Creepypasta 57 Fuego en las Sombras

Cazador de Almas Perdidas – Creepy pasta 57.

Fuego en las Sombras.

El sol comenzaba a caer detrás de las montañas que rodeaban Bogotá, dejando la ciudad cubierta por un manto de luces naranjas y sombras alargadas. Faltaban dos días para la posesión oficial de Vambertoken como Archiconde de Purga de toda América, y el aire se sentía cargado de tensión, como si todos supieran que algo grande estaba por suceder. La realidad, sin embargo, era mucho más oscura y peligrosa de lo que cualquiera podría imaginar.

Drex caminaba lentamente por las calles, dirigiéndose hacia la mansión de Vambertoken, donde tenía programada una reunión. Sus pensamientos giraban alrededor de todo lo que había ocurrido recientemente: su relación con Tatiana, la manipulación de Julián, y la creciente influencia de Vambertoken sobre todos los involucrados. Sabía que algo grande estaba en marcha, pero aún no podía ver todas las piezas del rompecabezas.

Cuando llegó a la mansión, fue recibido por la oscuridad que siempre envolvía a esa casa, un lugar que parecía estar en constante sombra, incluso en pleno día. Las puertas se abrieron silenciosamente ante él, como si lo esperaran. Al entrar, se dio cuenta de que no era el primero en llegar.

Vambertoken estaba sentado en la gran mesa de la sala principal, rodeado por sus aliados más cercanos. Fabián ya estaba allí, sentado con una expresión tensa en el rostro. Junto a Vambertoken estaba Julián, quien había estado misteriosamente desaparecido por varios días. Y finalmente, en un rincón de la sala, estaba Óscar, el ex vampiro que había sido purgado y vuelto a convertir por el mismo Vambertoken.

—Ah, Drex —dijo Vambertoken con una sonrisa calculada—. Justo a tiempo. Toma asiento, tenemos cosas importantes de las que hablar.

Drex se sentó frente a Vambertoken, notando cómo los ojos de Julián lo seguían con una mezcla de cautela y resignación. Algo en el ambiente no estaba bien, y Drex lo sentía profundamente en sus huesos.

—Quiero hablarles sobre una misión —comenzó Vambertoken, su tono de voz suave pero imponente—. Una misión que debe realizarse antes de mi posesión como Archiconde de Purga, y que no debe dejar ningún rastro, ningún registro de su ejecución.

Drex intercambió una mirada rápida con Fabián, quien parecía aún más inquieto que antes. Sabía que lo que Vambertoken estaba por pedir no sería algo sencillo o moralmente claro.

—Fabián —continuó Vambertoken, volviéndose hacia el sacerdote—. Te necesito para destruir una pequeña sede separatista aquí en Bogotá. Quizá recuerdes haber estado allí alguna vez… por orden mía, por supuesto.

La burla en la voz de Vambertoken era palpable, y Fabián frunció el ceño, claramente disgustado.

—¿Recuerdas esa información que entregaste allí, Fabián? —Vambertoken preguntó, inclinándose hacia adelante con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos—. Algunos documentos muy comprometedores, tanto para ti como para mí. Lo único que estoy haciendo es protegerte.

La incomodidad en el rostro de Fabián era evidente. Sabía que había sido manipulado, usado por Vambertoken sin saberlo, y ahora estaba siendo arrastrado más profundo en un juego que no comprendía del todo.

—Destruir la oficina será fácil —dijo Vambertoken, desviando la mirada hacia Drex—. Está abandonada, sin vigilancia. Solo deben asegurarse de que todo se borre, incluido cualquier rastro de tu participación, Fabián. Para tu protección.

El sarcasmo en las palabras de Vambertoken era inconfundible, pero no había espacio para discutir. La misión ya estaba decidida.

—Óscar los acompañará —añadió Vambertoken, señalando al vampiro que hasta hacía poco tiempo había sido humano—. Se asegurará de que todo salga según lo planeado.

Drex miró a Óscar, intrigado por su presencia. Sabía que Óscar había vuelto a ser vampiro después de ser purgado, pero la razón detrás de su regreso al mundo de las sombras seguía siendo un misterio.

—Y por cierto, Drex —continuó Vambertoken, ahora con un tono más amistoso—. Fue muy inteligente de tu parte deducir lo del voto de no confianza tan rápido. Tengo que decir que me impresionaste.

Drex permaneció en silencio, sabiendo que Vambertoken usaba esos halagos como una manera de manipularlo, de llevarlo hacia donde quería.

—Quiero que sigas considerando mi oferta —añadió Vambertoken—. Serías un purgador perfecto. Pero tómate tu tiempo para pensarlo.

Drex asintió lentamente, aunque en su interior seguía dudando. Sabía que trabajar para Vambertoken lo llevaría a un lugar oscuro, pero al mismo tiempo, sentía que ya estaba siendo arrastrado hacia esa oscuridad, le gustara o no.

La misión.

La oficina separatista, tal como Vambertoken había dicho, estaba abandonada. El lugar se veía como un simple edificio deteriorado en el corazón de Bogotá, sin señales de actividad reciente. La luna iluminaba tenuemente la fachada, mientras Drex, Fabián y Óscar se acercaban con cautela.

Antes de entrar, Drex aprovechó la oportunidad para hablar con Óscar. Todavía le intrigaba por qué alguien elegiría volver a ser vampiro después de haber tenido una oportunidad de redención.