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‘El cazador de almas perdidas’. Creepy pasta 49.

La Ruta de la Sombra La Cacería en la Bahía.

Drex y Fabián permanecían en silencio dentro de la camioneta, observando la bahía clandestina desde la distancia. Las sombras de la noche cubrían el lugar, pero ambos podían distinguir las siluetas de varias lanchas amarradas a muelles improvisados. El lugar estaba cargado de una tensión casi tangible, una quietud que presagiaba la violencia inminente.

La Preparación.

Fabián fue el primero en romper el silencio, su voz apenas un susurro.

—Antes de hacer cualquier movimiento, necesito avisar a Vambertoken—, dijo mientras sacaba su celular. Fabián escribió rápidamente un mensaje a Vambertoken, incluyendo la ubicación exacta y la situación que enfrentaban. Una vez enviado, guardó el celular y se preparó para salir.

Drex, con su habitual pragmatismo, asintió. Sabía que cualquier apoyo adicional sería crucial en un lugar como ese.

—Será un enfrentamiento rápido— comentó Drex mientras se ajustaba su Chokuto en la espalda y revisaba su 9mm modificada—. Necesitamos asegurarnos de que nadie logre escapar por el agua. Si lo hacen, perderemos nuestra oportunidad de obtener la información que buscamos.

Fabián, mientras tanto, revisaba sus propias armas: estacas, botellas de agua bendita, su Biblia y algunos crucifijos, todo lo necesario para enfrentarse a cualquier criatura sobrenatural.

—Estoy listo—, dijo Fabián con firmeza—. Recuerda, ahora puedo focalizar mis rezos. Lucharemos juntos esta vez.

Ambos salieron de la camioneta con sigilo, moviéndose hacia las sombras en dirección a los muelles. La oscuridad los envolvía, pero estaban acostumbrados a moverse en esos entornos. Drex lideraba, su instinto de cazador guiándolo, mientras que Fabián lo seguía, preparado para desatar su poder sagrado cuando fuera necesario.

El Primer Contacto.

A medida que se acercaban a las lanchas, comenzaron a distinguir las figuras que se movían entre los botes. Eran vampiros, y por la manera en que actuaban, no se trataba de simples peones. Estaban organizados y parecían estar esperando algún tipo de transporte importante.

Drex y Fabián se miraron y asintieron, conscientes de que debían actuar con rapidez. Drex se lanzó hacia adelante, usando su fuerza sobrehumana para saltar sobre uno de los vampiros antes de que este pudiera siquiera reaccionar. Con un movimiento rápido, Drex lo derribó y cortó su garganta con la Chokuto, deshaciéndose del cuerpo en un solo golpe.

Al mismo tiempo, Fabián levantó su Biblia y comenzó a recitar un salmo de exorcismo, invocando el poder sagrado que emanaba de las palabras. Los vampiros cercanos gritaron al sentir cómo sus cuerpos eran atacados por una fuerza invisible, mientras el agua bendita de las botellas que Fabián lanzaba comenzaba a corroer sus pieles.

El ataque sorpresa desató el caos. Los vampiros, dándose cuenta de que estaban siendo atacados, comenzaron a correr hacia las lanchas, desesperados por escapar. Drex, con su velocidad licántropa, se movió entre ellos como un huracán, destrozando a cualquiera que intentara ponerse a salvo.

Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, tres lanchas lograron despegarse del muelle, alejándose rápidamente en la oscuridad.

—¡Tenemos que detenerlas!— gritó Fabián mientras recargaba su pistola.

Drex asintió y, sin perder tiempo, ambos corrieron hacia una de las lanchas que aún estaba amarrada. Cortaron las cuerdas y saltaron a bordo, Drex al timón y Fabián tomando posición con su arma, listo para cualquier eventualidad.

La Persecución

La lancha rugió al ponerse en marcha, cortando las aguas de la bahía mientras Drex y Fabián perseguían a las tres embarcaciones que huían. La luna se reflejaba en el agua, iluminando tenuemente el camino, mientras el viento y las salpicaduras les golpeaban el rostro.

—¡No podemos perderlos!— exclamó Fabián, su voz apenas audible sobre el rugido del motor.

Drex, concentrado en la persecución, aceleró aún más, cerrando la distancia entre ellos y las lanchas que huían. Sabían que tenían poco tiempo antes de que sus objetivos alcanzaran aguas más abiertas, donde perderían cualquier ventaja que pudieran tener.

Una de las lanchas que perseguían tomó un giro brusco hacia la derecha, dirigiéndose hacia el norte, en dirección a San Andrés y Providencia. Drex lo notó, pero decidió seguir a las otras dos que mantenían un rumbo más directo hacia la costa de Nicaragua.

—Deja esa lancha— gritó Drex—. Nos concentraremos en las que van a tierra. No podemos dividirnos ahora.

Fabián asintió, entendiendo la lógica de Drex. Necesitaban capturar a alguno de los vampiros para obtener información, y las lanchas que iban hacia Nicaragua les ofrecían la mejor oportunidad.

La persecución continuó durante varios minutos más, hasta que las dos lanchas que seguían llegaron a la costa y se detuvieron en una pequeña playa aislada. Drex dirigió su lancha hacia la arena, encallándola deliberadamente mientras él y Fabián saltaban al suelo.

Los vampiros, sabiendo que estaban acorralados, intentaron hacer una última resistencia. Pero Drex y Fabián estaban preparados. Fabián levantó su Biblia y comenzó a recitar un nuevo salmo, esta vez invocando la luz divina que cegó momentáneamente a los vampiros, dándoles a Drex y a él la ventaja que necesitaban.

Drex, con su Chokuto en una mano y la pistola 9mm en la otra, cargada con balas de plata, se lanzó al combate. Los vampiros intentaron defenderse, pero sus esfuerzos fueron inútiles. Drex los abatió uno tras otro, hasta que solo quedó uno con vida.

El vampiro, viendo que no tenía escapatoria, intentó correr, pero Fabián lo detuvo arrojando una estaca que se clavó en su pierna, haciéndolo caer al suelo con un grito de dolor.

—¡Este es nuestro prisionero!— exclamó Fabián, mientras se acercaba al vampiro herido y le apuntaba con su arma—. No intentes nada o será tu final.

Drex se acercó, vigilando al vampiro mientras este intentaba arrastrarse en la arena. Sabía que tenían que ser cuidadosos. Aunque estaba herido, seguía siendo peligroso.

El Contacto con Vambertoken.

Con el vampiro inmovilizado, Fabián sacó su celular y marcó el número de Vambertoken. La llamada fue breve, y después de explicarle la situación, Vambertoken ordenó que se quedaran en su posición. Un equipo de Oricalco estaba en camino para recogerlos.

Poco tiempo después, varias lanchas con agentes de Oricalco llegaron a la playa. Drex y Fabián entregaron al prisionero, quien fue asegurado rápidamente con grilletes que anulaban su fuerza sobrenatural.

—Tenemos una dirección—, dijo Drex mientras entregaba a uno de los agentes el teléfono que había recuperado—. Esto podría llevarnos a la fuente de esta operación.

El agente asintió y lo guardó con cuidado.

—Vambertoken estará aquí en breve—, informó el agente—. Prepárense para moverse.

La Casa del Consejo Latinoamericano Vampírico.

Después de un viaje que pareció eterno, llegaron a una casa en apariencia modesta en las afueras de la ciudad. A simple vista, era una residencia normal, pero Drex y Fabián sabían que era una fachada. La verdadera naturaleza del lugar se reveló cuando fueron guiados al interior.

La casa estaba equipada con tecnología avanzada y medidas de seguridad impresionantes. Agentes de Oricalco patrullaban los pasillos, mientras que las paredes estaban cubiertas con símbolos de protección antiguos.

El prisionero fue llevado directamente a una sala en el sótano, diseñada específicamente para interrogatorios. Drex y Fabián siguieron de cerca, sirviendo como escoltas de Vambertoken, quien llegó justo cuando el prisionero fue asegurado a una mesa de tortura.

Vambertoken, con su habitual calma y frialdad, se acercó al vampiro con una mirada que habría hecho temblar a cualquiera.

—Tienes dos opciones—, comenzó Vambertoken, su voz suave pero cargada de amenaza—. O me das la conexión que quiero, o te torturaré hasta que confieses lo que quiero escuchar… delante del mismo Papa en el Vaticano.

El vampiro, que hasta entonces había intentado mostrarse desafiante, palideció al escuchar las palabras de Vambertoken. Sabía quién era el Archiconde y de lo que era capaz. Enfrentar su ira no era algo que cualquier criatura sobrenatural deseara.

—No sé mucho…— comenzó el vampiro, temblando—, pero lo que sé es que desde la Patagonia, la Muerte Plata y otros movimientos separatistas han estado acumulando recursos en México. Yo mismo he utilizado sedes del Ministerio Vampírico Colombiano para esconder mercancía cuando las cosas se complicaban…

La mención del Ministerio Vampírico Colombiano hizo que Vambertoken esbozara una sonrisa, la primera señal de emoción que mostraba en mucho tiempo.

—Por fin— murmuró Vambertoken, con una satisfacción apenas contenida—. Esta es la llave que necesitaba. Ahora, muéstrame la ubicación y dame la contraseña de esa base.

El vampiro, temeroso por su vida, dio toda la información que tenía. Vambertoken, después de confirmar con uno de sus agentes que la base mencionada existía y que la información era veraz, hizo una señal a sus hombres para que llevaran al vampiro a un lugar más cómodo.

—Llévalo a mis aposentos— ordenó Vambertoken—. Será mi huésped hasta que decida su destino.

Antes de que el vampiro fuera retirado, Vambertoken se volvió hacia Fabián.

—Fabián, encárgate de encontrarle una habitación apropiada— dijo, con un tono que sugería que la hospitalidad no era realmente lo que tenía en mente.

Fabián, obedeciendo, liberó al vampiro de las máquinas de tortura y lo escoltó fuera de la sala. Mientras lo hacía, Vambertoken se volvió hacia Drex.

—Quiero que te quedes— dijo Vambertoken—. Tatiana y María están en camino. Mañana partimos al Vaticano, y necesito que estés presente. Las cosas están a punto de llegar a un punto crítico.

Drex asintió, sabiendo que las piezas del juego de Vambertoken estaban por moverse en una dirección decisiva.

Fin del Creepypasta.

El vampiro fue llevado a una habitación asegurada, mientras Drex y Fabián permanecían en la casa, esperando la llegada de las hermanas González. El aire estaba cargado de anticipación, sabiendo que el destino de muchas fuerzas sobrenaturales estaba a punto de cambiar.

Vambertoken, mientras tanto, se retiró a sus aposentos, con una sonrisa apenas perceptible en sus labios. Había conseguido lo que tanto había buscado, y ahora, el tablero estaba listo para la próxima jugada.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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