Cuentos de terror La Tercera Barrera

Fue entonces cuando Auxplex dio un paso adelante, sus ojos brillando con la luz interior de alguien que había alcanzado una comprensión más profunda.

—Hay algo en el centro de la barrera—, dijo, su voz resonando con una gravedad que hizo que todos se detuvieran a escuchar—. Un punto focal, una fuente de poder que la alimenta. Si podemos alcanzarlo, podemos desactivar la barrera desde adentro.

Drex lo miró, comprendiendo que Auxplex tenía razón.

—Entonces eso es lo que haremos—, dijo—. Nos abriremos paso hasta el centro y destruiremos esa fuente. El resto de ustedes—, se dirigió a los líderes de los escuadrones—, mantengan la presión en los puntos débiles. No podemos permitir que la barrera se refuerce.

Con la estrategia ajustada, Drex, Auxplex, Tiranus, Diana y los chamanes se prepararon para su avance hacia el centro de la barrera. Sabían que esto los pondría directamente en el camino de los hermanos Judgairmon, pero no tenían otra opción. Si no destruían la fuente de poder, la barrera se mantendría, y la Muerte Plata tendría éxito en su ritual.

El Avance Hacia el Corazón de la Barrera.

Con la estrategia en mente, el grupo se lanzó hacia adelante, cruzando el campo de batalla mientras los ataques continuaban por todos lados. La barrera, alimentada por una energía arcana oscura, reaccionaba con violencia a sus intentos de penetrarla. Cada paso hacia adelante era una lucha, cada metro ganado era pagado con sangre y sudor.

Tiranus lideraba la carga, utilizando su telequinesis para despejar el camino, moviendo obstáculos y desactivando trampas antes de que pudieran activarse. Las fuerzas de la Muerte Plata, conscientes de la amenaza que representaba su avance, comenzaron a concentrar sus ataques en ellos, enviando oleadas de vampiros sanguijuela y gargolas desde el aire para detenerlos.

—¡Cuidado arriba!—, gritó Diana mientras desenvainaba sus cuchillas, preparándose para recibir el ataque aéreo.

Las gargolas, criaturas de piedra y magia oscura, se lanzaron en picado hacia el grupo, sus garras extendidas y sus ojos brillando con malicia. Pero Diana estaba preparada. Con una velocidad que desafiaba la lógica, saltó al aire, girando sobre sí misma mientras sus cuchillas cortaban el aire. En un parpadeo, dos gargolas cayeron al suelo, destrozadas por la precisión de sus cortes.

Las restantes, sin embargo, no se dejaron intimidar. Las gargolas eran conocidas por su resistencia, y aunque Diana las estaba manteniendo a raya, sabían que no podrían sostenerse por mucho tiempo.

—¡Vamos!—, gritó Drex, incitando al grupo a seguir avanzando mientras Diana mantenía a las gargolas ocupadas.

Amaru, el chamán del agua, invocó un torrente desde el río cercano, creando una ola que arrojó a los vampiros sanguijuela que se aproximaban contra las rocas, rompiendo su formación. Pachacutec, con su dominio de la tierra, levantó una barrera de piedra que protegió al grupo de una descarga de energía oscura lanzada por los nigromantes.

Inti, viendo la oportunidad, utilizó su conexión con el sol para lanzar un rayo de luz pura que atravesó la barrera, creando un pequeño pasaje que el grupo utilizó para acercarse más al centro. Sin embargo, cada vez que ganaban terreno, la barrera parecía adaptarse, cerrando los huecos y redoblando su fuerza.

Finalmente, llegaron a un punto donde la barrera era más intensa, pulsante y densa. Auxplex se detuvo, cerrando los ojos mientras intentaba sentir la fuente de poder.

—Aquí está—, murmuró—. Justo delante de nosotros. La fuente de poder que mantiene esta barrera está cerca. Pero está fuertemente protegida. Vamos a necesitar un ataque conjunto para romperla.

Drex, comprendiendo la gravedad de la situación, asintió.

—Tiranus, necesito que uses tu fuego para abrirnos un camino—, ordenó—. Diana, cúbrenos desde el aire. Chamanes, concentren sus energías en el punto donde Tiranus hará su ataque. Necesitamos canalizar todo lo que tenemos en un solo golpe.

Tiranus, con el rostro concentrado, levantó ambas manos, invocando el fuego más intenso que podía manejar. El calor que emanaba de sus manos era tan fuerte que la piedra bajo sus pies comenzó a derretirse. Con un grito de esfuerzo, lanzó la bola de fuego hacia la barrera, justo donde Auxplex había señalado.

Los chamanes, respondiendo al llamado de Drex, canalizaron sus poderes, combinando la energía del sol, el agua, la tierra y el viento en un solo rayo de pura fuerza natural. El ataque impactó la barrera con una explosión de luz y sonido, haciendo que temblara y vibrara bajo la fuerza combinada.

Por un momento, parecía que la barrera resistiría, pero entonces, bajo la presión implacable del ataque, comenzó a desmoronarse. La energía oscura se desintegró, y la barrera cayó, revelando lo que había estado protegiendo.

En el centro, rodeado por runas arcanas y protegido por un campo de energía, se encontraba un objeto oscuro, una gema de alma más grande y poderosa que las anteriores. Alrededor de la gema, los cuerpos de varias víctimas estaban dispuestos en un patrón ritual, sus almas aparentemente atrapadas dentro de la gema, alimentando su poder.

Drex dio un paso adelante, pero antes de que pudiera acercarse a la gema, una figura oscura apareció entre las sombras. Era uno de los hermanos Judgairmon, Robert, su presencia imponente y su poder evidente en la oscuridad que lo rodeaba.

—No tan rápido—, dijo Robert, su voz resonando con un tono que parecía reverberar en el aire—. No permitiré que destruyan lo que hemos construido aquí.

Drex sintió una oleada de poder oscuro emanando de Robert, un poder que había sentido antes en su lucha contra los enemigos más peligrosos. Sabía que este enfrentamiento sería más que una simple batalla física; sería una prueba de voluntad y de fuerza mental.

—¡Cuidado!—, gritó Auxplex, alzando una mano para protegerse cuando Robert lanzó una ola de energía arcana hacia ellos.

Drex y Tiranus apenas tuvieron tiempo de reaccionar antes de que el impacto los golpeara, empujándolos hacia atrás. La energía era como una presión invisible, aplastante y sofocante. Pero Drex no se dejó intimidar. Sabía que este era el momento de la verdad, el momento en el que todas las decisiones y sacrificios culminarían.

—¡Tiranus, fuego!—, ordenó Drex, levantando su propia energía para contrarrestar el ataque de Robert.

Tiranus, con el rostro torcido por el esfuerzo, lanzó otra bola de fuego hacia Robert. Pero esta vez, el mago oscuro la desvió con un gesto casual, mostrando cuán poderoso realmente era.

Diana, viendo la oportunidad, se lanzó hacia adelante, usando su velocidad para atacar a Robert desde un ángulo inesperado. Sus cuchillas se movieron con una rapidez que desafió la percepción, pero Robert estaba preparado. Con un movimiento rápido, levantó una barrera arcana que desvió los ataques de Diana, obligándola a retroceder.

Mientras tanto, los chamanes, liderados por Auxplex, comenzaron a preparar un hechizo combinado, uno que aprovecharía las energías naturales que aún fluían a través de Pisac. Sabían que la única manera de derrotar a Robert era desconectarlo de las energías oscuras que lo alimentaban, y para eso necesitaban canalizar el poder de la tierra misma.

Pachacutec comenzó a murmurar en voz baja, sus palabras antiguas resonando en la roca bajo sus pies. La tierra comenzó a temblar, moviéndose bajo el control del chamán, mientras Inti invocaba la luz del sol para purificar el área alrededor de la gema de alma. Amaru, usando el poder del agua, comenzó a crear un círculo de protección alrededor del grupo, mientras Kuychi invocaba vientos poderosos para dispersar la energía oscura que rodeaba a Robert.

Robert, sintiendo el cambio en la energía, lanzó un grito de frustración y redobló sus ataques, lanzando rayos de energía oscura hacia todos los que se acercaban. Drex, Diana, Tiranus y los chamanes fueron empujados al límite, utilizando todas sus habilidades para contrarrestar los ataques y mantener la ofensiva.

Fue en ese momento de desesperación cuando Drex, viendo que Robert estaba momentáneamente distraído por los ataques de los chamanes, decidió arriesgarlo todo. Con un grito de batalla, se lanzó hacia la gema de alma, su espada levantada y lista para dar el golpe final.

Robert, dándose cuenta de lo que Drex estaba a punto de hacer, intentó detenerlo, lanzando un rayo de energía oscura directamente hacia él. Pero Tiranus, viendo el peligro, utilizó toda su fuerza telequinética para desviar el rayo en el último segundo, permitiendo que Drex continuara su ataque.