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‘El cazador de almas perdidas’. Creepy pasta 34.

La Batalla Final en Pisac – La Caída de la Muerte Plata.

La luna había alcanzado su punto más alto, bañando las antiguas ruinas de Pisac con una luz fría y espectral. El aire estaba cargado de energía, y la tierra misma parecía vibrar bajo la presión de las fuerzas sobrenaturales que se habían desatado. Drex, Diana, Tiranus, y los chamanes se encontraban en el corazón de la tormenta, enfrentando un enemigo cuya fuerza y poder eran tan antiguos como peligrosos. El ritual con la Killa Rawa estaba en marcha, y la barrera que lo protegía era la última defensa de la Muerte Plata.

Preparativos para el Asalto Final.

El primer paso hacia la victoria había sido dado con la neutralización de Robert Judgairmon, uno de los dos hermanos oscuros que lideraban la Muerte Plata. Sin embargo, Drex sabía que la batalla estaba lejos de haber terminado. El hermano restante, Francis Judgairmon, era igual de peligroso, y estaba a punto de completar el ritual que podría desatar un cataclismo sobre la región.

El grupo se reunió brevemente, tomando un respiro necesario antes del asalto final. El cuerpo de Robert estaba sellado dentro de la roca, pero su presencia aún se sentía en el aire, una prueba de la oscuridad que los Judgairmon habían desatado en Pisac.

—¿Qué tan cerca estamos de detener el ritual?—, preguntó Drex, su voz firme pero cansada.

Auxplex, con el rostro marcado por la fatiga, cerró los ojos por un momento, sintiendo las energías que emanaban del centro del complejo.

—No mucho—, dijo finalmente—. El ritual está en sus etapas finales. Si no lo detenemos pronto, la Killa Rawa se activará por completo, y no podremos contener el poder que desatará.

Diana, siempre directa y lista para la acción, envainó sus cuchillas y se preparó para moverse.

—Entonces no hay tiempo que perder—, dijo—. Tenemos que abrirnos paso hasta Francis y detenerlo antes de que sea demasiado tarde.

Tiranus asintió, su mirada fija en la barrera que aún protegía el ritual.

—Esta barrera es diferente a las otras—, observó—. Es más pura, más enfocada. Parece estar directamente vinculada al poder de la Killa Rawa. No será fácil romperla.

Drex sabía que Tiranus tenía razón. Esta barrera no era solo un escudo; era una manifestación del poder puro de la Killa Rawa, alimentado por las energías místicas del lugar. Para destruirla, necesitarían un enfoque diferente, uno que involucrara tanto fuerza bruta como precisión mágica.

—Auxplex—, dijo Drex, volviéndose hacia el chamán—. ¿Hay alguna manera de debilitar la barrera desde adentro?

Auxplex frunció el ceño mientras consideraba la pregunta.

—Tal vez—, respondió después de un momento—. Si podemos desestabilizar la conexión entre Francis y la Killa Rawa, la barrera podría debilitarse lo suficiente como para que podamos romperla. Pero necesitaríamos interrumpir el flujo de energía que alimenta el ritual. Eso significa que tendremos que enfrentarnos a Francis directamente.

Drex asintió, comprendiendo lo que eso implicaba.

—Entonces nos abriremos paso hasta él—, decidió—. Tiranus, usarás tu telequinesis para mantener a raya cualquier ataque que venga desde la barrera. Diana, necesito que te encargues de cualquier enemigo que intente detenernos. Auxplex, tú y los otros chamanes debilitarán la barrera con tus energías naturales. Yo me encargaré de Francis.

El plan estaba trazado, y cada uno se preparó para el ataque final. Sabían que este sería el momento decisivo, la batalla que determinaría si Pisac se salvaba o caía bajo la oscuridad.

El Asalto a la Barrera Final.

Con todo listo, Drex levantó su espada y señaló hacia adelante.

—¡Adelante!—, gritó, y el grupo se lanzó hacia la barrera con una determinación feroz.

El ataque comenzó con Tiranus, quien extendió sus manos y lanzó una ola de telequinesis hacia la barrera. La energía invisible chocó contra el escudo, creando ondas de distorsión que reverberaron a través de la estructura mágica. La barrera tembló, pero no cedió.

Diana, con su velocidad sobrenatural, corrió al frente, eliminando a los últimos vampiros sanguijuela y nigromantes que quedaban protegiendo la barrera. Sus movimientos eran precisos y letales, y ningún enemigo lograba acercarse lo suficiente para ser una amenaza real. Sin embargo, la barrera en sí misma era otra cuestión.

Auxplex y los otros chamanes comenzaron su trabajo, invocando los elementos para debilitar la estructura mágica que los separaba de Francis. Inti levantó sus manos hacia el cielo, y un rayo de luz pura se lanzó desde la luna hacia la barrera, bañándola en una luz que comenzó a corroer su superficie. Amaru invocó el poder de los ríos, creando una corriente de agua que golpeó la barrera con fuerza, buscando grietas en su estructura.

Pachacutec, con su conexión con la tierra, levantó columnas de roca que se estrellaron contra la barrera, mientras Kuychi invocaba vientos huracanados para desestabilizar las energías que la mantenían unida.

La barrera comenzó a ceder bajo el asalto combinado, pero su resistencia era formidable. La luz de la Killa Rawa que la alimentaba era intensa y pura, y parecía regenerarse cada vez que la golpeaban.

Fue en ese momento que Francis Judgairmon decidió intervenir. Desde el centro del ritual, su voz resonó en el aire, profunda y cargada de poder.

—No permitiré que destruyan lo que hemos creado—, dijo, y con un gesto de su mano, lanzó una ola de energía arcana hacia el grupo.

Tiranus, preparado para el ataque, levantó sus manos y desvió la ola con su telequinesis, pero la fuerza del impacto fue tan grande que lo hizo retroceder varios pasos. La energía que emanaba de Francis era abrumadora, una manifestación del poder oscuro que había estado acumulando durante el ritual.

Drex, viendo la situación, supo que necesitaban cambiar de táctica.

—¡Tiranus, mantén a raya sus ataques!—, ordenó—. ¡Diana, prepárate para un asalto directo!

Diana asintió, su cuerpo tenso y listo para lanzarse al combate.

—¡Auxplex, necesito que encuentres un punto débil en la barrera!—, continuó Drex—. ¡Debemos romperla desde adentro!

Auxplex cerró los ojos, concentrándose en la barrera. Podía sentir las corrientes de energía que la atravesaban, todas conectadas al poder de la Killa Rawa. Había un punto de convergencia, un lugar donde todas las energías se encontraban, y supo que ese era el punto que debían atacar.

—¡Allí!—, gritó, señalando un punto en la barrera que brillaba con una luz más intensa—. ¡Ese es el corazón de la barrera! Si lo atacamos allí, podemos romperla.

Drex asintió, comprendiendo lo que tenía que hacer.

—¡Tiranus, utiliza todo el fuego que puedas concentrar!—, ordenó—. ¡Diana, prepárate para moverte en cuanto la barrera caiga!

Tiranus, con el rostro tenso por el esfuerzo, levantó ambas manos y comenzó a invocar el fuego más intenso que podía manejar. El calor que emanaba era tan fuerte que las piedras bajo sus pies comenzaron a agrietarse y derretirse. Con un grito de esfuerzo, lanzó la bola de fuego directamente hacia el corazón de la barrera.

El impacto fue devastador. La barrera tembló y se distorsionó bajo la fuerza del ataque, y por un momento, pareció que resistiría. Pero entonces, bajo la presión combinada de los ataques de los chamanes y la telequinesis de Tiranus, comenzó a ceder.

Con un rugido, la barrera se desmoronó, liberando una ola de energía que empujó al grupo hacia atrás. Pero lo habían logrado. La barrera estaba rota, y ahora el camino hacia Francis estaba libre.

El Enfrentamiento Final con Francis Judgairmon.

Con la barrera caída, Drex, Diana, Tiranus y los chamanes se prepararon para el enfrentamiento final. Sabían que Francis no cedería fácilmente, y que esta sería la batalla más difícil que habían enfrentado hasta ahora.

Francis, de pie en el centro del ritual, rodeado por las energías de la Killa Rawa, los observó con una mirada que emanaba desprecio.

—Han llegado lejos—, dijo, su voz resonando con una profundidad que parecía hacer eco en las mismas piedras de Pisac—. Pero no pueden detener lo que ya ha comenzado. El poder de la Killa Rawa es absoluto, y cuando el ritual se complete, no quedará nada que puedan hacer para evitarlo.

Drex levantó su espada, sus ojos fijos en Francis.

—No lo permitiremos—, dijo con firmeza—. No importa lo que tengas planeado, lo detendremos aquí y ahora.

Francis sonrió, pero fue una sonrisa sin humor, llena de una arrogancia fría.

—Inténtenlo, entonces—, dijo—. Pero sepan que se enfrentarán a una fuerza que nunca podrán comprender.

Con un movimiento de sus manos, Francis desató una ola de energía oscura que se lanzó hacia el grupo como un tsunami de poder arcano.

Tiranus, reaccionando rápidamente, levantó una barrera telequinética para desviar el ataque, pero la fuerza del impacto fue tan grande que la barrera tembló bajo la presión. Las energías de la Killa Rawa que Francis estaba canalizando eran abrumadoras, y cada ataque que lanzaba parecía estar cargado con el poder de las mismas montañas.

Diana, viendo una apertura, se lanzó hacia adelante, moviéndose con una velocidad sobrenatural mientras intentaba acercarse lo suficiente como para atacar a Francis cuerpo a cuerpo. Pero Francis estaba preparado. Con un gesto, levantó una barrera de energía que bloqueó los ataques de Diana, obligándola a retroceder.

Auxplex y los otros chamanes comenzaron a canalizar sus energías para debilitar el flujo de poder que Francis estaba utilizando. Invocaron los elementos, tratando de romper la conexión entre Francis y la Killa Rawa. Inti invocó la luz solar, bañando a Francis en una luz pura que debería haber purificado su energía, pero Francis la desvió con una simple palabra, enviando la luz de vuelta hacia el cielo.

Amaru intentó controlar el agua, creando una tormenta que se desató sobre Francis, pero él levantó un escudo de energía que desvió el agua, protegiéndose de cualquier daño.

Pachacutec levantó la tierra, creando pilares de roca que se estrellaron contra el escudo de Francis, pero este apenas mostró signos de esfuerzo mientras desviaba los ataques. Kuychi invocó vientos huracanados, tratando de desestabilizar la energía que Francis controlaba, pero los vientos simplemente se disiparon cuando tocaron su escudo.

Drex, viendo que los ataques de sus compañeros no estaban siendo efectivos, decidió arriesgarlo todo en un ataque frontal. Con un grito de batalla, corrió hacia Francis, su espada levantada y lista para golpear.

Francis, viendo a Drex acercarse, sonrió con desprecio.

—¿Realmente crees que puedes vencerme?—, preguntó, su voz gélida—. Soy el maestro de la Killa Rawa, y no hay poder en esta tierra que pueda igualar lo que controlo.

Drex, con los músculos tensos por el esfuerzo, levantó su espada y golpeó con todas sus fuerzas. El impacto resonó a través de la noche, y por un momento, todo pareció detenerse.

Pero Francis, con un simple gesto, desvió el ataque de Drex, enviándolo hacia un lado. La fuerza del contragolpe hizo que Drex retrocediera, luchando por mantener el equilibrio.

—No puedes ganar—, dijo Francis, su voz resonando con una certeza absoluta—. Este es mi momento, y nada de lo que hagan lo cambiará.

Fue en ese momento que Auxplex, que había estado observando en silencio, comprendió lo que debían hacer.

—No se trata de vencerlo con fuerza—, murmuró, sus palabras apenas audibles—. Debemos desconectar a Francis de la Killa Rawa. Sin esa conexión, su poder se desvanecerá.

Drex, escuchando las palabras de Auxplex, comprendió lo que tenía que hacer.

—Tiranus—, dijo, su voz llena de urgencia—. Necesito que uses tu telequinesis para desviar su atención. Diana, cúbrelo desde el aire. Chamanes, canalicen sus energías hacia la Killa Rawa. Yo me encargaré de desconectar a Francis.

Sin perder tiempo, el grupo se movió en sincronía. Tiranus lanzó una serie de ataques telequinéticos, creando una distracción que obligó a Francis a desviar su atención. Diana, moviéndose con su velocidad sobrenatural, lanzó una serie de golpes rápidos, forzando a Francis a mantenerse a la defensiva.

Mientras tanto, Auxplex y los otros chamanes comenzaron a canalizar sus energías hacia la Killa Rawa. Utilizaron los elementos para debilitar la conexión que Francis había establecido con el artefacto. Inti invocó la luz del sol, buscando purificar la energía oscura que alimentaba la conexión. Amaru utilizó el agua para enfriar las energías ardientes que fluían entre Francis y la Killa Rawa. Pachacutec levantó la tierra, tratando de interrumpir las corrientes de poder, mientras Kuychi utilizaba el viento para dispersar las energías restantes.

Drex, viendo que la distracción estaba funcionando, se lanzó hacia adelante, aprovechando la oportunidad para acercarse a Francis.

Con un esfuerzo final, Drex alzó su espada y golpeó la Killa Rawa con todas sus fuerzas, buscando romper la conexión que Francis había establecido.

El impacto fue inmediato. Una onda de energía pura se extendió desde la Killa Rawa, golpeando a todos los presentes y sacudiendo la tierra bajo sus pies. La conexión entre Francis y el artefacto se rompió, y la barrera de energía que lo rodeaba comenzó a desintegrarse.

Francis, sintiendo la pérdida de poder, gritó de frustración y rabia. Su control sobre la Killa Rawa se desvaneció, y por primera vez, se vio vulnerable.

Drex no perdió tiempo. Con un grito de batalla, lanzó un ataque final, su espada brillando con la luz de la luna mientras se dirigía directamente hacia el corazón de Francis.

Francis intentó defenderse, pero la pérdida de poder lo había debilitado. Con un golpe decisivo, Drex atravesó la barrera defensiva de Francis y lo golpeó en el pecho, clavando su espada profundamente.

Francis dejó escapar un grito de dolor, su cuerpo temblando mientras la energía oscura que lo había alimentado comenzaba a desvanecerse. Con un último suspiro, su cuerpo se desmoronó, desintegrándose en polvo bajo la luz de la luna.

La Killa Rawa, ahora desconectada de la energía oscura, brilló con una luz pura y suave, antes de apagarse por completo. El ritual había sido detenido, y la amenaza de la Muerte Plata en Pisac había llegado a su fin.

El Resplandor del Amanecer.

Con la caída de Francis Judgairmon, la batalla en Pisac había llegado a su conclusión. El grupo se reunió alrededor de la Killa Rawa, agotados pero victoriosos. Habían logrado lo que parecía imposible: detener el ritual y destruir a los líderes de la Muerte Plata.

Auxplex, con una expresión de alivio en su rostro, se acercó a la Killa Rawa y la tocó suavemente, cerrando los ojos mientras sentía las energías que aún emanaban del artefacto.

—Está hecho—, dijo en voz baja—. El poder de la Killa Rawa ha sido sellado. Ya no representa una amenaza.

Drex, sintiendo el peso del cansancio en su cuerpo, miró a sus compañeros y asintió.

—Lo logramos—, dijo, su voz cargada de gratitud y orgullo—. Pero no habría sido posible sin todos ustedes. Gracias.

Diana, siempre práctica, sonrió levemente mientras envainaba sus cuchillas.

—Fue un trabajo en equipo—, dijo—. Y ahora es hora de regresar a casa.

Tiranus, exhausto pero satisfecho, asintió en acuerdo.

—Hemos hecho lo que vinimos a hacer—, dijo—. Y la Muerte Plata ya no será una amenaza para nadie.

El amanecer comenzaba a teñir el cielo de tonos rosados y dorados, un contraste con la oscuridad que había envuelto a Pisac durante la batalla. Los primeros rayos de sol se filtraron a través de las montañas, bañando las ruinas en una luz cálida y restauradora.

Drex, sintiendo la paz que llegaba con el amanecer, sabía que la batalla había sido dura, pero también sabía que era solo una de muchas que vendrían. Pero por ahora, podían disfrutar de este momento de victoria, sabiendo que habían hecho todo lo posible para proteger lo que era sagrado.

Con un último vistazo a las ruinas de Pisac, Drex y su grupo comenzaron a descender de las montañas, listos para lo que vendría después, pero también satisfechos con lo que habían logrado.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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