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El cazador de almas perdidas – Creepy pasta 99.

El Último Asedio en Pisac.

Las ruinas de Pisac se alzaban en la oscuridad de la noche, con una atmósfera densa y cargada de tensión. Vambertoken, el Archiconde vampírico, ascendía lentamente por las escaleras de piedra, sus ojos rojos como el fuego, fijos en el horizonte mientras el padre de Auxplex se apresuraba a iniciar el ritual en el sexto pilar. La energía que emanaba de los cánticos de los chamanes peruanos comenzaba a rodear el pilar, tejiendo un entramado místico a su alrededor, que irradiaba una luz tenue, un aviso de que el proceso había comenzado.

—Estamos muy cerca —murmuró Vambertoken con determinación.

Sin embargo, lo que el vampiro no había previsto era la aparición de los siete líderes de la Muerte Plata, un grupo de vampiros que, en algún momento, había liderado la insurrección de su propia especie. Uno de ellos, Isaías, se destacaba entre los demás, su rostro marcado por cicatrices que habían sido infligidas por el mismo Vambertoken durante la independencia de Latinoamérica, cuando lo había dado por muerto.

Isaías, un maestro de la necromancia, sonrió de forma cruel mientras emergía de las sombras, su mirada fija en Vambertoken.

—Nunca te imaginaste que volverías a verme, ¿verdad, hermano? —la voz de Isaías resonaba como un eco macabro—. Esta vez no escaparás con vida.

Vambertoken frunció el ceño, reconociendo la gravedad de la situación. Sabía que no solo estaba enfrentando a un enemigo del pasado, sino a un grupo de vampiros con habilidades únicas, dispuestos a hacer cualquier cosa por detener el ritual.

La Amenaza de las Gárgolas.

Mientras los líderes de la Muerte Plata se desplegaban, las nubes en el cielo se agitaron. Unas formas oscuras comenzaron a descender rápidamente. Gárgolas, bestias de piedra imponentes, fueron convocadas por uno de los vampiros del grupo, especializado en la magia arcana.

Las gárgolas surcaron los cielos, lanzándose hacia los helicópteros de Oricalco que sobrevolaban las ruinas, listos para derribarlos con sus garras afiladas como cuchillas. Los pilotos hicieron maniobras evasivas, pero las criaturas eran demasiado rápidas.

—¡Cuidado, están atacando desde el aire! —gritó uno de los operadores, mientras las gárgolas chocaban contra el metal de los helicópteros.

La situación se complicaba rápidamente, pero Tatiana, con su mente táctica afilada, ya había anticipado ese movimiento. Había ordenado que desde los helicópteros se soltara aerosol de mercurio para contrarrestar las hordas de vampiros sanguijuelas que avanzaban desde el norte. Ahora, esa niebla brillante no solo afectaba a los vampiros, sino que comenzaba a desintegrar las gárgolas en pleno vuelo, debilitándolas.

Las gárgolas cayeron como piedras, rompiéndose al chocar contra el suelo, liberando a los helicópteros para que retomaran su curso y brindaran apoyo aéreo al equipo de Oricalco.

El Retorno de los Vampiros Caídos.

Mientras las gárgolas caían, uno de los siete vampiros, el necromante, se adelantó. Era un maestro en el arte de devolver la vida a los muertos, y lo demostró levantando sus manos hacia el cielo oscuro, invocando una energía oscura que se extendió por el campo de batalla. Los cadáveres de los vampiros sanguijuelas que habían caído debido al aerosol de mercurio comenzaron a retorcerse, levantándose una vez más, ahora controlados por la voluntad de su maestro.

—Ellos nunca descansan… —susurró Vambertoken, observando cómo los muertos volvían a caminar.

El ejército de vampiros reanimados avanzaba de nuevo, listos para atacar con una furia renovada. Drex, que había estado protegiendo la entrada a las ruinas junto a Vambertoken, se lanzó a la carga, sus instintos de licántropo aguzados por la tensión del combate.

Con cada paso, sus músculos se tensaban y su sed de sangre aumentaba. Sabía que la transformación estaba cerca, pero también sabía que, una vez transformado, tendría que depender solo de su fuerza física, ya que no podía usar su Chokuto ni sus armas mientras estaba en su forma de bestia.

A medida que el ejército de vampiros avanzaba, Drex dio un paso atrás y, sin dudarlo, dejó que la transformación lo envolviera. Sus huesos se retorcieron y su piel se estiró mientras su cuerpo tomaba la forma de un hombre lobo, sus garras afiladas preparadas para desgarrar a sus enemigos. Un rugido bestial escapó de su garganta mientras se lanzaba sobre los vampiros reanimados.

Tatiana, que observaba desde su puesto de mando, sabía que este era el momento. Con el control del campo de batalla recuperado gracias al aerosol de mercurio y la caída de las gárgolas, ahora podía movilizar a todas las fuerzas de Oricalco hacia las ruinas de Pisac para dar apoyo a Vambertoken y Drex.

—¡Muevan a todos los escuadrones hacia el pilar! ¡Debemos proteger a Vambertoken y al padre de Auxplex a toda costa! —ordenó con firmeza.

El Ritual Avanza: Protección y Resistencia.

Arriba, en la cima de las ruinas, el padre de Auxplex y los chamanes peruanos estaban inmersos en el ritual. Las energías místicas que rodeaban el sexto pilar brillaban con una intensidad creciente, lo que indicaba que el proceso estaba cerca de completarse. Sin embargo, los líderes de la Muerte Plata no iban a permitir que el ritual concluyera sin luchar.

Isaías, el necromante, utilizó su poder para invocar una maldición que comenzó a corroer las defensas místicas que los chamanes habían levantado alrededor del pilar. Las sombras comenzaron a filtrarse a través de los escudos de energía, acercándose peligrosamente al corazón del ritual.

—¡Resistan! —gritó el padre de Auxplex, mientras reforzaba las barreras con un cántico más potente.

Vambertoken, aun cubriendo el ritual, invocó un escudo propio, bloqueando las sombras con su poder vampírico, pero el esfuerzo le estaba pasando factura. A pesar de su increíble poder, enfrentarse a tantos enemigos a la vez estaba drenando su energía.

La Llegada de los Refuerzos.

En ese momento, Tatiana, Fabián, María, Julián y el resto de los refuerzos de Oricalco llegaron a las ruinas. Al ver el caos que se desataba a su alrededor, Fabián supo que no había tiempo que perder. Sacó su Biblia y comenzó a recitar con fervor, su voz resonando como una trompeta celestial en medio del caos.

“El Señor destruirá a los impíos y sus ejércitos; su ira se desatará como una tormenta y consumirá a aquellos que caminen en la oscuridad.” (Isaías 13:9)

El poder de sus palabras comenzó a afectar a los vampiros reanimados, destruyéndolos con ondas de energía sagrada que iluminaban el campo de batalla. María, a su lado, usaba su clarividencia para guiar los ataques de los soldados de Oricalco, anticipando los movimientos de los líderes de la Muerte Plata.

Julián, aunque visiblemente agotado por la batalla anterior para recuperar el pilar, se unió a la lucha, usando sus habilidades como noble del Vaticano para enfrentarse directamente a uno de los vampiros enemigos, quien controlaba las gárgolas restantes.

El combate era intenso, pero con los refuerzos de Oricalco y la habilidad táctica de Tatiana, el equipo comenzó a ganar terreno.

El Ascenso del Sexto Pilar.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el padre de Auxplex pronunció las palabras finales del ritual. El sexto pilar brilló con una luz cegadora que atravesó el cielo oscuro, señalando que el poder de Paititi estaba un paso más cerca de ser desvelado.

Vambertoken ascendía por las ruinas de Pisac, con el padre de Auxplex apresurándose a iniciar el ritual en el sexto pilar. La activación de este pilar era crucial, pero había una gran amenaza en su camino: los líderes de la Muerte Plata. Entre ellos, se encontraba Isaías, un vampiro que Vambertoken había dado por muerto durante la independencia de Latinoamérica.

Mientras Isaías y los otros líderes lanzaban su ataque, Vambertoken usaba todo su poder para cubrir al padre de Auxplex, quien comenzaba a recitar los cánticos necesarios para la activación del pilar. Este sería el sexto de los siete pilares que Vambertoken necesitaba para acceder a Paititi.

El Ascenso del Sexto Pilar.

El sexto pilar comenzó a brillar con una intensidad cegadora, sus runas antiguas se iluminaron mientras las energías místicas que lo rodeaban se conectaban con los otros pilares que Vambertoken había activado previamente. El cielo sobre Pisac se iluminó, y la red mágica que unía los pilares se manifestó en el aire, formando patrones brillantes que parecían danzar entre las estrellas.

Con el poder del sexto pilar en funcionamiento, Vambertoken podía sentir cómo todo se alineaba. Solo faltaba uno: el séptimo pilar. Sin embargo, las cosas no serían fáciles. Los líderes de la Muerte Plata sabían que, si este pilar se activaba, sus planes caerían en pedazos.

Tatiana, demostrando su maestría táctica, había ordenado que los helicópteros de Oricalco lanzaran aerosoles de mercurio, debilitando a las hordas de vampiros sanguijuela que venían desde el norte, lo que le permitió redirigir sus fuerzas hacia las ruinas de Pisac. Mientras tanto, los líderes de la Muerte Plata habían comenzado a desplegar sus poderes únicos.

Uno de ellos, el necromante, usó sus habilidades para levantar a todos los vampiros caídos en el campo de batalla, reanimando sus cuerpos en un intento de contrarrestar las fuerzas de Oricalco. Pero, con la activación del sexto pilar, la energía mágica en el aire afectaba tanto a aliados como a enemigos. La magia etérea llenaba el campo de batalla, aumentando la fuerza de todos aquellos que podían aprovecharla.

El Enfrentamiento Final: Drex y el Vampiro de la Muerte Plata.

En medio de esta caótica batalla, Drex, en su forma de licántropo, se enfrentaba a uno de los líderes de la Muerte Plata, un vampiro particularmente despreciativo hacia los licántropos. Este vampiro, con su cuerpo cubierto de cicatrices y una sonrisa llena de odio, se lanzó hacia Drex con una velocidad sobrehumana, buscando acabar con él en un combate físico.

—Eres una aberración —escupió el vampiro, mostrando su asco mientras arremetía con puños y garras afiladas.

Drex, aunque en su forma más bestial, mantenía el control sobre su mente, pero sabía que no podía sostener el combate físico por mucho más tiempo sin desgastarse. El vampiro era rápido y fuerte, y cada golpe que lanzaba hacía temblar el suelo. Ambos se movían como sombras, golpeando y esquivando con una precisión letal.

Con un rugido, Drex lanzó un ataque con sus garras, pero el vampiro lo esquivó hábilmente, contraatacando con un puñetazo directo a las costillas del licántropo, lo que hizo que Drex retrocediera varios pasos. La sonrisa en el rostro del vampiro solo se amplió mientras veía a Drex luchar para recuperar el aliento.

—No eres más que una bestia. No mereces caminar entre nosotros —gruñó el vampiro, acercándose para un golpe final.

Pero Drex no se dejaría vencer tan fácilmente. Sabía que el odio que el vampiro sentía hacia los licántropos lo cegaba, y podía usar eso a su favor. Esperó pacientemente, analizando cada movimiento del enemigo, hasta que vio su oportunidad. En un rápido movimiento, Drex esquivó el golpe mortal que el vampiro intentaba asestarle y contraatacó con un violento mordisco directo a la garganta del vampiro.

El vampiro gritó de dolor, y mientras Drex lo mantenía atrapado, lanzó una serie de garras letales que desgarraron la piel dura del enemigo. Sin embargo, el vampiro no cedía; su odio lo mantenía en pie, luchando hasta el último aliento.

Ambos estaban empapados en sudor y sangre cuando el enfrentamiento alcanzó su clímax. Drex, en su forma de licántropo, estaba en el límite de su fuerza, pero su determinación no flaqueaba. Sabía que tenía que acabar con este enemigo antes de que fuese demasiado tarde. El vampiro, a pesar de su habilidad en combate físico, comenzaba a mostrar señales de desgaste. Los constantes ataques de Drex habían comenzado a debilitarlo, y su sonrisa confiada ahora se veía llena de furia y desesperación.

La Última Ofensiva de la Muerte Plata.

Mientras Drex luchaba contra el vampiro, los otros líderes de la Muerte Plata continuaban su ofensiva. Uno de ellos, un experto en gárgolas, convocó a varias de estas criaturas de piedra que descendieron del cielo con intenciones de destruir los helicópteros de Oricalco que rodeaban las ruinas. Aunque Tatiana había neutralizado gran parte de las fuerzas enemigas con su estrategia de aerosol de mercurio, las gárgolas representaban una nueva amenaza.

Pero las fuerzas de Oricalco no retrocederían. Fabián, utilizando sus rezos, logró debilitar a las gárgolas con energía sagrada, mientras María guiaba a los soldados de Oricalco a posiciones más seguras, usando su clarividencia para prever los ataques. Julián, aunque agotado, luchaba con todo su ser para mantener a raya a los vampiros restantes.

Los chamanes peruanos, con su conexión a la tierra y los elementos, comenzaron a utilizar su magia para crear barreras naturales que protegían a los soldados de Oricalco y reforzaban el ritual que el padre de Auxplex estaba realizando.

El Ritual Final y la Activación del Sexto Pilar.

Finalmente, con un último grito de poder, el padre de Auxplex logró completar el ritual. El sexto pilar brilló con una luz cegadora, y el aire en Pisac se llenó de energía mágica. La conexión entre los seis pilares era ahora visible para todos, como líneas de energía mística que cruzaban el cielo, uniendo lugares ancestrales a lo largo de América Latina.

Vambertoken, cubierto de sangre y agotado por la batalla, alzó la vista hacia el cielo. Sabía que estaban a un paso de alcanzar Paititi. Pero aún quedaba un último pilar por activar, y la Muerte Plata no se detendría hasta destruirlo todo.

Drex Frente al Último Líder Vampiro.

En el campo de batalla, Drex estaba cara a cara con el último líder de la Muerte Plata, el vampiro que tanto lo despreciaba. Ambos estaban exhaustos, pero sabían que solo uno saldría con vida de ese combate. El vampiro, a pesar de sus heridas, seguía sonriendo con odio.

—Tu existencia es un insulto, licántropo —gruñó el vampiro mientras se preparaba para su último ataque.

Drex, en su forma de hombre lobo, estaba listo para enfrentarlo. Aunque el combate físico había sido brutal, sabía que este era el momento decisivo.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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