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El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 137. Historias de Vampiros

La Pureza de la Sangre.

La Tensión en la Mansión de Asha.

El sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte, lanzando sus primeros rayos sobre la inmensa mansión de Asha. Dentro de sus muros, los agentes de Oricalco se movían con precaución, instalando los equipos y preparando el lugar para las operaciones de la Purga. Sin embargo, cada uno de ellos sentía el peso de la atmósfera sofocante, una tensión que emanaba de los sirvientes de Asha, quienes observaban cada movimiento con desdén y desconfianza.

En todos los rincones de la mansión, los ojos de Asha parecían seguirlos. Retratos de ella misma adornaban las paredes, desde el Renacimiento hasta el siglo XX, mostrando su belleza eterna en cada pincelada de los artistas más renombrados. Picazo había inmortalizado su rostro, Van Gogh también, aunque ella misma había ordenado su muerte. Miguel Ángel y Da Vinci habían dejado su huella, pero en la mayoría de los casos, los artistas habían pagado con su vida por el honor de representarla. Para Asha, su imagen era lo más importante. Las estatuas en cada pasillo eran de ella, en diferentes poses gloriosas, y los floreros, decorados con su imagen, contenían flores que eran cortadas al mismo largo de su cabello. Todo en la mansión hablaba de Asha, y nadie podía escapar de su omnipresencia.

—No puedo soportarlo —murmuró uno de los agentes de Oricalco, mientras miraba de reojo un enorme retrato de Asha en el comedor—. Es como si estuviera en todas partes.

El líder del escuadrón, un veterano llamado Raúl, intentó mantener el control de su equipo. Sabía que cualquier comentario desafortunado podría costarles caro.

—Mantente enfocado —dijo Raúl en voz baja—. Sabemos lo que se espera de nosotros aquí.

La excentricidad de Asha no tenía límites. Había exigido a Vambertoken que mantuviera un “ambiente puro”, asegurándose de que ni los humanos ni los licántropos ni los hombres de fe dejaran su olor en la mansión. Incluso en los espacios abiertos, Asha había ordenado que se utilizara una fragancia especial para neutralizar cualquier “contaminación”. Sus sirvientes obedecían sus órdenes con una devoción casi ciega, ajustando cada detalle según sus caprichos.

Mientras los agentes trabajaban, Asha deambulaba por la mansión, su vestido largo y negro flotando como una sombra a través de los pasillos. Observaba todo con una mezcla de desprecio y satisfacción. No soportaba la presencia de estos seres inferiores en su santuario, pero por Seraph, estaba dispuesta a tolerarlos… hasta cierto punto.

El Desprecio de Asha.

En el salón principal, uno de los agentes de Oricalco, un joven soldado llamado Víctor, no pudo evitar alzar la vista cuando Asha pasó cerca de él. Su belleza era hipnótica, incluso aterradora, y sus ojos se quedaron fijos en ella por unos segundos más de lo debido.

Asha se detuvo de golpe, girándose hacia él con una velocidad sorprendente. Su rostro se endureció en una expresión de odio puro, y en un abrir y cerrar de ojos, su mano estaba alrededor del cuello de Víctor, levantándolo del suelo con una fuerza inhumana.

—¿Cómo te atreves a mirarme de esa manera? —susurró, con una voz que goteaba veneno—. Un insecto como tú no tiene derecho a siquiera respirar el mismo aire que yo.

Víctor intentó jadear por aire, sus ojos llenos de terror. El resto de los agentes se quedó inmóvil, demasiado asustados para intervenir. Sabían que cualquier movimiento podría desencadenar una tragedia.

Antes de que la situación se saliera de control, Vambertoken apareció en la puerta del salón, caminando con calma hacia Asha. Su rostro no mostraba emoción, pero su presencia lo decía todo.

—Asha —dijo Seraph en tono sereno—. Déjalo.

Los ojos de Asha chispearon con furia, pero después de unos segundos, soltó a Víctor, quien cayó al suelo tosiendo y tratando de recuperar el aliento.

—Por ti, Seraph —dijo Asha, su voz volviendo a ese tono dulce y suave que solo usaba con él—. Solo por ti.

Vambertoken asintió y, sin decir más, dirigió una mirada rápida a los agentes de Oricalco. Era una advertencia silenciosa: debían tener más cuidado.

La Conversación entre María y Tatiana.

Mientras tanto, fuera de la mansión, lejos de la mirada inquisitiva de Asha, María y Tatiana se encontraban caminando por los jardines. La tensión de la situación era palpable, y ambas necesitaban un momento de respiro para procesar lo que estaba ocurriendo.

—No soporto estar en ese lugar —dijo Tatiana, claramente molesta—. Asha está desquiciada. ¿Cómo se supone que vamos a trabajar en un ambiente así?

María asintió, su rostro reflejando la misma incomodidad.

—Es más que desquiciada —respondió María—. Es peligrosa. Nunca había sentido una presencia tan… desequilibrada.

Tatiana suspiró, mirando hacia la mansión en la distancia.

—Y para colmo, tenemos que seguirle el juego. Todas esas excentricidades… las flores negras en el cabello, como si nos estuviera recordando que la muerte está a un respiro de distancia. ¿Y qué es eso de que no podemos respirar profundo cerca de ella?

María hizo una mueca.

—Es simplemente su forma de mantener el control. Quiere que todos sientan su poder, su dominio absoluto. Y Seraph… parece dispuesto a permitirlo.

Tatiana se detuvo, mirando a María con una mezcla de confusión y frustración.

—¿Por qué? ¿Por qué necesitamos tanto a Asha? Vambertoken nunca nos ha dado una explicación clara. Solo dice que es importante para sus planes.

María se cruzó de brazos, pensativa.

—Lo sé. Pero creo que hay algo más. Algo que no estamos viendo. Seraph no suele tolerar a personas como Asha… a menos que haya una razón de peso.

Antes de que pudieran continuar con su conversación, Vambertoken apareció detrás de ellas, moviéndose con esa gracia silenciosa que siempre lo caracterizaba.

—Es exactamente eso, María —dijo, interrumpiendo sus pensamientos—. Asha es importante para lo que está por venir. No necesito explicar todos los detalles, pero deben confiar en mí. Sé que sus excentricidades son… difíciles de soportar, pero son un precio pequeño a pagar por lo que vamos a lograr.

Tatiana lo miró con escepticismo.

—¿Y qué se supone que vamos a lograr? Hasta ahora, solo hemos soportado sus caprichos y nos hemos mantenido al margen de todo.

Vambertoken dejó escapar una pequeña sonrisa, una que no alcanzó sus ojos.

—Todo a su debido tiempo. Asha tiene conexiones y recursos que serán invaluables para nosotros. Ella… es mucho más de lo que parece. Y además, recuerden que ustedes también tienen secretos que han preferido mantener en la oscuridad. —Sus ojos se posaron brevemente en María y luego en Tatiana—. Sus relaciones… clandestinas. Así que no es tan difícil aceptar las excentricidades de alguien que, a su manera, también está protegiendo su propio legado.

María bajó la mirada, sabiendo que Vambertoken tenía razón. Tatiana, aunque claramente disgustada, no pudo argumentar en contra.

—Solo… sigue las órdenes —dijo Vambertoken, su tono firme—. Y todo saldrá como debe.

Parte 4: Los Orígenes en Babilonia

Vambertoken miró hacia la mansión de Asha, como si estuviera recordando algo de hace mucho tiempo, pero su expresión permaneció imperturbable.

—Nos conocimos hace mucho, en Babilonia —comenzó a decir en tono reflexivo, aunque con una distancia emocional—. Mis padres, Zakfig y Lunwox Vambertoken, me la presentaron. Asha venía de una familia influyente, respetada entre los nuestros. Era… diferente incluso entonces, pero teníamos algo en común. Desde el primer encuentro, hubo una conexión, no por lo que decíamos, sino por lo que no necesitábamos decir.

Tatiana y María escuchaban atentamente, notando que las palabras de Vambertoken no revelaban demasiado, pero cada detalle parecía tener su peso.

—Babilonia fue el escenario perfecto para alguien como Asha. Era feroz, con una belleza que hacía que todos la miraran, pero había algo más… una ambición que superaba a la mayoría de los que la rodeaban. Congeniamos desde el principio. Nuestros caminos se cruzaron muchas veces después de ese primer encuentro, aunque siempre mantuvimos nuestras propias agendas. Pero nuestros objetivos solían alinearse, al menos la mayoría de las veces.

Vambertoken hizo una pausa, sus ojos aún fijos en algún punto invisible más allá de la mansión.

—Los padres de Asha querían que nos conociéramos, sabían que nuestras familias podían sacar provecho de esa alianza, pero lo que no podían prever era lo bien que nos entenderíamos. Asha siempre fue independiente, incluso en ese entonces, pero nuestras conversaciones… nuestros planes… todo fluía sin esfuerzo.

Tatiana frunció el ceño, tratando de imaginar a una joven Asha, antes de convertirse en la criatura obsesionada por su propio reflejo que conocía hoy.

—¿Siempre fue así de… excéntrica? —preguntó Tatiana, con un dejo de incredulidad en su voz.

Vambertoken soltó una pequeña risa, pero no había calidez en ella.

—Lo fue, aunque no en el mismo grado. Era más calculadora antes, menos obsesionada con su imagen y más con el poder que podía ejercer a través de su influencia. Pero como todos, Asha ha cambiado con los siglos. Las excentricidades que ven hoy son solo una manifestación de su visión particular de lo que significa ser eterna.

María observaba en silencio, absorbiendo la información. Sabía que había algo más entre Vambertoken y Asha, pero la historia no era tan simple ni tan obvia como un romance de siglos atrás. Lo que unía a esas dos figuras era mucho más complicado.

—Entonces, ¿por qué tolerar todo esto? —preguntó María finalmente—. Sus caprichos, su desprecio… incluso tú debes ver lo difícil que es trabajar con alguien así.

Vambertoken sonrió apenas.

—Porque Asha, a pesar de todo, tiene algo que pocos pueden ofrecer. No solo conexiones, no solo poder… sino la capacidad de hacer lo que nadie más haría. Esa es su verdadera fortaleza. Y lo que necesitamos ahora más que nunca.

Tatiana y María intercambiaron miradas, procesando las palabras de Vambertoken. Sabían que lo que fuera que les esperaba en esta misión, Asha jugaría un papel crucial, aunque eso significara soportar sus excentricidades y desprecios.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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