Historias de vampiros 141 Guerra Civil en el mundo Vampírico

El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 141. Historias de Vampiros

Guerra Civil en el mundo Vampírico.

El Proceso Exhaustivo de Convencer a la Familia de Asha

La sala de comunicaciones en la mansión de Asha estaba envuelta en una penumbra silenciosa, iluminada solo por las pantallas que conectaban con cada miembro de la familia Latshiktor. Asha llevaba horas sentada, hablando con cada uno de ellos. Sus respuestas eran siempre concisas, su tono firme, aunque cada conversación la dejaba más agotada. Seraph Vambertoken, a su lado, observaba en silencio, su compostura fría y calculadora como siempre, aunque no podía ocultar el leve cansancio que también comenzaba a afectarle.

El proceso de convencer a la familia Latshiktor era agotador, incluso para alguien tan poderoso y persuasivo como Asha. Vampiros tan antiguos y orgullosos como su familia no aceptaban fácilmente decisiones que alteraban el delicado equilibrio de poder. Los temores y recelos se repetían en cada conversación, los cuestionamientos a Vambertoken eran inevitables. Aunque Asha trataba de calmar los ánimos, Vambertoken comprendía la gravedad de la situación.

Era casi irónico para Vambertoken, un maestro de la manipulación, verse ahora sometido a algo tan banal como obtener la aprobación de la familia de Asha. El vampiro que controlaba vidas, amores, y secretos de tantos, ahora enfrentaba lo que, a sus ojos, era casi una trivialidad familiar. Pero sabía que este proceso era crucial para mantener el equilibrio de poder que había construido meticulosamente a lo largo de los siglos.

A pesar de su paciencia, no dejaba de sentir la presión acumulada. Asha, siempre impecable en su manera de manejarse, empezaba a mostrar signos de agotamiento mientras sus respuestas se tornaban más cortantes. Finalmente, tras lo que parecían ser horas interminables, Asha apagó la última pantalla. Había conseguido lo que parecía imposible: la aceptación, aunque con reticencia, de su familia.

El Descanso de Asha y la Reflexión de Vambertoken.

Asha apagó los monitores y se recostó en su silla, cerrando los ojos por un momento mientras el peso de la situación la invadía. Había convencido a su familia, pero el precio había sido alto en términos de energía y desgaste emocional.

—Necesito descansar —murmuró con una voz que mostraba más agotamiento del que jamás había permitido mostrar antes.

Vambertoken asintió lentamente, aunque sus pensamientos estaban ya en lo que vendría después.

—Descansa, Asha —dijo Vambertoken con suavidad—. Yo me encargaré de lo demás.

Asha asintió, agradecida por el momento de tregua, y se levantó con pasos decididos pero cansados. Se retiró hacia las habitaciones más privadas de la mansión, dejando a Vambertoken solo en la sala de comunicaciones.

A pesar del cansancio que también lo afectaba, Vambertoken sabía que no podía permitirse un momento de debilidad. La situación con Asha y su familia se había estabilizado temporalmente, pero el control sobre sus agentes era lo que mantenía su poder intacto. Necesitaba asegurar que todos ellos siguieran en línea, atados por los mismos secretos que él había ayudado a forjar y proteger.

El Recordatorio del Orden.

Llamó a todos los agentes clave de la Purga a reunirse en una sala más pequeña de la mansión: Drex, Tatiana, Fabián, María, Julián, Oscar y Lia. El ambiente era denso, cargado con una sensación de tensión que cada uno de ellos sentía profundamente. Sabían que, aunque la situación con la familia de Asha parecía haberse calmado, Vambertoken no los había convocado simplemente para hablar de trivialidades.