observando, no pudo evitar intervenir, su humor oscuro resplandeciendo en su voz.
—Fabián, —dijo Vambertoken, dirigiéndose al hombre de fe—, ¿qué opinas ahora del voto de castidad? —sus palabras flotaban con una mezcla de burla y curiosidad—. Después de todo lo que has visto hoy… ¿aún crees que tiene algún valor?
Fabián, incómodo por el enfoque directo, intentó mantener su compostura. Sabía que estaba caminando en una cuerda floja, pero no podía permitirse ser irrespetuoso.
—Mi señor Vambertoken, el voto sigue siendo importante para muchos… aunque, como hemos visto hoy, la fe puede ser puesta a prueba en circunstancias extremas —dijo, manteniendo su tono diplomático.
Vambertoken soltó una risa suave, apenas perceptible, pero no menos inquietante. La ironía en sus palabras era innegable, y Fabián supo que había logrado evitar un conflicto… por ahora.
La Intervención de Asha.
Sorprendentemente, antes de que Vambertoken pudiera continuar con sus comentarios irónicos, Asha intervino. Sintió que había llegado el momento de mostrar algo inesperado, algo que solo aquellos realmente cercanos a ella podían entender: protección.
—Seraph, —dijo suavemente, colocando una mano en el brazo de Vambertoken—. Quizás… es suficiente por esta noche. María y Fabián han sido útiles, y ya han demostrado su valía.
El vampiro la miró, su expresión casi impasible, pero en el fondo sabía que las palabras de Asha tenían un significado especial. Ella, que rara vez mostraba misericordia o empatía, había decidido proteger a aquellos que estaban a su servicio.
—Además, —añadió Asha, con una leve sonrisa—, siempre puedo confiar en mi favorita, María.
El Regreso a la Sede.
Mientras el grupo continuaba su marcha hacia la sede en el colegio de las Wiccas, los agentes especiales de purga conversaban en voz baja. Sabían que sus vidas estaban entrelazadas con la de Vambertoken y Asha, y aunque el peligro siempre estaba presente, también lo estaba la sensación de pertenencia a algo mucho más grande que ellos mismos.
Asha, por su parte, caminaba con la seguridad de que Seraph la había reivindicado. Su corazón, aunque siempre helado, sentía una extraña calidez tras los eventos de la noche. Sabía que su poder era absoluto, pero también estaba aprendiendo a disfrutar de aquellos que la rodeaban… siempre bajo sus propias reglas.
La Conversación entre Tatiana y Vambertoken.
El grupo había regresado a la sede temporal en el colegio de las Wiccas después de los sucesos tensos en la catedral. Tatiana había sido llamada a una conversación privada con Vambertoken, quien retomaba el enfoque militar que tanto lo caracterizaba.
—Tatiana —empezó Vambertoken, su tono frío, pero siempre cargado de autoridad—. Óscar y Lía, junto con Raúl, tuvieron éxito en su misión. Su equipo ha sido eficiente, pero quiero asegurarme de que mantengan el enfoque en lo que está por venir. ¿Qué opinas de su rendimiento?
Tatiana asintió, sabiendo que la discusión sobre estrategia era vital. Pero, tras lo sucedido recientemente con Asha, era difícil concentrarse. Aún así, su rostro no mostró debilidad.
—Han sido impecables, pero creo que podríamos ajustar su descanso. Podrían perder parte de la agudeza que lograron si se prolonga demasiado —dijo, manteniendo la vista fija en Vambertoken. Sabía que él apreciaba su capacidad para mantener la disciplina, pero siempre había un aire de tensión entre ambos, especialmente después de los recientes eventos.
Vambertoken la estudió por un momento antes de asentir.
—Me parece bien. Los reactivaremos en breve. Asegúrate de que estén listos cuando los necesite.
Las Burlas de Asha hacia Drex.
Mientras la conversación entre Tatiana y Vambertoken continuaba, Asha observaba desde un rincón, disfrutando del silencio antes de interrumpir con su tono burlón. Giró su atención hacia Drex, que se mantenía a distancia, intentando mantenerse ajeno a la tensión en la sala.
—Drex, querido —dijo Asha con una sonrisa venenosa—, ¿ya pudiste resolver el pequeño problema de las pociones con Tatiana? —preguntó, fingiendo una inocencia que solo aumentaba la provocación—. ¿O necesitas algo de… asistencia? Puedo conseguirte unas pociones de mejor calidad, si lo deseas. Me parece que te hacen falta.
Drex la miró con una mezcla de fastidio y tensión, pero optó por no responder. Sabía que cualquier palabra solo alimentaría la crueldad juguetona de Asha.
Tatiana, aunque intentaba mantener la compostura, sintió el peso de la burla de Asha. Antes de que pudiera intervenir, Asha continuó.
—No te preocupes, Tatiana, a todos nos pasa. Tal vez es solo cuestión de mejorar la… receta.
Parte 3: María Pregunta por la Poción de Lujuria
En medio de las bromas de Asha, María, con una mezcla de curiosidad y cautela, se acercó.
—Asha, —dijo con voz suave—, la poción de lujuria que me diste… La he guardado, pero… ¿cómo se supone que se use? Dijiste que una gota era suficiente para un humano… pero me intriga que tú usaras cinco gotas la primera vez.
Asha se giró hacia María, sus ojos brillando de diversión. Recordaba bien esa poción, el mismo elixir que había usado con Vambertoken, su Seraph.
—Oh, querida María, la diferencia es que tú no eres yo. Una sola gota bastará para alguien como tú y Fabián. Pero yo… bueno, necesitaba que mi amado sintiera algo más intenso. —Hizo una pausa, observando la expresión de María, que oscilaba entre la curiosidad y el desconcierto—. Pero no te preocupes, si lo usas con moderación, no tendrás ningún problema. Solo… asegúrate de no subestimar sus efectos.
Asha se Burla de Tatiana y le Ofrece Mejores Pociones.
Sin perder la oportunidad de continuar con su juego, Asha volvió su atención a Tatiana.
—Tatiana, si sientes que tus pociones no son lo suficientemente… efectivas —dijo con una sonrisa maliciosa—, podrías considerar obtener algo mejor. Tengo acceso a ingredientes que están fuera de tu alcance, cosas que podrían… mejorar tu rendimiento. Si quieres, puedo hacerte el favor. Todo en nombre de ayudarte con ese pequeño desliz.
Tatiana, que había soportado las provocaciones con una paciencia medida, finalmente respiró profundamente.
—Gracias por el ofrecimiento, Asha —respondió Tatiana con un tono frío—, pero mis métodos funcionan bien para mí. Agradezco tu preocupación.
Asha sonrió condescendientemente, pero no insistió. Era suficiente con saber que había sembrado la duda.
La Intriga de Asha por la Madre de Laura.
Con la conversación ya entrando en un terreno más relajado, Asha cambió de objetivo. Sus ojos se posaron en Julián, y en ese instante, algo despertó su curiosidad.
—Julián, —dijo con un tono que pretendía ser casual, aunque todos sabían que no lo era—, cuéntame algo. He estado pensando… ¿quién era la madre de Laura? Me intriga, ¿qué clase de mujer te dio a tu hija?
Julián pareció tensarse al instante, y eso no escapó a la atención de Asha, que sonrió ligeramente al ver su incomodidad.
—Era… era una mujer de circunstancias complicadas —dijo finalmente Julián, midiendo sus palabras—. Perdí contacto con ella hace tiempo.
Asha inclinó la cabeza, disfrutando del malestar de Julián, pero no lo dejó escapar tan fácilmente.
—Complicadas, dices… ¿Acaso era una prostituta? —preguntó Asha, disfrutando de la forma en que Julián tragaba saliva, sabiendo que no había salida fácil.
—Sí… lo era —admitió finalmente Julián, bajando la cabeza con resignación.
Asha rió suavemente, un sonido que resonó en la sala.
—Interesante… Muy interesante. Supongo que, después de todo, Laura es más especial de lo que pensaba —dijo, sus palabras cargadas de burla y malicia.
El Fin de la Conversación.
El ambiente se cargó aún más con la tensión en la sala, pero Vambertoken, como siempre, mantuvo el control. Asha había tenido su momento, disfrutando de las pequeñas debilidades de los demás, pero ahora sabía que era hora de continuar con asuntos más importantes. Con un gesto de la mano, silenció las conversaciones y puso fin a las burlas.
—Oscar, Lía y Raúl volverán a sus funciones en breve. Todos deben estar preparados para lo que viene —dijo Vambertoken, con un tono que no admitía réplica.
Vambertoken Llama a Drex y Tatiana.
El ambiente se tensó aún más cuando Vambertoken, en su silencio calculador, se volvió hacia Drex y Tatiana. Había observado las interacciones entre Asha, el equipo y ellos dos, y aunque su semblante no revelaba emoción, era evidente que tenía algo más en mente.
—Drex, Tatiana, vengan conmigo —ordenó, con esa autoridad natural que nunca admitía dudas ni objeciones—. Hay algo de lo que debemos hablar en privado.
Asha, que siempre seguía de cerca cada movimiento de su amado Seraph, no tardó en intervenir, con una sonrisa cargada de complicidad.
—¿Privado? —dijo Asha, con una risa suave—. Donde vayas tú, Seraph, voy yo. No te preocupes, no interrumpiré… demasiado.
Sin decir nada más, Vambertoken giró sobre sus talones, sabiendo que tanto Drex como Tatiana lo seguirían sin dudar. Asha, por supuesto, iba a estar allí, donde siempre pertenecía, junto a él.
Asha Pide la Tarde Libre para María y Fabián.
Antes de que el grupo se moviera del todo, Asha lanzó una mirada hacia María y Fabián, con una sonrisa juguetona y casi… ¿protectora? Algo que descolocaba a María, quien aún no sabía si sentirse agradecida o asustada por la atención de Asha.
—Seraph, —dijo Asha con un tono suave, casi suplicante, pero con esa carga que solo ella sabía añadir—. ¿Qué tal si les das la tarde libre a María y Fabián? Ya sabes… para que puedan disfrutar de la poción que les di. Después de todo, sería injusto que no tuvieran la oportunidad de usarla como es debido, ¿no crees?
Vambertoken observó a Asha por un breve instante, y luego asintió lentamente.
—Que así sea —respondió, con su usual tono neutral pero final.
María, al escuchar esto, no supo si sentirse agradecida o profundamente preocupada. La protección de Asha era un regalo envenenado. Por un lado, sabía que estar en su buena gracia la mantenía a salvo, pero por otro, la intención de Asha nunca era del todo altruista. María sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Debería agradecer esta generosidad o temer lo que vendría después?
Fabián, por su parte, mantuvo el rostro imperturbable, aunque el desconcierto en sus ojos era innegable.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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