El amanecer en la aldea de Auxplex trajo consigo una calma inquietante. Drex sabía que el día no sería fácil. Había enviado un mensaje a María temprano, instruyéndole que se reuniera con Fabián para confesarle la verdad. La charla que se avecinaba no solo pondría a prueba a María, sino también la amistad de Drex con Fabián.
La Obligación de María.
María miró su teléfono con el mensaje de Drex aún en la pantalla. Sabía que había llegado el momento, no podía huir más. Con el corazón acelerado, le respondió brevemente para confirmar que se encontraría con Fabián. Ella sabía que Drex también estaría cerca, observando desde las sombras, asegurándose de que todo ocurriera como debía ser.
Su hermana Tatiana estaba junto a ella, pero la mente de Tatiana aún divagaba entre los recuerdos de la Isla Encanto y el miedo constante de perder a Drex. Pensar en la situación de su hermana solo la hundía más en la preocupación. Tatiana estaba allí, sí, pero no podía estar completamente presente para María en ese momento crucial.
María intentó sacar algo de apoyo emocional de su hermana, pero los pensamientos de Tatiana se movían en otras direcciones, principalmente hacia la posibilidad de que Drex estuviera exponiéndose nuevamente al peligro con el Maestro Kenji. Esto la aterraba, y su incapacidad para ofrecerle a María el apoyo que necesitaba solo la hacía sentir más impotente.
Drex en la Sombra.
Como había prometido, Drex siguió a María a una distancia prudente, sin hacerse notar. Sabía que esta conversación sería un punto de inflexión, no solo para María y Fabián, sino también para él. Sentía el peso de la verdad sobre sus hombros y la obligación de asegurarse de que María confesara todo.
Desde una esquina oculta, Drex vigilaba, esperando que María finalmente encontrara el valor para enfrentarse a lo que había hecho.
El Encuentro: Fabián y María.
María llegó al punto de encuentro, donde Fabián ya la esperaba. Su rostro era una mezcla de confusión y anticipación. Fabián había sentido durante días que algo no estaba bien, y los sueños, cada vez más nítidos, solo confirmaban que algo se le estaba ocultando.
—Fabián… tenemos que hablar —comenzó María, sus palabras temblorosas, incapaz de mantener su voz firme.
Fabián asintió, sus ojos buscando alguna señal en los de María. Sabía que lo que estaba a punto de escuchar no sería fácil de digerir.
—Lo que te voy a decir es muy difícil para mí, pero no puedo seguir ocultándolo. He estado usando magia en ti, Fabián. Te he hecho olvidar cosas que ocurrieron entre nosotros… te manipulé para que no recordaras lo que pasó, y ahora… ahora todo está saliendo mal.
Los ojos de Fabián se abrieron con incredulidad. Lo que había sospechado, lo que sus sueños le habían mostrado, estaba ahí, en palabras claras.
—¿Qué…? —Fabián retrocedió un paso, como si la revelación fuera un golpe físico—. ¿Por qué harías algo así?
—Porque… me enamoré de ti, Fabián —confesó María, las lágrimas comenzando a brotar de sus ojos—. No sabía cómo manejarlo, y tenía miedo de que, si sabías la verdad, me odiarías. Así que usé la magia para mantener todo oculto, para que las cosas fueran más fáciles… para mí.
El silencio se apoderó del lugar. Fabián estaba congelado, intentando procesar lo que acababa de escuchar. María, su amiga, la persona en quien confiaba, había manipulado sus recuerdos, y ahora la verdad le pesaba como una losa.
Drex, desde su posición oculta, vio cómo la verdad impactaba a Fabián. Sabía que este momento llegaría, pero no esperaba que fuera tan devastador.
—No sé qué sentir… —dijo Fabián finalmente, su voz rota—. No sé si odiarte por lo que hiciste, o si… —Fabián no terminó la frase, pero María sabía a qué se refería. Fabián también sentía algo por ella, aunque todo estaba teñido de la manipulación.
Al finalizar la conversación, Fabián y Drex cruzaron una mirada rápida. Fabián comprendió en ese instante que Drex sabía todo, que había estado al tanto del engaño. No sabía si debía estar agradecido porque Drex había empujado a María a confesar, o si debía sentir traición por su silencio.
La Amenaza del Terremoto.
Mientras tanto, en la aldea de Auxplex, Tatiana ya estaba al frente de las operaciones de Oricalco. Junto a Óscar y Lía, revisaba los informes cuando de repente, un fuerte terremoto sacudió toda la zona.
—¡Pongan a todo el mundo en alerta! —ordenó Tatiana, mientras el suelo seguía temblando bajo sus pies.
El terremoto era mucho más fuerte de lo que cualquier sismo natural debería ser, y en su mente, Tatiana sabía que esto no era un fenómeno casual. La Muerte Plata debía estar involucrada.
—Óscar, Lía, tomen ocho escuadrones y vayan a investigar la fuente del temblor. No podemos permitir que nos tomen por sorpresa —continuó Tatiana, sabiendo que algo oscuro se gestaba bajo la aldea.
Sin perder más tiempo, Tatiana tomó la decisión de ir personalmente a escoltar a Vambertoken. Julián estaba regresando con el pilar, y no podía permitirse dejar ningún cabo suelto. Vambertoken no solía mostrarse preocupado, pero la intensidad de los temblores sugería que algo grande estaba por suceder
La Llegada de Julián y el Sexto Pilar.
Cuando Julián finalmente llegó, estaba visiblemente exhausto, mostrando las cicatrices de la intensa batalla que había tenido que enfrentar para recuperar el sexto pilar. A pesar de ello, su victoria era clara, y el pilar estaba ahora en manos de Oricalco.
Vambertoken, con una sonrisa de satisfacción, recibió el pilar y de inmediato ordenó a Pizarro que comenzara el proceso de activación.
—Pizarro, actívalo cuanto antes. No tenemos tiempo que perder —dijo Vambertoken, su tono autoritario.
Pero justo cuando Pizarro comenzó el ritual, otro terremoto sacudió la aldea, esta vez más fuerte. El suelo se abrió ligeramente bajo los pies de los presentes, y Tatiana sintió una oleada de adrenalina.
—¡Quiero helicópteros en el aire y todas las unidades de Oricalco en tierra preparadas para lo que sea! —ordenó Tatiana, su mente trabajando a toda velocidad. Lo que fuera que estaba ocurriendo, no iba a tomarles desprevenidos.
Diana, con sus dos cuchillas en mano y una expresión determinada, estaba lista. Su capacidad para transformarse en licántropa hasta tres veces al día sin poción y siete veces con la ayuda de alquimia la hacían casi imparable en combate. Sabía que la lucha que se avecinaba requeriría de todo su poder.
Ausplex y el Disco Lunar.
En medio de la agitación, Ausplex y su padre, el líder de los chamanes del Perú, comenzaron a descender hacia las profundidades de la aldea, buscando refugio. Los chamanes formaron un perímetro a su alrededor, protegiéndolos mientras transportaban con cuidado el Disco Lunar, conscientes de que su seguridad era primordial.
Sabían que los terremotos no eran naturales, y que la Muerte Plata estaba detrás de estos eventos. Pero también sabían que, con el sexto pilar activado, estaban un paso más cerca de sellar el destino de Paititi.
En medio del estruendo de la tierra que se movía, María cerró los ojos y permitió que su clarividencia se intensificara, bloqueando momentáneamente el tumulto emocional que aún cargaba tras la revelación a Fabián. Sabía que tenía que concentrarse. Las grietas que se estaban formando bajo la aldea no eran simples fisuras; había algo más, algo vivo y peligroso que se estaba gestando.
—Son elementales de tierra… —murmuró María, abriendo los ojos con un brillo de comprensión—. Están creando un pasadizo bajo la aldea. Al menos diez de ellos, perforando la roca como si fueran gusanos gigantes.
Fabián escuchó las palabras de María, y a pesar del torbellino de emociones dentro de él, decidió dejar de lado el resentimiento y la confusión. Sabía que tenía que confiar en María en este momento si querían sobrevivir.
—Dime qué hacer —respondió Fabián con firmeza.
María, asintiendo, comenzó a guiarlo. Fabián, con su fe inquebrantable, se arrodilló y levantó las manos hacia el cielo, comenzando un rezo en voz alta:
“Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y estáis completos en Él, que es la cabeza de todo principado y potestad.” (Colosenses 2:9-10)
La voz de Fabián resonó como un trueno sobre la aldea, su rezo dirigiéndose directamente hacia los elementales que se movían debajo de la tierra. Cada palabra que pronunciaba era una descarga de poder divino, y con la guía de María, Fabián estaba alcanzando a los seres elementales sin verlos.
María, con su clarividencia, se convirtió en los ojos de Fabián mientras él luchaba con la Palabra de Dios como su única arma. Ella le describía los movimientos de los elementales mientras Fabián pronunciaba cánticos para invocar el poder divino:
“Tú, Señor, eres mi escudo; mi gloria y el que levanta mi cabeza.” (Salmo 3:3)
A medida que Fabián continuaba, la tierra comenzaba a temblar menos. Estaba logrando detener a algunos de los elementales, pero no todos. Aún se movían bajo la aldea, y la situación se volvía cada vez más crítica.
En el mismo momento, Óscar y Lía estaban en contacto constante con Tatiana mientras evaluaban la situación en las ruinas de Pisac. Lo que descubrieron fue peor de lo que esperaban: una oleada masiva de vampiros sanguijuelas se acercaba rápidamente desde el norte. Sabían que no tenían suficiente fuerza para contener la amenaza.
—Tatiana, no vamos a durar ni cinco minutos con los ocho escuadrones que tenemos aquí —informó Óscar con urgencia—. Necesitamos todos los refuerzos disponibles de Oricalco o seremos arrasados.
Tatiana, que ya estaba manejando múltiples frentes, se tensó al escuchar el informe. No podía permitirse perder Pisac en este momento tan crítico. Inmediatamente, tomó la decisión de asignar a Drex como el escolta personal de Vambertoken mientras ella tomaba el control táctico de todas las operaciones en Pisac.
—Drex, quédate cerca de Vambertoken y asegúrate de que esté protegido. El combate final está a punto de empezar, y lo necesitamos vivo para coordinar el ritual del pilar —ordenó Tatiana.
Drex asintió, sabiendo que las cosas estaban a punto de volverse más peligrosas.
Mientras tanto, las grietas que los elementales habían abierto en la tierra comenzaron a emitir una extraña y oscura energía espiritual. De las profundidades de la tierra surgieron demonios, espectros y sombras oscuras, comenzando a invadir las ruinas de Pisac a lo lejos. Sus formas energéticas pasaban como ráfagas, extendiéndose hacia el campo de batalla.
Ausplex y los otros chamanes peruanos, quienes ya habían puesto el Disco Lunar a salvo, regresaron al frente para ayudar a Oricalco a contener el creciente número de espíritus y demonios. Su conexión con la naturaleza y su dominio de las artes chamánicas eran perfectos para enfrentar a estos enemigos espirituales. Con cánticos y gestos rituales, invocaron el poder de la tierra y el aire, formando un perímetro de protección.
“Los espíritus solo podrán avanzar si nosotros fallamos en mantenerlos a raya. Concentren su energía en el control de las zonas de poder.” —ordenó Ausplex, su voz profunda y segura.
Anael, la poderosa druida, aprovechó su conexión con la magia celta, mientras que Raúl, el skinwalker, invocaba el poder de los animales que habitaban el continente sudamericano. Ambos se unieron a la lucha, utilizando todas las bestias disponibles a su disposición. Raúl se transformó en un jaguar, luego en un águila, y finalmente en un oso, utilizando cada habilidad animal para enfrentarse a los vampiros sanguijuela y espectros.
Anael, por su parte, utilizaba la magia de los antiguos bosques celtas para invocar raíces y ramas, que surgían de la tierra para atrapar a los demonios y vampiros. Cada vez que uno de los vampiros intentaba avanzar, se encontraba atrapado por las poderosas fuerzas de la naturaleza que Anael comandaba con maestría.
Ambos estaban demostrando su valía en la batalla, manteniendo a raya a los enemigos que intentaban destruir las defensas de Oricalco.
Con dificultad y enfrentando las continuas oleadas de enemigos, Pizarro logró activar el sexto pilar. Cuando lo hizo, un destello de energía se expandió por toda la aldea. Vambertoken, que había estado esperando este momento, sonrió con satisfacción. Todos los pilares estaban ahora en su posesión.
—Es hora —dijo Vambertoken, reuniéndose con el padre de Ausplex en la parte más alta de las ruinas de Pisac. Ambos se preparaban para iniciar el ritual. Ya habían estado en Pisac antes, y sabían exactamente cómo proceder.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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