Cuentos de terror 82 La Nueva Sede en Nazca

La Reunión con Vambertoken.

Una vez que ambos se instalaron, Drex y Tatiana fueron convocados a una reunión con Vambertoken y el resto del equipo. Al llegar a la sala de reuniones, se encontraron con un grupo selecto de personas. Además de Vambertoken, también estaban Julián, Fabián, María, Óscar, Auxplex y su padre, un chamán anciano con una sabiduría insondable. La presencia de este último era particularmente notable, ya que parecía que él y Vambertoken compartían más que una simple alianza.

Vambertoken, como siempre, estaba impecable en su atuendo oscuro, con una pluma morada adornando su solapa, símbolo de su estatus y poder. Su mirada calculadora recorrió la sala mientras los últimos en llegar tomaban asiento.

—Me alegra ver que todos han llegado sin incidentes —dijo el vampiro, su tono formal pero con una ligera insinuación de control. Siempre le gustaba dar la impresión de que todo estaba bajo su dominio.

Tatiana se mantuvo erguida en su asiento, con los ojos fijos en Vambertoken, sin perder detalle de cada palabra que decía. Sabía que cada movimiento y cada palabra del vampiro tenían un propósito más profundo.

Vambertoken se levantó lentamente, comenzando a caminar alrededor de la mesa mientras explicaba los recientes desarrollos.

—He establecido una alianza con los chamanes del Perú, así como con las fuerzas del regente Ramírez en Colombia. Gracias a esta alianza, hemos logrado formar 30 nuevos escuadrones, además de los 10 que sobrevivieron del programa anterior, lo que nos da un total de 40 escuadrones listos para la operación —explicó Vambertoken con una satisfacción apenas disimulada.

Luego, se detuvo frente a Tatiana y la miró fijamente.

—Tatiana, estarás a cargo de reorganizar estos equipos. Tienes la experiencia y el liderazgo necesario para llevar a cabo esta tarea. Confío en que sabrás asignar los escuadrones de manera eficiente.

Tatiana asintió, aceptando la responsabilidad con la misma serenidad que siempre mostraba. Sabía que no era solo una tarea logística, sino una prueba de su capacidad para manejar un poder considerable dentro de Oricalco.

—Reorganiza los equipos y asigna ocho escuadrones a cada uno de los siguientes nombres: Drex, Óscar, Fabián, Julián y tú misma —agregó Vambertoken.

Tatiana comenzó a analizar mentalmente las habilidades de cada uno y cómo distribuir los escuadrones de manera que maximizaran su eficacia en las misiones futuras.

La Interrupción de Vambertoken.

Justo cuando Vambertoken estaba a punto de continuar con su discurso, su teléfono sonó. Era raro ver al vampiro interrumpido de esa manera, y el hecho de que atendiera la llamada en medio de una reunión tan importante generó una atmósfera de sorpresa e incertidumbre en la sala.

—Disculpen —dijo Vambertoken mientras se levantaba y salía de la sala con el teléfono en la mano.

El silencio que siguió fue inquietante. Los ojos de todos los presentes se movieron entre ellos, intentando comprender qué podría haber sido tan importante como para interrumpir a alguien como Vambertoken.

Aprovechando la oportunidad, Drex se acercó al padre de Auxplex, el chamán anciano que había permanecido en silencio la mayor parte de la reunión. Drex tenía muchas preguntas sobre la relación entre los chamanes del Perú y Vambertoken, y este era el momento perfecto para obtener algunas respuestas.

—Necesito saber algo —dijo Drex en voz baja, acercándose al anciano—. ¿Por qué confían tanto en Vambertoken? Sabes tan bien como yo que es un maestro en la manipulación.

El anciano lo miró con una expresión tranquila, aunque sus ojos reflejaban la profundidad de su experiencia y conocimiento.

—Vambertoken es muchas cosas, Drex —respondió el anciano con voz suave—. Es astuto, calculador, y siempre busca asegurar su poder. Pero hay algo en lo que puedes confiar: mientras su deseo sea mantener el mundo tal como ha sido, él será un aliado fiable.

Drex frunció el ceño, sabiendo que las palabras del anciano dejaban espacio para más interpretaciones.

—¿Y si ese deseo cambia? —preguntó Drex, aún desconfiado.

El anciano sonrió levemente, como si supiera algo que Drex no.

—Entonces, deberás estar preparado. Pero hasta entonces, Vambertoken es más útil como aliado que como enemigo.

Antes de que Drex pudiera procesar completamente las palabras del anciano chamán, sintió una presencia detrás de él. Al volverse, se encontró con Fabián, quien lo miraba con una mezcla de urgencia y preocupación en sus ojos. Su semblante era sombrío, y su cuerpo parecía más tenso de lo normal. Fabián se acercó rápidamente, mirando alrededor como si temiera que alguien más pudiera escucharlo.

—Drex, necesito hablar contigo. Ahora. Y por favor, que esto quede entre nosotros —susurró Fabián, con una intensidad que Drex no había visto antes en él.

Drex frunció el ceño, asintiendo levemente. Sabía que si Fabián estaba tan preocupado como para buscarlo en privado, debía ser algo grave. Fabián echó un vistazo alrededor para asegurarse de que nadie estuviera prestando atención y guió a Drex hacia una esquina más apartada del salón.

—¿De qué se trata? —preguntó Drex, manteniendo su voz baja para evitar que otros los escucharan.

Fabián respiró hondo, su rostro pálido y lleno de incertidumbre. Cuando habló, lo hizo con un tono vacilante, como si estuviera luchando con las palabras.

—Es sobre María… y las sesiones que hemos estado realizando —dijo Fabián, mirando nerviosamente a su alrededor antes de continuar—. Hace un tiempo empezamos a trabajar en algunas sesiones privadas, fuera de los conocimientos del Vaticano. Inicialmente todo parecía normal, pero… hay algo que no está bien.

Drex levantó una ceja, prestando toda su atención.

—¿Qué quieres decir con que no está bien? —preguntó Drex, ahora más preocupado.

Fabián se inclinó hacia él, susurrando con mayor urgencia.

—No recuerdo nada después de esas sesiones, Drex. Cada vez que terminamos, estoy completamente agotado, como si hubiera estado luchando contra algo… oscuro. Pero eso no es lo peor. He comenzado a sentir algo… dentro de mí, algo que no puedo explicar. Es como si… como si hubiera algo más, una presencia, un demonio, que está intentando apoderarse de mí.

Drex lo miró con creciente alarma. Fabián siempre había sido un hombre fuerte de fe, un guerrero espiritual que utilizaba su creencia para enfrentarse a lo sobrenatural, pero ahora parecía consumido por el miedo.

—¿Qué crees que está pasando? —preguntó Drex, bajando aún más la voz.

Fabián cerró los ojos, como si intentara mantener bajo control el terror que lo embargaba.

—No estoy seguro, pero temo que algo maligno, tal vez un demonio, me esté poseyendo durante esas sesiones. No puedo confiar en mis propios recuerdos, y siento el pecado dentro de mí, algo que jamás había experimentado antes. Y María… —Fabián vaciló un momento, tragando saliva—. María también está envuelta en esto. No sé si ella lo sabe, pero cada vez que estoy con ella, siento que esa oscuridad se vuelve más fuerte.

Drex sintió un escalofrío recorriéndole la espalda. María, quien siempre había sido una presencia calmada y sabia, ahora parecía estar vinculada a algo que ni siquiera Fabián podía comprender.

—¿Has hablado con María sobre esto? —preguntó Drex, aunque intuía la respuesta.

Fabián negó con la cabeza, sus ojos llenos de desesperación.

—No puedo. No sé cómo explicarlo, y no sé si ella está consciente de lo que está ocurriendo. No quiero alarmarla… o peor, que esto termine afectando nuestra relación. Pero necesito saber si estoy siendo manipulado, si realmente hay algo oscuro detrás de todo esto.

Drex miró a Fabián, tratando de asimilar toda la información. Era claro que algo estaba muy mal, y la situación se estaba volviendo más peligrosa de lo que había anticipado.