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‘El cazador de almas perdidas’. Creepy pasta 50.

La Ruta de la Sombra – Preparativos y Confesiones.

El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos cálidos de naranja y rosa. Las sombras se alargaban en el interior de la casa donde Drex, María, Tatiana, Fabián, y Vambertoken se preparaban para la próxima etapa de su misión. El ambiente estaba cargado de una tensión suave, esa que surge cuando se sabe que algo importante está por suceder, pero aún no ha comenzado.

Una Conversación Sincera.

Drex estaba sentado en una silla frente a una ventana, mirando hacia el exterior. Su mente, habitualmente enfocada en el próximo objetivo, vagaba por recuerdos y emociones que había intentado enterrar durante años. Recordaba a Carolina, su amor perdido, cuya muerte a manos de Zoltgar lo había transformado en lo que era ahora: un cazador implacable, pero también un hombre roto.

La voz suave de María González interrumpió sus pensamientos.

—Drex—, dijo ella con un tono de comprensión que solo alguien con su don de clarividencia podía poseer. María, la mejor clarividente de Latinoamérica, sabía más de lo que decía, no solo por sus visiones, sino porque conocía a su hermana Tatiana mejor que nadie. Sabía que algo estaba cambiando en la dinámica entre Drex y Tatiana, y sentía la necesidad de abordar el tema con su amigo.

Drex se volvió hacia ella, sus ojos oscuros revelando la tormenta interna que lo consumía. María se acercó, tomando asiento junto a él.

—Sé que Tatiana ha estado actuando de manera diferente últimamente—, comenzó María, sin rodeos, pero con una suavidad que indicaba que no quería poner a Drex en una situación incómoda—. Ella es mi hermana, y la quiero con todo mi corazón. Pero también te considero mi amigo, y sé que llevas una carga muy pesada sobre tus hombros.

Drex asintió lentamente, reconociendo la verdad en sus palabras.

—Lo sé, María—, respondió Drex, su voz profunda y cansada—. Tatiana es… diferente. Y lo que ha estado pasando entre nosotros es algo que nunca pensé que volvería a sentir. No después de Carolina.

El nombre de Carolina cayó como un peso en la conversación. María sabía lo que ese nombre significaba para Drex, y aunque nunca la había conocido en vida, entendía la importancia de su memoria para él.

—No quiero que mi hermana salga lastimada—, continuó María—. Tatiana ha sido siempre fuerte, casi indomable. Pero si esto no funciona, si no es correspondida, podría cerrarse emocionalmente de una manera que la lastimaría profundamente. Y no quiero que eso ocurra.

Drex miró a María, y vio en sus ojos la preocupación genuina por su hermana. Él también sabía que Tatiana no era alguien que se dejara llevar fácilmente por los sentimientos. Era una guerrera, una líder, alguien que controlaba su vida con mano firme. Pero últimamente, había comenzado a dejar que Drex viera un lado más suave y vulnerable de ella, algo que había despertado sentimientos en él que pensaba que estaban muertos.

—María—, dijo Drex con seriedad—. No sé qué va a pasar entre Tatiana y yo. No he tenido la oportunidad de hablar con ella directamente sobre esto. Pero te prometo que, pase lo que pase, seré honesto con ella. No quiero lastimarla, ni a ella ni a ti. Lo que sea que depare el futuro, se lo diré de mi propia voz.

Las palabras de Drex parecieron aliviar a María, quien soltó un suspiro de alivio.

—Eso es todo lo que te pido, Drex—, dijo con una sonrisa triste—. Solo quiero que ambos sean felices, de la manera que sea posible.

Drex asintió, sintiendo un peso menos sobre sus hombros. Aunque aún había mucho por resolver, sabía que al menos tenía la comprensión de María, y eso le daba un poco de paz.

El Plan de Seguridad.

La puerta de la habitación se abrió, y Tatiana y Fabián entraron, acompañados por Vambertoken, quien parecía estar meditando sobre algo. La reunión de planificación había concluido, y era hora de informar a Drex y María sobre los detalles.

Tatiana, en su calidad de general del nuevo Oricalco reformado bajo el mando del Archiconde, tomó la iniciativa para explicar los arreglos de seguridad.

—Hemos diseñado un esquema de seguridad exhaustivo para la visita de Vambertoken al Vaticano—, comenzó Tatiana, mostrando la misma confianza y determinación que siempre había caracterizado su liderazgo—. El Vaticano es un territorio que podría volverse hostil muy rápidamente, especialmente considerando la situación política actual y la presencia del prisionero vampiro.

Drex, que ya había asumido que su papel sería crítico en esta misión, se enderezó en su silla, prestando atención a cada palabra.

—Drex—, continuó Tatiana, dirigiéndose a él—, serás el escolta personal de Vambertoken. Estarás a su lado en todo momento, y tu única prioridad será proteger su vida.

Fabián y yo—, Tatiana señaló a Fabián—, junto con María, formaremos el segundo anillo de seguridad alrededor del Archiconde y el prisionero. Seremos responsables de cualquier amenaza que se acerque demasiado. Además, el escuadrón de Oricalco que seleccioné personalmente, los mismos que sobrevivieron a la guerra de Pisac, nos respaldarán. Son los mejores de los mejores.

Drex asintió, sintiendo una oleada de confianza al saber que contaría con un equipo tan capaz. Conocía la capacidad de esos guerreros, y aunque la misión sería peligrosa, sabían cómo trabajar juntos bajo presión.

—Sin embargo—, agregó Fabián, interviniendo en la conversación—, hay un detalle que podría complicar las cosas. El Archiconde tiene planeado solicitar una orden de absolución para el vampiro prisionero.

María frunció el ceño, mostrando su preocupación.

—¿Absolución?—, preguntó, su tono lleno de duda—. Eso podría ser un detonante para un conflicto, especialmente dentro del Vaticano. Los vampiros y el Vaticano nunca han tenido una relación… amigable.

Fabián asintió.

—Lo sé, y también Vambertoken lo sabe—, dijo—. Pero su plan va más allá de la simple absolución. Después de la visita al Vaticano, tiene planeado dirigirse directamente al Consejo de Ancianos Vampíricos, donde están sus padres, Seraph Lunwox Vambertoken y Zakfig Vambertoken. Quiere solicitar la declaración de Territorio en Purga para Latinoamérica, lo que le otorgaría más poderes para enfrentar las amenazas que hemos estado enfrentando.

La revelación dejó a todos en silencio por un momento. Drex sabía que Vambertoken era un estratega formidable, alguien que siempre tenía un plan, pero esta jugada era particularmente audaz. Si lograba su objetivo, tendría el poder necesario para erradicar cualquier amenaza que se interpusiera en su camino.

Una Conversación Pendiente.

Tatiana se movió sutilmente hacia Fabián, dándole una señal casi imperceptible. María, captando la indirecta, se acercó a Fabián y le sugirió que fueran a revisar algunos detalles de última hora antes de la partida. Era evidente que querían dejar espacio para que Tatiana y Drex tuvieran una conversación privada.

Fabián y María se retiraron, dejando a Tatiana y Drex solos en la habitación. Ambos sabían que este momento tenía que llegar, pero ahora que estaban frente a frente, el peso de lo que no se había dicho parecía llenar el aire.

Tatiana fue la primera en hablar.

—Drex—, comenzó, su voz suave pero con la determinación de alguien que no esquivaba las confrontaciones—, no somos niños. Sabemos lo que ha estado pasando entre nosotros, lo que ha ido creciendo. Pero también sé que tu corazón aún no ha cerrado completamente la página de Carolina.

Drex bajó la mirada por un momento, sintiendo una punzada de culpa en su pecho. No podía negar que aún pensaba en Carolina, en lo que habían compartido, en lo que habían perdido. Pero también sabía que algo había cambiado dentro de él. Tatiana había despertado algo que creía muerto, y eso lo confundía.

—Tatiana—, dijo finalmente, levantando la mirada para encontrarse con la de ella—, nunca pensé que volvería a sentir algo por alguien después de Carolina. Pero tú… tú has hecho que algo en mí cambie. No sé cómo afrontarlo, no sé cómo manejarlo. Pero lo que sí sé es que te necesito. Solo te pido un poco de tiempo para entenderlo, para… para saber cómo seguir adelante.

Tatiana lo observó en silencio por un momento, antes de esbozar una sonrisa que combinaba la fuerza de una guerrera con la suavidad de alguien que estaba dispuesta a esperar.

—Drex—, dijo con un tono coqueto—, no te preocupes. Tómate el tiempo que necesites. Pero recuerda algo—, añadió, acercándose un poco más—, me debes una cita cuando toda esta locura termine. Y quiero flores y chocolates, ¿entendido?

La sorpresa de Drex fue evidente, pero también lo fue la sonrisa que no pudo evitar mostrar. Tatiana, en su forma directa y salvaje, lo había desarmado completamente.

—Lo entiendo—, respondió Drex, su voz llena de una mezcla de alivio y algo más—. Te lo prometo.

Tatiana, viendo la reacción de Drex, se inclinó hacia él y le dio un beso en la mejilla, antes de alejarse con una sonrisa traviesa.

—Me alegra escuchar eso—, dijo mientras se giraba para irse—. No lo olvides, Drex. Te estaré esperando.

Drex, sorprendido y aún procesando lo que acababa de ocurrir, sintió una extraña y cálida sensación en su pecho. Pero antes de que pudiera disfrutar completamente de ese momento, algo captó su atención.

La Sombra del Archiconde.

Desde una ventana cercana, Vambertoken observaba la escena mientras tomaba té con una calma inquietante. Drex sintió que la calidez del momento se disipaba instantáneamente, reemplazada por una tensión palpable.

Drex se acercó al vampiro, su expresión seria, casi amenazante.

—¿Qué crees que estás haciendo?—, espetó Drex, su voz baja pero cargada de peligro—. No dejaré que vuelvas a arruinar algo que signifique felicidad para mí.

Vambertoken, sin inmutarse por el tono de Drex, continuó tomando su té con una expresión que mezclaba indiferencia y diversión.

—Ah, Drex—, dijo Vambertoken finalmente, dejando la taza en la mesa—, no es mi intención arruinar nada. De hecho, si lo que he olido en las feromonas de Tatiana en los últimos días es cierto, diría que ya era hora de que algo como esto ocurriera.

Drex lo miró con una mezcla de sorpresa y desconfianza. Vambertoken continuó, ahora con un tono más serio.

—Mis métodos pueden ser… molestos para ti—, admitió el Archiconde—. Pero nunca olvides, Drex, que mi sueño es un mundo donde los seres sobrenaturales y los humanos puedan coexistir, tal como siempre ha sido. Y en cuanto a Tatiana, si realmente quieres que tenga unos días libres después de que volvamos, puedo hacer que eso suceda. Considera que te lo debo.

Drex, aún desconfiado, se relajó un poco al escuchar las palabras de Vambertoken. Sabía que el vampiro tenía sus propios motivos y planes, pero también entendía que, en el fondo, compartían el mismo objetivo: proteger a quienes amaban, aunque sus métodos fueran muy diferentes.

Vambertoken, viendo que la conversación había llegado a su fin, se levantó y se dirigió a la puerta.

—Nos veremos al anochecer, Drex—, dijo mientras salía de la habitación—. Descansa. Necesitarás toda tu fuerza para lo que está por venir.

Mientras la puerta se cerraba detrás de Vambertoken, Drex se quedó solo en la habitación, procesando todo lo que había ocurrido. Sabía que los días venideros serían cruciales, no solo para su misión, sino también para su propio destino y el de aquellos que comenzaban a ocupar un lugar especial en su corazón.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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