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El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 138. Historias de Vampiros

Operaciones en Boca de Sábalos.

La Preparación en Boca de Sábalos.

La jungla densa cerca del río Lodoso, en la zona de Boca de Sábalos, estaba impregnada de una calma inquietante. La humedad cargaba el aire, mientras que los susurros del viento apenas lograban mover la maleza. Oculta entre los árboles y la vegetación, una enorme construcción servía como el centro de operaciones de Ragnarok, donde comerciaban objetos extraídos de toda Sudamérica.

Raúl, al mando de 20 escuadrones de Oricalco, observaba la estructura con cautela. Sabía que esta misión sería su prueba definitiva como líder de operaciones. A su lado, Lia, su segunda al mando, mantenía la calma habitual que la caracterizaba, mientras observaba atentamente cualquier posible movimiento. Oscar también estaba presente, preparado para actuar en cualquier momento.

Tatiana, la directora de Oricalco, observaba desde una posición elevada, donde podía controlar toda la operación. Sus responsabilidades no se limitaban a dirigir a las tropas, sino que también debía mantener el control del Tótem y, por consiguiente, sobre Drex. Había recibido órdenes claras de Vambertoken: debía activar la segunda capa del Tótem cuando llegara el momento indicado, permitiendo que más energía fluyera hacia Drex, incrementando su poder, aunque siempre bajo control.

Sin embargo, el despliegue de Drex no ocurriría hasta la llegada de Vambertoken y Asha. Esa era la orden, y Tatiana debía cumplirla. Vambertoken y Asha aún no habían llegado, pero el tiempo apremiaba.

La Tensión Crece.

La noche seguía envolviendo la construcción y sus alrededores. A medida que los escuadrones de Oricalco se posicionaban estratégicamente alrededor del perímetro, Tatiana sintió cómo el peso de la responsabilidad caía sobre sus hombros. El Tótem vibraba levemente, como un recordatorio constante de la energía que contenía. Controlarlo era esencial para evitar que Drex se descontrolara.

María, parte de la escolta personal de Vambertoken y conocida por sus habilidades de clarividencia, estaba cerca de Tatiana, observando con cautela. Sabía que su visión era fundamental para prever cualquier cambio en los eventos que pudieran comprometer la misión.

—Puedo ver que algo está a punto de suceder en el almacén —susurró María—. Pero aún no es el momento.

Tatiana asintió, su mente enfocada en la tarea de sincronizar cada paso de la ofensiva. Raúl debía demostrar su liderazgo, pero el verdadero golpe dependía de la llegada de Vambertoken y Asha, quienes estaban retrasados, según lo previsto.

Los Escuadrones de Oricalco en Alerta.

Raúl mantuvo su compostura, a pesar de que sentía la presión de ser observado por Tatiana. Sabía que cualquier error podría costarle su puesto o algo mucho peor. Lia permanecía a su lado, firme como siempre, mientras los escuadrones se desplegaban con precisión. Los soldados de Oricalco eran profesionales altamente entrenados, y cada uno sabía cuál era su función en esta operación.

Oscar, quien se mantenía en silencio, observaba la estructura con sus agudos sentidos vampíricos. Podía sentir el movimiento dentro de la construcción, pero aún no había signos claros de que los enemigos supieran lo que estaba a punto de suceder.

Tatiana levantó una mano para indicar a Raúl que debía esperar un poco más. Vambertoken estaba por llegar, pero la ofensiva no podía iniciarse sin su señal.

La Llegada de Vambertoken y Asha.

Finalmente, en la distancia, el suave sonido de un vehículo acercándose rompió el silencio de la selva. Vambertoken y Asha estaban a punto de llegar. Aunque era raro que Vambertoken participara en una operación directamente, esta vez había decidido estar presente. Asha, con su aire siempre distante y superior, lo acompañaba, observando con un interés casi casual.

Tatiana sintió una oleada de alivio al saber que por fin la misión estaba a punto de comenzar en serio. Aun así, su mente permanecía enfocada en Drex y el Tótem. La segunda capa debía ser activada cuando fuera necesario, pero solo cuando Vambertoken lo ordenara.

Raúl, observando a Tatiana desde su posición, asintió levemente. Sabía que la llegada de Vambertoken significaba que la ofensiva estaba a punto de comenzar.

La Orden de Ataque.

Tatiana tomó un respiro profundo y levantó la mano, señalando a Raúl que era hora.

—Da la orden —dijo con firmeza.

Raúl levantó su mano en el aire, y con un gesto rápido, los escuadrones de Oricalco se prepararon para la ofensiva. La tensión en el aire era palpable, pero el entrenamiento de los soldados les permitía moverse con precisión letal.

Tatiana observaba cada movimiento, asegurándose de que todo estuviera en su lugar. El ataque comenzaría en cuestión de segundos, pero Drex permanecería en espera hasta que Vambertoken y Asha dieran el visto bueno para desplegar su poder.

Raúl, ahora completamente en control, dio la señal final, y los escuadrones se lanzaron al ataque. Las sombras se movieron con rapidez y silencio, acercándose a la estructura de Ragnarok. No había vuelta atrás.

La ofensiva había comenzado. La Entrada de Vambertoken y Asha.

La ofensiva estaba en marcha, y mientras los escuadrones de Oricalco se movían con precisión letal, los vampiros hacían su entrada en escena de una manera completamente ajena a la tensión del combate. Vambertoken y Asha avanzaban lentamente hacia el frente de la línea de batalla, como si el caos a su alrededor no fuera más que un espectáculo montado para su entretenimiento personal.

Vambertoken vestía un traje de gala victoriano blanco, impecable, casi cegador bajo la pálida luz de la luna. Su porte era altivo, y cada paso que daba irradiaba un aire de autoridad despectiva. A su lado, Asha parecía una figura sacada de un retrato antiguo, con un vestido igualmente blanco que resaltaba su belleza inhumana. Los dos caminaban como si estuvieran en medio de un paseo romántico, ajenos a la violencia que los rodeaba.

Para Tatiana, María y Drex, la escena era casi surrealista. Mientras ellos luchaban por sus vidas, sus almas, y por mantener el control de fuerzas oscuras que podrían consumirlos, los vampiros parecían disfrutar de una cita victoriana en medio de la batalla. Era como si los dos seres inmortales estuvieran completamente desconectados de la realidad que vivían los demás.

—Es enfermizo… —murmuró María, incapaz de apartar la vista del par.

Tatiana permanecía en silencio, pero sus pensamientos estaban alineados con los de María. Aun así, no había espacio para distracciones. Sabía que la orden que tanto temía estaba a punto de llegar.

La Orden del Vampiro.

Vambertoken se detuvo justo delante de Tatiana, su expresión despectiva más marcada que nunca. Era evidente que, para él, todo lo que estaba ocurriendo no era más que una jugada dentro de su interminable juego de manipulación y control. Sus ojos se posaron en Drex por un momento, como si lo evaluara no como un ser vivo, sino como una simple herramienta.

—Es hora de liberar al monstruo, Tatiana —dijo Vambertoken, su voz llena de desdén—. No tenemos tiempo para titubeos. Haz lo que debes.

Tatiana sintió una oleada de ira recorrer su cuerpo. Sabía que para Vambertoken, Drex no era más que una pieza más en su intrincado tablero de poder. No importaba que Drex fuera un ser que todavía luchaba por mantener su humanidad; para el vampiro, lo único que valía era el poder que podía extraer del Tótem. Asha observaba en silencio, con una ligera sonrisa en sus labios, como si estuviera disfrutando del espectáculo.

A pesar de lo grotesco que era ver a Vambertoken en ese estado, tan indiferente y altanero, Tatiana sabía que no tenía otra opción. La orden había sido dada, y ella debía cumplirla. Drex también lo entendía. A pesar de todo, ambos sabían que todo esto formaba parte de la fachada cuidadosamente construida por el vampiro, una danza de poder que solo ellos podían ver.

El Temor de Tatiana.

Tatiana tragó saliva, sintiendo el peso del Tótem en su interior. Era la primera vez que activaría la segunda capa del collar, y aunque había sido entrenada para ello, el miedo no dejaba de acecharla. Sabía que esta versión de Drex sería aún más grotesca, más salvaje y más incontrolable que antes. La energía del Tótem era oscura y peligrosa, y aunque Tatiana confiaba en su capacidad, el temor de que todo pudiera salirse de control era real.

Activó la segunda capa del Tótem, sintiendo cómo una oleada de energía oscura atravesaba su cuerpo antes de canalizarse en Drex. Los ojos de Drex se abrieron de golpe, su cuerpo temblando mientras la transformación comenzaba. A medida que el poder del Tótem fluía a través de él, su forma humana comenzó a ceder paso a la bestia que llevaba dentro.

La Bestia Desatada.

La transformación de Drex fue rápida, pero brutal. Su cuerpo creció, sus músculos se expandieron y sus extremidades se alargaron, convirtiéndose en garras afiladas. Sus ojos brillaban con una intensidad monstruosa, y su rostro se deformó en una mueca bestial, con colmillos afilados que sobresalían de su mandíbula.

Tatiana observaba con el corazón en la garganta, temerosa de que el monstruo dentro de Drex se descontrolara. Pero, para su alivio, Drex mantuvo un atisbo de conciencia. A pesar de su apariencia salvaje y grotesca, era evidente que podía reconocer a los agentes de Oricalco de los agentes de Ragnarok. Su brutalidad no estaba dirigida hacia sus aliados.

Vambertoken observaba la transformación con una ligera sonrisa en los labios. Para él, este era el resultado que había esperado. Drex, en su forma monstruosa, era una herramienta perfecta para desatar el caos y destruir a los enemigos de la Purga. La satisfacción en los ojos del vampiro era evidente.

—Perfecto —susurró Asha, mirando la bestia con interés.

El Impacto de Drex en la Batalla.

Cuando Drex finalmente se lanzó al combate, el cambio en el terreno de batalla fue instantáneo. Su llegada fue descomunal. Con un rugido ensordecedor, se abalanzó sobre los agentes de Ragnarok con una ferocidad inigualable. Sus garras atravesaban la carne y los huesos de los enemigos como si fueran papel, y sus movimientos eran una mezcla de velocidad y brutalidad pura.

Los agentes de Ragnarok, que hasta ese momento habían logrado mantener cierta resistencia frente a los escuadrones de Oricalco, no estaban preparados para enfrentarse a una bestia como Drex. El terreno de batalla se transformó en un escenario de carnicería, con Drex desgarrando a todo lo que se interponía en su camino.

Tatiana, aunque aún preocupada por el poder del Tótem, sintió un ligero alivio al ver que Drex no se descontrolaba por completo. Aun en su forma más bestial, parecía tener la capacidad de discernir entre amigos y enemigos. Eso, por sí solo, era una victoria.

Vambertoken, observando desde la distancia, parecía complacido. Para él, la batalla no era más que un espectáculo, y Drex era la pieza central de su show. Mientras tanto, Asha se mantenía a su lado, admirando la brutalidad de la escena con una expresión de puro deleite.

—Esto es todo lo que esperaba —murmuró Vambertoken, satisfecho.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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