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Cazador de Almas Perdidas – Creepy pasta 60.

Llamas de Pasión y Sombras.

Drex caminaba por las calles de Bogotá, alejándose de la majestuosa mansión de Vambertoken. La ceremonia había concluido y las palabras de María aún resonaban en su cabeza como una advertencia clara y directa. “Si dejas que tus emociones te controlen, perderás todo lo que amas”. Esa frase había tocado algo profundo en él. Drex había pasado por eso antes, y no estaba dispuesto a repetir el mismo error.

Su mente comenzó a retroceder en el tiempo. Recordaba a Carolina, la razón por la que había decidido convertirse en licántropo, la razón por la que su vida había dado ese giro tan oscuro. Ahora, como purgador principal de Vambertoken, sabía que las cosas eran diferentes. Era más fuerte, más calculador. No era el hombre débil que alguna vez había sido, y ahora tenía el poder para proteger a aquellos que le importaban. Especialmente a Tatiana.

Con esos pensamientos, Drex decidió que necesitaba hablar con alguien de confianza. Auxplex era la persona perfecta. Tomó su teléfono y marcó el número de su viejo amigo, el chamán.

—Drex —la voz de Auxplex sonó alegre al otro lado de la línea—. No esperaba que me llamaras tan pronto. ¿Cómo fue la ceremonia?

Drex se relajó al escuchar la voz de su amigo.

—Fue… interesante, por decir lo menos —respondió Drex—. Vambertoken fue posesionado como Archiconde de Purga, y el poder que se siente en esa mansión es palpable. Pero lo más sorprendente fue ver a tu padre allí. No lo esperaba.

Auxplex dejó escapar una risa baja.

—Mi padre y Vambertoken tienen una larga historia. Han trabajado juntos más de lo que me gustaría admitir. Supongo que estaba allí para asegurarse de que todo saliera bien.

La conversación continuó de manera amena, ambos amigos compartiendo pequeñas anécdotas y detalles sobre sus respectivas vidas. Drex se sintió aliviado al poder hablar con alguien que comprendía el peso de la vida sobrenatural.

Antes de terminar la llamada, Drex recordó algo importante.

—Una última cosa, Auxplex —dijo, con un tono más serio—. ¿Sería posible contactar al monje japonés que me dio mi Chokuto cuando estaba en la comunidad chamánica del Perú? Con mi nuevo cargo, creo que podría necesitar mejorar o reforzar la espada. No sé si él puede ayudarme, pero quería intentarlo.

Auxplex se quedó en silencio por un momento antes de responder.

—Puedo intentar contactarlo —dijo finalmente—. El monje es… complicado de encontrar, pero haré lo posible. Te aviso cuando sepa algo.

Ambos se despidieron, y Drex colgó, sintiéndose un poco más centrado. La charla con Auxplex había sido un recordatorio de los viejos tiempos, de cuando las cosas parecían más simples.

Después de colgar, Drex decidió que era momento de poner en marcha otro plan que había estado considerando. Daniel, el alquimista, era un aliado valioso y alguien que Drex había mencionado a Vambertoken y al Archiconde Ramírez antes de dejar la ceremonia. Sabía que Daniel necesitaba formalizar su situación con el Colegio de Alquimia y que el Archiconde estaba interesado en conocerlo.

Sacó su teléfono nuevamente y llamó a Daniel.

—¿Drex? —La voz de Daniel sonaba sorprendida—. ¿A qué debo el honor?

Drex sonrió.

—Tengo buenas noticias para ti —dijo Drex—. Hablé con el Archiconde Ramírez, y está interesado en conocerte. Quiero que te presentes en la Guarida del Lobo para formalizar tu situación con el Colegio de Alquimia. Será una buena oportunidad para ti, Daniel.

Al otro lado de la línea, Daniel parecía incrédulo, pero la gratitud en su voz era evidente.

—No sé cómo agradecerte, Drex —dijo Daniel—. Sabes que estoy en deuda contigo. Cualquier poción que necesites, lo que sea, estaré a tu disposición. Te daré el mejor precio en el mercado blanco… y en el mercado negro.

Drex aprovechó la oferta sin dudar.

—Ahora que lo mencionas —dijo—, necesito un par de cosas. Quiero dos frascos de una poción de pasión total y dos frascos de una poción que inhiba todas mis emociones. Los recogeré en unos días.

Daniel se rio al escuchar el pedido.

—Vaya combinación, Drex. No preguntaré para qué las necesitas, pero estarán listas cuando las necesites.

Ambos se despidieron, y Drex se sintió un poco más preparado para lo que estaba por venir. Pero aún había algo que no podía sacarse de la cabeza: Tatiana. Sin pensarlo mucho, sacó su teléfono y marcó su número, pero justo antes de que ella contestara, colgó.

Sin embargo, casi de inmediato, Tatiana le devolvió la llamada.

Drex —su voz sonaba seria, pero había un matiz de ansiedad en ella—. ¿Podemos hablar? ¿Nos vemos en tu apartamento?

Drex dudó por un segundo, pero finalmente accedió. Sabía que había muchas cosas no resueltas entre ellos, y quizás era el momento de enfrentarlas.

El encuentro en el apartamento.

Poco tiempo después, Tatiana llegó al apartamento de Drex. El ambiente estaba cargado de una tensión que ambos podían sentir. Se saludaron brevemente y, sin decir mucho, se sentaron frente a frente. Al principio, intentaron hablar, pero las palabras no fluían. Lo que realmente estaba entre ellos no era algo que pudiera resolverse con simples conversaciones.

El silencio fue interrumpido cuando, de repente, la lujuria que habían reprimido tanto tiempo comenzó a desbordarse. Drex se acercó a Tatiana con la misma fuerza y deseo que había sentido antes en la Guarida del Lobo, pero esta vez ninguno de los dos se contuvo. Tatiana se dejó llevar también, y lo que empezó como una conversación tensa se transformó en un frenético y apasionado encuentro.

Las manos de Drex recorrían el cuerpo de Tatiana con urgencia, como si ambos supieran que este momento era inevitable. Sus labios se encontraron en un beso feroz, cargado de todos los sentimientos que habían estado guardando durante tanto tiempo.

—Esto no va a cambiar nada, Tatiana —murmuró Drex, entre besos—. Lo que siento por ti… no se va a desvanecer, sin importar cuán complicado sea.

Tatiana, con la respiración entrecortada, intentaba responder, pero las palabras se le escapaban entre suspiros. Lo único que podía hacer era entregarse al momento.

—Sé que no puedo seguir reprimiendo esto, Drex —logró decir finalmente, susurrando en su oído—. Pero… ¿qué será de nosotros después?

Drex no tenía una respuesta clara. Sabía que estaban entrando en un territorio peligroso, pero por primera vez en mucho tiempo, no quería pensar en las consecuencias. Quería sentir. Quería a Tatiana.

El momento entre ambos se tornó cada vez más frenético. El deseo y la pasión desbordaban, y pronto ambos estaban completamente entregados al momento. Fue un acto intenso, lleno de una mezcla de emociones crudas, donde tanto Drex como Tatiana parecían estar en una batalla interna entre lo que querían y lo que sabían que era correcto.

Finalmente, después de que ambos saciaron su deseo, Tatiana descansaba sobre el pecho de Drex, su respiración lentamente volviendo a la normalidad. Drex la observaba, su mente volviendo poco a poco a la realidad. La paz del momento fue interrumpida cuando el teléfono de Drex sonó.

Era Fabián.

Drex miró a Tatiana, quien seguía medio dormida, pero al escuchar el nombre de Fabián, abrió los ojos lentamente, escuchando en silencio.

Fabián, ¿qué ocurre? —dijo Drex, tratando de no despertar del todo a Tatiana.

—Quería contarte algo, Drex —la voz de Fabián sonaba tensa—. Es sobre los documentos que llevé a la sede separatista. No eran tan sensibles como pensé, pero hay algo extraño.

Drex frunció el ceño, prestando atención.

—Había una hoja completamente negra de tinta. No tenía nada escrito, solo estaba negra, como si fuera tinta derramada. Pero Vambertoken estaba especialmente interesado en que esa hoja fuera entregada. No recuerdo que la hayamos destruido en la sede… y cuando le mencioné esto a Vambertoken, le restó importancia.

La información hizo que Drex se pusiera en alerta. Algo no cuadraba

La revelación de Fabián hizo que el aire en el apartamento se volviera más denso. Drex escuchó con atención, mientras sentía que Tatiana, aún recostada sobre su pecho, también estaba alerta. Aunque ella no dijo nada, Drex sabía que estaba procesando cada palabra de la conversación.

—¿Qué piensas hacer? —preguntó Drex, su voz baja pero seria.

Fabián suspiró al otro lado de la línea.

—No lo sé —admitió Fabián—. Vambertoken parece estar manipulando algo que no puedo entender del todo. Esa hoja… No creo que fuera solo una pieza sin importancia. Hay algo más, Drex, y necesito saber qué es antes de que nos meta a todos en algo mucho más grande.

Drex asintió, aunque sabía que Fabián no podía verlo.

—Tienes razón en sospechar —dijo Drex—. Pero ahora mismo no podemos hacer mucho sin más información. Esa hoja está perdida, y sin ella, no podemos actuar. Lo mejor será que nos mantengamos atentos y esperemos el próximo movimiento de Vambertoken.

Hubo una pausa antes de que Fabián hablara de nuevo.

—Sí, tienes razón. Pero no me gusta esto, Drex. Algo oscuro se está moviendo, y siento que estamos en medio de todo. Mantente alerta.

Drex colgó la llamada, dejando que el silencio volviera a llenar el cuarto. Tatiana, que había estado escuchando en silencio, se movió ligeramente sobre su pecho.

—¿Crees que Fabián tiene razón? —preguntó en voz baja.

Drex respiró hondo antes de responder.

—Es difícil saberlo. Pero si algo he aprendido de Vambertoken, es que siempre está jugando con piezas que nosotros no vemos. No le restaría importancia a nada que él considere valioso.

Tatiana se sentó, envolviéndose en la sábana mientras lo miraba con ojos serios. Sabía que la conversación que estaban a punto de tener era inevitable.

—Lo de hoy… —comenzó, buscando las palabras adecuadas—. Lo que pasó entre nosotros… fue algo que deseábamos desde hace mucho, pero… no puede volver a ocurrir. Al menos no hasta que sepamos cómo manejarlo.

Drex la miró con una mezcla de frustración y comprensión. Sabía que tenía razón, pero eso no hacía que las cosas fueran más fáciles.

—No puedo negar lo que siento por ti, Tatiana —dijo Drex, su voz llena de sinceridad—. Pero tampoco puedo permitir que mis emociones me controlen. Hoy fue un error… uno que ambos quisimos, pero aún así un error.

Tatiana asintió lentamente, su mirada perdiéndose en el suelo.

—Lo sé —susurró—. Y por eso… no podemos dejar que esto se salga de control. Si seguimos así, todo podría desmoronarse, y ninguno de los dos puede permitirse eso. Especialmente tú, ahora que eres el purgador personal de Vambertoken.

Drex dejó escapar una leve sonrisa amarga.

—Es por eso que he tomado precauciones —dijo, recordando su conversación con Daniel, el alquimista—. He pedido a Daniel que prepare pociones para nosotros. Una para mantener el control sobre nuestras emociones… y otra para cuando el control no sea suficiente.

Tatiana lo miró, claramente sorprendida. Sabía lo peligroso que era jugar con ese tipo de alquimia, pero también entendía la necesidad detrás de esa decisión.

—No sé si eso es lo que necesitamos… —murmuró Tatiana, sus ojos mostrando la lucha interna que estaba teniendo—. Aún no he terminado de procesar lo que vi en La Vega, Drex. Pero lo que siento por ti… cada vez es más difícil de ignorar.

Drex la miró fijamente, sabiendo que esta conversación era el punto crucial en su relación. Aunque ambos sabían que había algo poderoso entre ellos, también entendían lo peligroso que sería dejar que sus sentimientos interfirieran con su trabajo.

Finalmente, Tatiana se levantó, comenzando a vestirse lentamente.

—Esto… fue solo por hoy —dijo en voz baja, pero con determinación—. No puede volver a pasar, no hasta que ambos sepamos cómo manejarlo. Y aún así… no puedo prometerte nada.

Antes de irse, Tatiana se acercó a Drex y lo besó con afecto, pero también con un toque de despedida. Ambos sabían que, aunque se querían, había demasiadas barreras entre ellos.

Drex se levantó de la cama y fue hacia el armario. Abrió una pequeña caja y sacó una caja de chocolates y unas flores que había guardado con esmero.

—Te prometí esto hace mucho tiempo, Tatiana —dijo, entregándoselas—. Y siempre cumplo mis promesas.

Tatiana tomó los chocolates y las flores con una sonrisa triste, pero agradecida. Sabía que, a pesar de todo, Drex siempre había sido alguien en quien podía confiar. Se despidió de él con un último beso, antes de salir del apartamento.

Tatiana caminaba por las calles en dirección a su casa, su mente completamente envuelta en los pensamientos de lo que acababa de ocurrir. Sabía que su hermana, María, la estaría esperando, y la sola idea de enfrentarla la aterrorizaba. María siempre sabía lo que pasaba, y esta vez no sería la excepción. Tendría que lidiar con sus sentimientos y con las preguntas de su hermana.

Pero antes de poder concentrarse en lo que diría, un último pensamiento cruzó su mente: la advertencia de Fabián sobre los documentos en la sede separatista. Algo oscuro estaba gestándose, y sabía que Drex estaría en medio de ello.

Drex, por su parte, se quedó solo en su apartamento, dejando que el silencio llenara el espacio que antes había compartido con Tatiana. Caminó hacia el sofá y encendió la televisión, esperando distraerse de la confusión que sentía.

Pero lo que vio en la pantalla lo dejó helado.

Un avance de noticias anunciaba un especial sobre los cuerpos desgarrados que habían sido encontrados en La Vega. Un cubrimiento especial que iba a ser transmitido la próxima semana.

Drex sintió que el peso del mundo volvía a caer sobre sus hombros. Sabía que esos cuerpos eran los criminales que había cazado durante su transformación, y aunque había creído que había cubierto bien sus huellas, parecía que el mundo humano estaba más cerca de descubrir la verdad de lo que él había anticipado.

El peligro no solo venía de Vambertoken y su juego de poder. El mundo humano también estaba comenzando a poner los ojos en los horrores que se ocultaban en las sombras.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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