El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 127.
El amanecer del ritual.
El sol apenas había comenzado a asomar en el horizonte, bañando con una luz tenue y dorada la sala donde Vambertoken, Tatiana, y Drex se encontraban reunidos. Frente a ellos, sobre una mesa de piedra antigua, descansaban las cinco esmeraldas de alma y el collar traído desde México por Fabián y María. El libro de magia Atlante que Vambertoken había guardado por siglos estaba abierto en una página crucial, revelando secretos que pocos podían comprender. Las letras, escritas en una lengua casi olvidada, brillaban con una energía extraña, como si estuvieran vivas.
Tatiana observaba las esmeraldas con una mezcla de fascinación y desesperación. Sabía que el tótem que vinculaba a Drex estaba ejerciendo una presión creciente, consumiéndolo poco a poco. Necesitaban completar el ritual para controlar ese poder, pero el conocimiento requerido era vasto y oscuro, incluso para alguien tan poderoso y sabio como Vambertoken.
—No estoy seguro de poder hacer esto solo —confesó Vambertoken con una calma que contrastaba con la tensión en el aire. Se paseó alrededor de la mesa, mirando las esmeraldas y el collar—. El ritual que necesitamos para fusionar las esmeraldas con el collar y vincular todo al tótem es más complejo de lo que pensaba.
Tatiana arqueó una ceja, su frustración evidente. Se acercó al vampiro, sin poder ocultar su desesperación.
—¿Cómo que no puedes hacerlo? —recriminó Tatiana, su voz más elevada de lo usual—. ¡Estamos hablando de magia atlante! El tótem de Drex tiene ese origen, igual que las esmeraldas. Y ahora me dices que el padre de Auxplex, un chamán peruano, es quien puede ayudarnos con esto. No veo cómo un chamán, por muy poderoso que sea, podría manejar la magia atlante de licántropos.
Tatiana estaba tensa, y su comportamiento, aunque entendible por la situación, era inapropiado para dirigirse tanto a Vambertoken como al padre de Auxplex. Sabía que se estaba comportando de forma impulsiva, pero la presión que sentía no le dejaba pensar con claridad.
Vambertoken, sin perder la compostura, la miró con paciencia. Su voz sonaba tranquila, casi como si estuviera enseñándole algo importante.
—Tatiana, debes entender algo —dijo él—. La magia pre diluviana, ya sea atlante, mesoamericana o de otras partes del mundo, tiene más en común de lo que crees. Aunque los rituales y símbolos puedan parecer diferentes en la superficie, su esencia es la misma. El padre de Auxplex es un chamán con vasto conocimiento en la magia pre diluviana. Conoce secretos que podrían sernos útiles, independientemente de su origen.
Tatiana se quedó en silencio, procesando lo que Vambertoken le estaba diciendo. Sabía que el vampiro era sabio, y aunque no le gustaba admitirlo, tenía razón. La magia antigua era un campo misterioso y poderoso, y las diferencias culturales entre las distintas regiones del mundo podían ser superficiales. Sin embargo, aún le resultaba difícil confiar en alguien externo para resolver un problema tan personal y peligroso como el del tótem de Drex.
De repente, el teléfono de Drex vibró. Lo sacó del bolsillo y miró la pantalla: Fabián. Se alejó unos pasos para atender la llamada, sin sospechar que Tatiana seguía cerca, lo suficientemente cerca como para escuchar sin esfuerzo.
De repente, el teléfono de Drex vibró. Lo sacó del bolsillo y miró la pantalla: Fabián. Se alejó unos pasos para atender la llamada, sin sospechar que Tatiana seguía cerca, lo suficientemente cerca como para escuchar sin esfuerzo.
—Fabián —saludó Drex, manteniendo la voz en un tono bajo—. ¿Qué sucede?
Al otro lado de la línea, Fabián suspiró antes de hablar.
—Drex, no sé si llamar a esto buena o mala suerte —empezó, su voz cargada de una mezcla de frustración y resignación—. El Cardenal… ha decidido que, de alguna manera, merezco ser reconocido por el Vaticano. Habla de darme una especie de medalla de fe, una cruz de honor.
Drex permaneció en silencio por un momento, frunciendo el ceño. Fabián nunca había buscado reconocimiento, mucho menos del Vaticano. Sabía que Fabián prefería pasar desapercibido, sobre todo por su relación clandestina con María. Una medalla no solo atraería atención no deseada, sino que lo pondría en el centro de miradas que podrían arruinarlo todo.
—Eso no es lo que quieres —dijo Drex finalmente, directo.
—No, para nada —respondió Fabián, su tono más serio—. Esto es lo último que necesito. María y yo estamos haciendo todo lo posible para mantenernos fuera del radar, y ahora esto amenaza con ponerme en el punto de mira de demasiadas personas. Pero eso no es todo…
Drex esperó, sabiendo que Fabián aún no había terminado. Notaba la incomodidad en su voz.
—Julián logró contactar con uno de los agentes de Zoltgar —añadió Fabián después de una pausa—. Sabíamos que el plan con el herrero era arriesgado, pero ha funcionado. Ahora tenemos una vía directa a Zoltgar.
Al oír el nombre Zoltgar, Drex notó de inmediato un cambio en el aire. Tatiana, que hasta ese momento había permanecido en silencio cerca del círculo, tensó los hombros. Aunque Drex no había prestado atención antes, el solo sonido de ese nombre la afectó profundamente. Tatiana se mordió el labio, desviando la mirada, tratando de disimular su malestar. Drex lo captó, pero no comentó nada.
Fabián, ajeno al efecto que el nombre causaba, siguió hablando.
—Es un avance, claro, pero no sé a qué precio. Zoltgar es peligroso, Drex. Estamos caminando sobre una línea muy delgada aquí.
Drex, todavía procesando la reacción de Tatiana, frunció el ceño. Hasta ese momento, no había comprendido el peso que el nombre Zoltgar tenía para ella. Algo en su actitud lo perturbaba.
—Lo sé —respondió Drex con cautela, aunque aún no comprendía del todo lo que estaba sucediendo—. ¿Estás seguro de que esto es lo mejor?
—No estoy seguro de nada en este punto —admitió Fabián—. Solo quería que supieras lo que está pasando antes de que todo se complique aún más. Por ahora, María y yo seguiremos siendo cautelosos.
Drex asintió, aunque Fabián no pudiera verlo. Algo en esa llamada lo había dejado intranquilo. No solo por Zoltgar, sino por la forma en que Tatiana había reaccionado. Habría que discutirlo más tarde, pero por ahora, lo importante era que el ritual saliera bien.
—Mantente en las sombras, Fabián. Evita que te descubran. Si ese reconocimiento del Vaticano llega a concretarse, podrías estar en un problema aún mayor.
—Lo sé. Haré lo que pueda para evitarlo —respondió Fabián con un suspiro—. Cuídate, Drex. Y cuida de Tatiana.
Drex colgó la llamada, guardando el teléfono en su bolsillo. Cuando levantó la mirada, vio a Tatiana caminar hacia el círculo con un semblante rígido, su incomodidad aún palpable. Algo en el nombre de Zoltgar la había perturbado profundamente, y Drex se preguntaba qué historia se escondía detrás de esa reacción.
Mientras la figura del padre de Auxplex aún no aparecía en el horizonte, Drex supo que, además del ritual que estaban por enfrentar, algo mucho más personal había salido a la superficie ese día. Tatiana, hasta ahora siempre reservada, parecía estar enfrentando una sombra de su pasado que él no había anticipado.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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