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Cazador de Almas Perdidas – Creepy pasta 59.

El Juramento de Purga.

La mansión de Vambertoken, una fortaleza oculta en las profundidades de Bogotá, era el escenario de una ceremonia que marcaría un punto de inflexión en el mundo sobrenatural. El Archiconde de Purga de toda América estaba a punto de ser posesionado, y aunque la ceremonia se hacía en la más estricta discreción, los asistentes sabían que las repercusiones de este evento resonarían por todo el continente.

Drex observaba a la distancia cómo los invitados llegaban uno tras otro, figuras de poder y leyenda que él conocía bien. El padre de Ausplex, líder de las tribus chamánicas del Perú, estaba allí, un hombre imponente cuya presencia irradiaba sabiduría y poder ancestral. Julián, como veedor del Vaticano, caminaba con paso solemne entre los presentes, mientras que Archiconde Ramírez, el primer licántropo en ostentar un título tan alto dentro del Consejo Vampírico, estaba igualmente presente, su figura destacando entre las sombras como una señal de que los tiempos estaban cambiando.

La ceremonia estaba siendo orquestada por Václav Lallún Fénix, un antiguo miembro del Consejo de Ancianos Vampíricos, quien también era un amigo cercano de la familia Vambertoken. Sus movimientos eran precisos, cargados de una gracia sobrenatural que indicaba su antigüedad y poder. A su lado estaban los padres de Vambertoken, figuras imponentes que, aunque mantenían la compostura, miraban con orgullo a su hijo mientras se preparaba para asumir uno de los cargos más poderosos dentro del mundo sobrenatural.

Vambertoken, fiel a su estilo calculado y meticuloso, avanzaba hacia el centro de la sala con una calma absoluta. No había necesidad de grandes gestos ni de discursos rimbombantes. Cuando Fénix pronunció las palabras que lo hacían oficialmente el Archiconde de Purga, la sala se llenó de un silencio reverente. Vambertoken aceptó el título con un gesto sobrio, consciente del poder que ahora tenía en sus manos.

Sin perder tiempo, comenzó a nombrar a aquellos que estarían a su lado en esta nueva era de purga y orden. Tatiana, la primera en ser mencionada, fue presentada como su directora personal de Purga dentro del Oricalco. Su responsabilidad sería formar diez escuadrones élite con todas las unidades disponibles en América, algo que ella aceptó con una inclinación de cabeza, aunque sus ojos mostraban la seriedad del desafío que se avecinaba.

—Y ahora, quiero presentarles a mi Purgador Personal —continuó Vambertoken, girando la mirada hacia Drex—. Alguien cuya palabra solo será superada por la mía y por la del veedor del Vaticano, Julián.

Las palabras de Vambertoken resonaron en la sala mientras todos los ojos se dirigían hacia Drex. Fénix se acercó a él con un medallón de oro en las manos, un símbolo de su nuevo cargo. Al colocar el medallón sobre su pecho, pronunció un corto discurso, un juramento de lealtad y servicio.

—Juras cumplir con tu deber, ser la mano ejecutora del Archiconde y mantener el orden donde sea necesario, bajo la sombra del Consejo y la autoridad de Vambertoken. ¿Lo aceptas? —dijo Fénix con voz solemne.

Drex asintió, su mirada firme.

—Lo acepto.

La ceremonia continuó, y aunque Drex mantenía la compostura, sabía que había tomado una decisión de la que ya no había vuelta atrás. Ahora era oficialmente parte del engranaje que movería las purgas en América.

Fabián fue el siguiente en ser nombrado. Vambertoken lo presentó como su segundo purgador personal, asegurándose de que también recibiera el medallón y jurara cumplir con sus deberes. Aunque Fabián había estado luchando con sus propios conflictos internos, aceptó el cargo con seriedad, sabiendo que no tenía otra opción en este juego de poder.

El padre de Ausplex, cuya relación con Vambertoken se remontaba a décadas, observaba todo con ojos de sabiduría. La pluma morada, un símbolo de poder entre las tribus chamánicas del Perú, colgaba de su cuello como una señal de respeto mutuo entre los dos. Después de la ceremonia, se acercó a Vambertoken con una sonrisa.

—Has jugado bien tus cartas, viejo amigo —dijo el padre de Ausplex, su voz profunda resonando en la sala—. Nunca pensé que vería el día en que un vampiro como tú se convirtiera en el Archiconde de Purga.

Vambertoken sonrió con calma, inclinando la cabeza en señal de respeto.

—Los tiempos cambian, y nosotros debemos cambiar con ellos, Kaul —respondió Vambertoken, usando el nombre chamánico del líder—. Sabes tan bien como yo que este cargo era inevitable.

Drex, que se había acercado discretamente, escuchó la conversación con interés. Sabía que Kaul, el padre de Ausplex, era alguien a quien debía respetar, no solo por su poder, sino por su conocimiento. Drex saludó al anciano chamán con una inclinación de cabeza.

—Es un placer verte de nuevo, Kaul —dijo Drex con formalidad—. Aún recuerdo nuestra última conversación en Pisac.

Kaul lo miró con aprobación, recordando los eventos que habían compartido en el pasado.

—Drex, siempre es un placer verte —respondió el chamán—. Espero que esta nueva etapa te traiga la claridad que necesitas.

Antes de que la conversación pudiera profundizarse más, Vambertoken intervino.

—Fabián ya tiene su primer encargo como purgador, Drex —dijo con una leve sonrisa—. Deberías reunirte con él.

Drex asintió, sabiendo que su nueva vida como purgador estaba a punto de comenzar oficialmente.

La conversación con Fabián.

Minutos más tarde, Drex encontró a Fabián en uno de los corredores de la mansión. El sacerdote, aunque claramente perturbado por las recientes revelaciones y el cargo que ahora ostentaba, mantenía la calma.

—Vambertoken te ha dado tu primer encargo —dijo Drex, inclinando la cabeza ligeramente—. ¿De qué se trata?

Fabián suspiró, cruzando los brazos mientras miraba por una de las ventanas que daba al jardín de la mansión.

—Tenemos que ponernos a disposición de Tatiana —respondió Fabián—. Ella se encargará de reorganizar nuestro equipo, de reequiparnos y prepararnos para nuestras misiones. Será quien nos mantenga en pie de guerra, supongo.

Drex asintió, sabiendo que Tatiana no solo era capaz de esa tarea, sino que también era alguien con quien tenía un vínculo mucho más profundo.

—¿Cuándo empezamos? —preguntó Drex.

Fabián lo miró con una leve sonrisa.

—Tú puedes adelantarte. Yo hablaré con Tatiana mañana. Tienes tiempo ahora para aclarar las cosas con ella. Ya sabes… lo ocurrido en La Vega.

Drex dejó escapar una risa suave, sabiendo exactamente a lo que Fabián se refería. Aunque la tensión entre él y Tatiana seguía siendo palpable, sabía que debía enfrentarlo.

—Gracias, Fabián —dijo Drex antes de retirarse—. Nos vemos mañana.

El re equipamiento con Tatiana.

Drex se dirigió hacia la sección más profunda de la mansión, donde Tatiana lo esperaba. El ambiente entre ellos seguía cargado por lo ocurrido en La Vega, pero había una tarea que realizar, y ambos eran profesionales en su trabajo.

Tatiana lo recibió con una mirada seria, pero Drex podía ver la sorpresa en sus ojos cuando lo vio entrar.

—No sabía que habías aceptado el cargo —dijo Tatiana, su voz tranquila, pero con un matiz de confusión—. Creí que seguirías pensando en ello un poco más.

—Tampoco lo tenía claro hasta hoy —admitió Drex—. Pero ahora es oficial.

Tatiana lo miró con una mezcla de admiración y preocupación. Sabía lo que significaba ser parte del equipo de purga de Vambertoken, pero también estaba al tanto de las repercusiones personales que eso tendría para ambos.

—Vamos a empezar con tu reequipamiento —dijo Tatiana, cambiando de tema rápidamente—. Hay muchas cosas nuevas que quiero que veas.

Lo llevó a una sala completamente cerrada, un cuarto que solo ella podía abrir con una llave especial y un escáner de su iris. Dentro, las paredes estaban cubiertas de armas y equipos de última tecnología, todos diseñados para la purga de criaturas sobrenaturales.

Tatiana le mostró primero dos nuevas pistolas 9mm modificadas, similares a las que Drex ya usaba, pero con una diferencia crucial.

—Estas pistolas usan cargadores mixtos —explicó—. Mitad balas de plata, mitad balas de mercurio. Son más Letales —continuó Tatiana, mientras sostenía una de las pistolas con delicadeza—. Son las más letales para cualquier criatura sobrenatural, y ahora que el presupuesto ya no es un problema, podemos usar lo mejor de lo mejor. No tendrás que preocuparte por quedarte sin recursos, Drex.

Drex tomó una de las pistolas y la examinó cuidadosamente, sintiendo el peso equilibrado en sus manos. Sabía lo devastadoras que podían ser estas armas, pero lo que más llamaba su atención era la dedicación con la que Tatiana había preparado todo para él.

—Parece que te has asegurado de que esté bien equipado —dijo Drex, sonriendo levemente mientras probaba la pistola en su mano—. ¿Y qué más tienes para mí?

Tatiana se movió hacia una de las vitrinas y sacó un par de pantalones tácticos. Estos no eran ordinarios; estaban imbuidos con una magia especial.

—Estos pantalones están diseñados para adaptarse a tu transformación —explicó Tatiana—. Cuando te conviertas en licántropo, se fusionarán con tu piel, lo que significa que no quedarás desnudo cuando regreses a tu forma humana. Podrás guardar todo lo que necesites en estos compartimientos, y no perderás nada durante la transformación.

Drex dejó escapar una risa seca, haciendo un comentario con su típico humor negro.

—Ya era hora. No es exactamente cómodo quedar desnudo cada vez que vuelvo a ser humano. Menos cuando hay vampiros mirándome con cara de asco.

Tatiana sonrió brevemente, aunque era evidente que seguía manteniendo su profesionalidad. Sin embargo, el ambiente comenzaba a volverse más tenso, y no solo por el equipo.

Luego, sacó una gabardina del mismo material que los pantalones, que también estaba diseñada para transformarse junto con él. Tatiana explicó que le proporcionaría tanto protección física como mágica, lo que sería útil en sus futuras misiones como purgador.

—Esto es impresionante —dijo Drex mientras comenzaba a probarse el equipo, comenzando a desvestirse frente a Tatiana—. Me siento como si fuera un maldito súper héroe sobrenatural.

Tatiana se quedó inmóvil por un segundo, sus ojos vagando sin querer hacia el torso desnudo de Drex mientras él se cambiaba. Aunque intentaba mantener la calma y el enfoque, había algo en la situación que la desbordaba. La lujuria comenzaba a ganar terreno, pero ambos intentaron no dejarse llevar. El trabajo debía completarse, y sabían que no era el momento adecuado para perder el control.

El silencio en la sala fue interrumpido por un par de reclutas novatos de Oricalco, quienes irrumpieron en la sala buscando sus propios equipos. Los dos entraron sin darse cuenta del ambiente tenso, y aunque no notaron nada, Drex y Tatiana intercambiaron una rápida mirada, sabiendo que habían estado a punto de perder el control en un momento vulnerable.

—Bueno, parece que tenemos compañía —dijo Drex en tono de broma, mientras terminaba de ajustarse los pantalones—. Mejor volvamos a la tarea.

Tatiana, tratando de recomponerse, le entregó el último de los equipos mientras los novatos se alejaban. El reequipamiento estaba completo, y aunque la tensión aún flotaba en el aire, ambos sabían que tenían que mantener las cosas profesionales.

—Creo que estás listo —dijo Tatiana, intentando sonar neutral—. Esto debería bastar para tus primeras misiones como purgador.

Drex asintió, mirándola a los ojos con un respeto renovado, pero también con algo más que ambos sabían que estaba creciendo entre ellos, aunque sin poder darle nombre aún.

—Gracias, Tatiana —dijo Drex con sinceridad—. Has hecho un trabajo excelente.

Tatiana asintió en silencio mientras Drex se dirigía hacia la planta superior para encontrar a Fabián. Pero antes de irse, se detuvo y, sin decir más, salió rápidamente de la sala, sabiendo que había cosas que aún debían resolverse entre ellos.

María estaba esperando a Tatiana detrás de una de las paredes de la mansión, observando discretamente. Como la mejor clarividente de Latinoamérica, no le había tomado mucho esfuerzo darse cuenta de lo que había ocurrido en la sala de reequipamiento. Cuando Tatiana salió, intentando calmarse después del tenso encuentro con Drex, María se acercó a ella, su expresión serena pero preocupada.

—¿Todo bien? —preguntó María, con un tono que sugería que ya conocía la respuesta.

Tatiana dejó escapar un suspiro, sintiendo cómo su fachada de calma comenzaba a desmoronarse frente a su hermana.

—Sí, todo está bien —dijo Tatiana, aunque ambas sabían que no era completamente cierto.

María se cruzó de brazos, mirándola con una mezcla de empatía y firmeza.

—Sabes que no puedes dejar que esto te consuma, ¿verdad? —dijo María en tono serio—. Menos ahora que vas a tener a Drex al lado todo el tiempo. Eres la líder de Oricalco, Tatiana. No puedes dejarte llevar por las emociones. Lo que sucedió en La Vega… lo que está sucediendo ahora entre ustedes… Tienes que mantener el control.

Tatiana asintió, sabiendo que su hermana tenía razón. Como líder de Oricalco, debía mantenerse firme y objetiva, pero los sentimientos hacia Drex comenzaban a complicar todo.

—Lo sé —dijo Tatiana, su voz baja pero determinada—. Me comportaré a la altura. No dejaré que esto interfiera en mi trabajo.

María la observó durante unos segundos más antes de asentir.

—Confío en ti, Tatiana —dijo suavemente—. Pero también recuerda que esto no es solo sobre mantener el control en el trabajo. Tienes que ser sincera contigo misma y con lo que sientes. Pero hazlo de manera inteligente.

Tatiana respiró hondo, sintiendo que el peso en su pecho comenzaba a disminuir ligeramente. Sabía que tenía que encontrar el equilibrio entre sus sentimientos y su responsabilidad. No podía dejar que el trabajo o sus emociones la consumieran.

—Gracias, María —dijo finalmente, mirando a su hermana con gratitud.

María le sonrió antes de despedirse para continuar su camino. Tatiana, por su parte, sabía que el día aún no había terminado. Debía reunirse con Fabián para comenzar el reequipamiento de su equipo. Sabía que no podía dejar que sus emociones la desviaran de su deber.

Drex, por otro lado, había subido a la planta superior para despejarse y tomar un poco de aire fresco. Estaba esperando una conversación seria con María, algo que sabía que no podía evitar. Mientras caminaba por los pasillos de la mansión, se preparaba mentalmente para lo que venía.

Sabía que María, con su clarividencia, podía ver más de lo que él mismo entendía sobre la situación, y no había duda de que ella tendría cosas importantes que decir. Drex estaba dispuesto a escuchar, pero también sabía que las decisiones que tomaría en los próximos días serían clave para definir su futuro.

Finalmente, se detuvo frente a una de las puertas, sabiendo que María estaba esperándolo al otro lado.

—Es hora de hablar —murmuró Drex para sí mismo antes de abrir la puerta y entrar.

Sabía que esta conversación marcaría el siguiente paso en su vida, tanto como purgador como en su relación con Tatiana.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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