‘El cazador de almas perdidas’. Creepy pasta 36.
El Asalto Final en Pisac – La Caída Definitiva de la Muerte Plata.
La tierra bajo Pisac seguía temblando, agitada por las energías desatadas de la Killa Rawa y la furia desatada de la Muerte Plata. A medida que las grietas en el suelo se abrían y el vapor oscuro ascendía, el grupo se preparó para lo que sabían sería el último embate. Los hermanos Judgairmon estaban muertos, pero su legado de oscuridad aún perduraba, animando a los espectros y seres sombríos que surgían para continuar la batalla en su nombre.
La Resistencia Final.
Los espectros que surgieron de las grietas eran manifestaciones de antiguos guerreros caídos, sus almas atrapadas en una lucha interminable. Estos seres no eran simplemente fantasmas; estaban cargados de energía arcana, sus formas difusas envueltas en sombras que parecían absorber la luz misma. A pesar de su naturaleza etérea, eran tan mortales como cualquier enemigo físico que el grupo hubiera enfrentado hasta ahora.
Drex levantó su espada, observando cómo las criaturas se agolpaban, avanzando hacia ellos con una determinación implacable. Sabía que la Muerte Plata estaba lanzando su último recurso, pero también que este ataque desesperado tenía que ser contenido. Si permitían que estos espectros los superaran, la energía residual de la Killa Rawa podría activarse de nuevo, desencadenando un cataclismo que podría devastar no solo Pisac, sino también gran parte de la región.
—¡Formen un círculo!—, gritó Drex, tomando el mando una vez más. Diana, Tiranus, Auxplex y los chamanes se posicionaron a su alrededor, preparando sus armas y poderes para el último asalto.
Las entidades arcanas no esperaron. Se lanzaron hacia adelante, sus gritos silenciosos resonando en las mentes de los presentes. Drex se adelantó para interceptar a la primera, su espada cortando el aire con precisión letal. La hoja brilló al atravesar el cuerpo etéreo de la criatura, disipando la oscuridad que la formaba y desvaneciéndola en una nube de sombras.
Diana, con su agilidad sobrenatural, se movía entre los enemigos, cortando y evadiendo con una rapidez que dejaba a los espectros sin tiempo para reaccionar. A pesar de su velocidad, cada golpe que asestaba se sentía más pesado que el anterior; sabía que estaba llegando a los límites de su resistencia, pero no podía permitirse fallar.
Tiranus, utilizando su telequinesis, intentaba contener a las entidades, deteniéndolas en su avance o lanzándolas hacia atrás con un esfuerzo titánico. Cada movimiento de su mano resultaba en un enemigo arrojado contra las rocas o desintegrado por la fuerza pura de su poder. Sin embargo, las oleadas de criaturas parecían interminables, como si la tierra misma las estuviera escupiendo en un último intento de detenerlos.
Auxplex y los chamanes, sabiendo que sus habilidades eran cruciales en esta fase final, se concentraron en mantener la estabilidad de la Killa Rawa. El portal había sido cerrado, pero el artefacto seguía emitiendo pulsos de energía inestable, que necesitaban contener a toda costa. Inti, con su conexión con la luz solar, intentaba mantener la pureza del lugar, mientras Amaru usaba el agua para crear barreras protectoras alrededor del grupo. Pachacutec y Kuychi, combinando tierra y viento, erigieron defensas naturales que dificultaban el avance de los espectros, obligándolos a dividir sus fuerzas.
Una Nueva Amenaza.
Sin embargo, justo cuando parecía que la batalla comenzaba a inclinarse a su favor, una nueva amenaza surgió de las sombras. De una de las grietas más grandes emergió una figura diferente a las demás. No era un espectro, sino un ser de carne y hueso, aunque su apariencia no era completamente humana. Su cuerpo estaba cubierto de una armadura oscura, enredada en espinas y tentáculos que parecían vivos. Sus ojos brillaban con un fuego interno, una mezcla de odio y desesperación.
—¿Quién es ese?—, murmuró Drex, observando con cautela cómo la figura avanzaba hacia ellos con pasos lentos pero decididos.
Auxplex, sintiendo la energía que emanaba de la figura, frunció el ceño.
—Ese no es cualquier ser—, dijo en voz baja—. Es un Caballero de la Sombra, uno de los guardianes más antiguos de la Muerte Plata. Un ser vinculado directamente a la energía oscura que fluye en este lugar.
El Caballero de la Sombra levantó una mano, y de sus dedos brotaron látigos de sombra que se lanzaron hacia el grupo con una velocidad sorprendente. Drex, apenas a tiempo, levantó su espada para bloquear uno de los látigos, pero el impacto fue tan fuerte que lo hizo retroceder varios pasos. Los otros látigos golpearon las barreras levantadas por los chamanes, haciéndolas temblar bajo la presión.
—¡Mantened la línea!—, gritó Drex, mientras intentaba recomponerse del ataque.
Diana, con un grito de desafío, se lanzó hacia el Caballero de la Sombra, sus cuchillas brillando con una luz que contrastaba con la oscuridad del enemigo. Pero el Caballero era rápido y fuerte; sus movimientos eran un borrón de sombras, esquivando los ataques de Diana con una agilidad que casi igualaba la suya. Cada golpe que asestaba era meticulosamente calculado, buscando debilitarla y forzarla a una posición de desventaja.
Tiranus, viendo que Diana estaba en peligro, utilizó su telequinesis para intentar inmovilizar al Caballero, pero encontró resistencia. Era como si la oscuridad que envolvía al Caballero absorbiera parte de su poder, haciendo que el control sobre él fuera casi imposible.
—No es un enemigo común—, dijo Tiranus con esfuerzo, sudor perlado en su frente—. Está drenando mi energía.
Auxplex, comprendiendo la naturaleza del enemigo, supo que la única manera de derrotarlo sería neutralizar su fuente de poder.
—¡Debemos cortar su conexión con la oscuridad!—, gritó—. ¡Debilitar la energía que lo alimenta!
El Contraataque.
Drex, viendo que no podían simplemente enfrentarse al Caballero de la Sombra con fuerza bruta, decidió cambiar de táctica. Si el Caballero estaba vinculado a la energía oscura de la Killa Rawa, entonces la única forma de derrotarlo era desactivando esa conexión.
—¡Auxplex!—, llamó—. ¡Necesito que encuentres la fuente de su poder y la destruyas!
Auxplex asintió y, junto con los chamanes, comenzó a canalizar sus energías hacia el suelo, buscando las corrientes ocultas de poder que alimentaban al Caballero. Mientras tanto, Drex, Diana y Tiranus se prepararon para mantener al enemigo a raya el tiempo suficiente para que Auxplex completara su tarea.
El Caballero de la Sombra, percibiendo la amenaza, redobló sus ataques. Sus látigos de sombra se multiplicaron, golpeando desde todas las direcciones, tratando de abrumar al grupo. Drex, con un grito de desafío, bloqueó los golpes, desviándolos con su espada mientras Diana continuaba atacando con una velocidad implacable. Tiranus, aunque debilitado, seguía utilizando su telequinesis para desviar los ataques más peligrosos, protegiendo a los chamanes mientras trabajaban.
Auxplex, sintiendo la energía oscura que corría bajo sus pies, concentró sus esfuerzos en un punto en particular. Era allí donde la energía de la Killa Rawa y el Caballero de la Sombra se entrelazaban. Sabía que, si lograba romper esa conexión, el Caballero perdería gran parte de su poder.
—¡Lo encontré!—, gritó Auxplex—. ¡Necesito un poco más de tiempo!
Drex, Diana y Tiranus, aunque agotados, redoblaron sus esfuerzos, sabiendo que ese era el momento decisivo. Cada golpe que asestaban, cada barrera que levantaban, estaba dirigido a ganar esos preciosos segundos que Auxplex necesitaba.
Finalmente, con un grito de esfuerzo, Auxplex golpeó el suelo con ambas manos, canalizando todo el poder de los elementos hacia la fuente de energía oscura. La tierra tembló, y una grieta se abrió, liberando una ráfaga de energía pura que se estrelló contra el Caballero de la Sombra.
El Caballero dejó escapar un grito de dolor, su cuerpo envuelto en un resplandor oscuro mientras la conexión con su poder se rompía. Las sombras que lo rodeaban comenzaron a desvanecerse, y sus movimientos se hicieron más lentos, más torpes.
Drex, viendo la oportunidad, se lanzó hacia adelante. Con un grito de batalla, atravesó el pecho del Caballero con su espada, hundiéndola hasta el fondo. El Caballero de la Sombra dejó escapar un último suspiro antes de desmoronarse en una nube de sombras que se dispersó en el viento.
La Caída de la Muerte Plata.
Con la muerte del Caballero de la Sombra, la resistencia final de la Muerte Plata se desmoronó. Los espectros que habían sido convocados comenzaron a desvanecerse, incapaces de sostenerse sin el poder oscuro que los animaba. El aire se aclaró, y la energía inestable de la Killa Rawa comenzó a disiparse lentamente.
Auxplex, exhausto pero satisfecho, se levantó del suelo, sintiendo que el peligro había pasado.
—Lo logramos—, murmuró—. La conexión ha sido rota. La Muerte Plata ya no puede sostenerse.
Drex, Diana y Tiranus se reunieron a su alrededor, compartiendo un momento de alivio. Habían sobrevivido a la batalla más dura de sus vidas, y habían salido victoriosos.
—La Muerte Plata ha caído—, dijo Drex, su voz firme pero cargada de cansancio—. Este lugar ya no es una amenaza.
El sol comenzaba a asomarse por el horizonte, bañando el campo de batalla en una luz suave y dorada. Las ruinas de Pisac, que habían sido el escenario de una confrontación épica, ahora se encontraban en un silencio reverencial, como si la tierra misma estuviera recuperándose del caos que había sufrido. Drex, Diana, Tiranus, y Auxplex, aunque exhaustos, permanecían firmes, observando los restos de la Muerte Plata desmoronarse ante ellos.
La Última Defensa.
Con la muerte del Caballero de la Sombra, las fuerzas restantes de la Muerte Plata comenzaron a dispersarse. Los pocos vampiros sanguijuela y nigromantes que quedaban intentaron un último ataque desesperado, pero su moral se había roto junto con sus líderes. Drex pudo ver la desesperación en sus ojos mientras cargaban hacia ellos, sabiendo que su fin estaba cerca.
—¡No se detengan ahora!—, gritó Drex, incitando a su equipo a seguir luchando hasta el final.
Diana, con un segundo aliento, se lanzó hacia adelante, cortando a través de los enemigos restantes con una precisión mortal. Sus movimientos, aunque más lentos debido al cansancio, seguían siendo letales. Cada golpe que daba era certero, eliminando cualquier resistencia que aún se atreviera a enfrentarse a ella.
Tiranus, utilizando las últimas reservas de su telequinesis, lanzó a los enemigos restantes contra las rocas y el suelo, rompiendo sus cuerpos con la fuerza de su poder. Los nigromantes intentaron invocar más muertos, pero sus hechizos fueron rápidamente dispersados por las energías naturales que Auxplex y los chamanes habían desatado en el lugar.
Auxplex, aunque debilitado, levantó sus manos una vez más, canalizando la energía del sol naciente para purificar el campo de batalla. Una luz dorada envolvió a los enemigos, desintegrando a los vampiros y a cualquier espectro que aún quedara. La oscuridad que había dominado Pisac comenzó a retroceder, expulsada por la fuerza de la luz y la pureza del día.
El Último Suspiro de la Muerte Plata.
Finalmente, el campo de batalla quedó en silencio. Los últimos vestigios de la Muerte Plata se desvanecieron en la brisa matutina, llevándose consigo el eco de sus gritos y lamentos. Drex se quedó de pie en medio de las ruinas, respirando profundamente, dejando que la realidad de su victoria se asentara en su mente.
Auxplex se acercó a la Killa Rawa, ahora un simple objeto sin la energía oscura que lo había alimentado. Lo levantó con cuidado, observando cómo las antiguas runas en su superficie ya no brillaban con el poder que una vez había amenazado con desatar el caos.
—Este artefacto ya no es una amenaza—, dijo Auxplex, su voz llena de alivio—. Lo llevaremos a un lugar seguro, donde no pueda ser utilizado por nadie más.
Drex asintió, sabiendo que esta era la decisión correcta. Aunque habían logrado sellar el poder de la Killa Rawa, sabía que su existencia aún representaba un peligro si caía en las manos equivocadas.
Diana, respirando con dificultad pero sonriendo, se acercó a Drex.
—Lo hicimos—, dijo—. Hemos acabado con ellos.
Drex la miró, compartiendo su alivio.
—Sí, lo hicimos—, respondió—. La Muerte Plata ha caído.
Tiranus, que había estado observando el horizonte, se volvió hacia ellos.
—Pero no sin un alto costo—, dijo en voz baja—. Este lugar ha sufrido mucho. Debemos asegurarnos de que no quede nada de ellos para que alguien más lo encuentre.
Auxplex asintió, levantando la Killa Rawa con ambas manos.
—Yo me encargaré de esto—, dijo—. El artefacto será sellado en un lugar donde nunca más pueda ser utilizado.
El Final del Conflicto.
Con la batalla finalmente terminada, el grupo se tomó un momento para observar las ruinas de Pisac, ahora bañadas por la luz del sol naciente. La paz había regresado a este lugar, y aunque las cicatrices de la batalla permanecerían, sabían que habían logrado preservar algo mucho más importante: el equilibrio entre las fuerzas de la luz y la oscuridad.
Drex, sintiendo el peso del cansancio en sus huesos, guardó su espada, sabiendo que había cumplido con su deber.
—Es hora de regresar—, dijo—. Necesitamos descansar y prepararnos para lo que venga después.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
¿Te gustaría disfrutar de este contenido en formato de AUDIO LIBRO GRATIS? Aprovecha!!
Recuerda que siempre puedes volver a consultar nuestros libros en formato de AUDIO LIBRO GRATIS en nuestro canal de Youtube. NO OLVIDES SUSCRIBIRTE
Recibe un correo electrónico cada vez que tengamos un nuevo libro o Audiolibro para tí.
You have successfully joined our subscriber list.
Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar sobre Esoterismo, Magia, Ocultismo.
Disfruta GRATIS de los mejores libros para Leer o Escuchar para los pequeños grandes del mañana.
Disfruta de la historia de Terror más oscura y MARAVILLOSA que está cautivando al mundo.
Retira en Nequi, Daviplata, Tarjetas Netflix, Bitcoin, Tarjeta Visa Prepagada, ETC.