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‘El cazador de almas perdidas’. Creepy pasta 41.

La Persecución en Villavicencio – Parte 1: El Enemigo de Mi Enemigo.

La noche se cernía sobre Villavicencio como un manto oscuro y opresivo. La ciudad, usualmente vibrante y ruidosa, parecía extrañamente silenciosa, como si estuviera conteniendo la respiración ante algo inevitable. Drex se encontraba en las sombras, observando con paciencia a su presa: la sacerdotisa que había sido liberada por Vambertoken, una mujer peligrosa que sabía mucho más de lo que dejaba ver.

La Sacerdotisa a la Fuga.

Drex la había estado siguiendo durante días. La sacerdotisa, aunque cansada y herida, era astuta, consciente de que alguien la acechaba. No había sido fácil mantenerse en las sombras, evitando ser detectado, pero Drex tenía experiencia en eso. Sabía cómo moverse sin ser visto, cómo esperar el momento perfecto para atacar. Sin embargo, esta vez no estaba aquí para cazar. No todavía. Primero, necesitaba respuestas.

La mujer, que había estado escondida en una pequeña pensión en las afueras de Villavicencio, parecía cada vez más desesperada. Drex podía verlo en sus movimientos, en la manera en que miraba por encima del hombro, como si esperara que algo, o alguien, la atacara en cualquier momento. Él sabía que, aunque fuera una aliada temporal, era extremadamente peligrosa, y no debía subestimarla.

Esperando el Primer Movimiento.

La misión de Drex era clara: obtener información sobre Ragnarok. Sabía que la sacerdotisa tenía conexiones con esa misteriosa organización, y que ella era la clave para desentrañar una parte del enigma que envolvía a la Muerte Plata y sus aliados. Sin embargo, la paciencia era crucial. Un movimiento en falso, y podría perder su oportunidad.

Desde su posición en la azotea de un edificio cercano, Drex observaba cómo la sacerdotisa salía de la pensión, encapuchada y con paso apresurado. Sabía que estaba débil, que no había tenido tiempo para recuperarse desde que Vambertoken la dejó escapar. Sin embargo, la determinación en sus ojos indicaba que no se rendiría sin luchar.

Drex la siguió a una distancia segura, utilizando los tejados y las sombras para mantenerse fuera de su vista. Sabía que ella estaba al tanto de que alguien la seguía, pero desconocía quién o qué era. Ese desconocimiento era su ventaja, y debía aprovecharlo al máximo.

El Contacto de Ragnarok.

Después de varias horas de persecución, la sacerdotisa finalmente se detuvo en un callejón estrecho, oscuro y desolado, donde la única fuente de luz era una farola parpadeante. Drex se escondió en las sombras, observando cómo ella sacaba un pequeño dispositivo de su túnica, similar a un teléfono, y comenzaba a enviar un mensaje.

Drex sintió que el ambiente a su alrededor se tensaba. Sabía que ese mensaje era el primer movimiento, la señal que había estado esperando. Ella estaba tratando de contactar a alguien en Ragnarok, probablemente para buscar refugio o ayuda. Lo que ella no sabía, o tal vez sí sospechaba, era que Ragnarok no dejaba cabos sueltos.

Mientras la sacerdotisa enviaba el mensaje, Drex se preparó. Sabía que la respuesta de Ragnarok no sería un rescate, sino una ejecución. La organización no iba a permitir que una pieza tan valiosa quedara en manos enemigas, y Drex estaba seguro de que enviarían agentes para silenciarla.

El Acecho de los Agentes de Ragnarok.

No pasó mucho tiempo antes de que Drex sintiera una presencia diferente en el aire, algo oscuro y ominoso. Los agentes de Ragnarok habían llegado, y estaban listos para acabar con la sacerdotisa. Desde su posición elevada, Drex observó cómo tres figuras encapuchadas se movían sigilosamente por las sombras, acercándose a la mujer con intenciones claramente homicidas.

Drex evaluó rápidamente la situación. No podía permitir que los agentes de Ragnarok mataran a la sacerdotisa antes de obtener la información que necesitaba. Sin embargo, también sabía que enfrentarse a ellos frontalmente no era la mejor opción. Necesitaba un plan, algo que le permitiera salvar a la sacerdotisa y, al mismo tiempo, obtener lo que necesitaba de ella.

Mientras los agentes se acercaban, Drex decidió actuar. Con un movimiento rápido y silencioso, se deslizó desde la azotea hacia el callejón, posicionándose detrás de los agentes de Ragnarok sin que ellos se dieran cuenta. Observó cómo los asesinos se preparaban para atacar a la sacerdotisa, que seguía ajena al peligro inminente.

El Ataque de Ragnarok.

Justo cuando uno de los agentes levantó una daga, listo para apuñalar a la sacerdotisa por la espalda, Drex se lanzó al ataque. Con una velocidad y precisión sobrenaturales, desarmó al primer agente, enviando la daga volando lejos. El segundo agente se dio la vuelta, sorprendido, pero Drex ya estaba sobre él, inmovilizándolo con una llave letal.

La sacerdotisa, al darse cuenta del peligro, giró rápidamente, lanzando un hechizo hacia el tercer agente, quien apenas logró esquivarlo. Sin embargo, estaba claro que ella estaba debilitada, y el hechizo no tuvo el impacto que había esperado. El tercer agente aprovechó su debilidad para avanzar, pero Drex lo interceptó, bloqueando su ataque con un cuchillo que había sacado de su cinturón.

La pelea fue breve pero intensa. Los agentes de Ragnarok eran hábiles, pero no estaban preparados para enfrentar a un cazador de la talla de Drex. En cuestión de minutos, dos de ellos yacían muertos en el suelo, y el tercero estaba gravemente herido, incapaz de continuar luchando.

Drex se quedó sobre el último agente, su cuchillo listo para el golpe final, pero se detuvo. Sabía que necesitaba respuestas, y matar a todos no le daría la información que buscaba.

—¿Dónde está Ragnarok?—, preguntó Drex, su voz baja pero llena de amenaza.

El agente, jadeando por el dolor, lo miró con odio.

—No… lo sabrás… nunca…—, escupió, antes de intentar un último ataque desesperado.

Pero Drex fue más rápido. Con un movimiento fluido, terminó con la vida del agente, dejando que su cuerpo cayera al suelo inerte. La pelea había terminado, pero el verdadero desafío apenas comenzaba.

La Alianza Inesperada.

Drex se giró hacia la sacerdotisa, quien lo observaba con desconfianza, claramente sorprendida por su intervención. No había esperado que alguien la ayudara, mucho menos alguien como él.

—¿Por qué me ayudaste?—, preguntó, su voz áspera por el cansancio y el miedo.

Drex guardó su cuchillo y se acercó lentamente, levantando las manos en señal de que no representaba una amenaza inmediata.

—Porque necesito respuestas—, dijo, sin rodeos—. Sé que estás conectada con Ragnarok. Y sé que ellos querían matarte para asegurarse de que no hablaras. Pero yo te necesito viva. Así que propongo una alianza temporal.

La sacerdotisa lo miró con ojos calculadores, sopesando sus opciones. Sabía que estaba en desventaja, debilitada y sin recursos. Si intentaba luchar, lo más probable es que él la matara. Pero si aceptaba su propuesta, podría tener una oportunidad de sobrevivir, al menos por ahora.

—¿Qué quieres de mí?—, preguntó finalmente, su tono más conciliador.

—Información—, respondió Drex, con firmeza—. Quiero saber todo lo que sabes sobre Ragnarok, sus operaciones, sus planes. Y a cambio, te ayudaré a sobrevivir a esto. Es un trato justo, ¿no crees?

La sacerdotisa asintió lentamente, consciente de que no tenía muchas opciones.

—De acuerdo—, dijo—. Pero no puedo prometerte mucho. Ragnarok no es fácil de entender, y hay cosas que ni siquiera yo sé. Pero te diré lo que pueda.

Drex aceptó su respuesta con un leve asentimiento. Sabía que era lo mejor que podía obtener en ese momento, y que cualquier información, por mínima que fuera, podría ser vital.

La Caída de los Agentes de Ragnarok.

Antes de que pudieran discutir más, Drex y la sacerdotisa escucharon un ruido a lo lejos, como pasos apresurados que se acercaban. Ambos se tensaron, preparándose para lo que fuera. Sin embargo, en lugar de más agentes de Ragnarok, lo que apareció fue un grupo de patrullas de la policía local, probablemente alertadas por el ruido de la pelea.

—Tenemos que irnos—, dijo Drex, tomando a la sacerdotisa del brazo y arrastrándola hacia la salida del callejón.

No fue fácil moverse con rapidez sin llamar la atención, pero Drex conocía bien los callejones y rincones de Villavicencio. Guiando a la sacerdotisa, lograron evadir a la policía y adentrarse en las sombras, donde los uniformados no se atreverían a seguirlos.

Finalmente, se detuvieron en un pequeño edificio abandonado, una vieja fábrica que había sido cerrada años atrás y que ahora servía como refugio temporal para aquellos que necesitaban ocultarse. Drex soltó a la sacerdotisa y la miró con seriedad.

—Tenemos un trato—, dijo, recordándole lo que había prometido.

La sacerdotisa, aún recelosa pero también consciente de su vulnerabilidad, asintió.

—Sí, tenemos un trato—, respondió, su voz más segura esta vez—. Y lo cumpliré.

El Comienzo de una Tensa Alianza.

Drex y la sacerdotisa sabían que su alianza era frágil, nacida de la necesidad y de la desconfianza mutua. Pero también sabían que, por ahora, se necesitaban el uno al otro. Los agentes de Ragnarok habían sido eliminados, pero no eran los únicos, y Drex estaba seguro de que pronto enfrentarían a más enemigos.

Mientras se preparaban para pasar la noche en ese improvisado refugio, ambos sabían que lo peor aún estaba por venir. Pero con la información que la sacerdotisa podía proporcionar, Drex tenía la esperanza de que, por fin, podría desentrañar los secretos de Ragnarok y, tal vez, dar un paso más hacia su objetivo final.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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