‘El cazador de almas perdidas’. Creepy pasta 31.
Perú Antes de la Tormenta.
Cusco, la antigua capital del Imperio Inca, se encontraba envuelta en un clima de calma tensa, como si la ciudad misma pudiera sentir la inminencia de los eventos que estaban por desatarse en sus alrededores. Las calles empedradas, llenas de historia y leyendas, ahora servían de refugio para aquellos que se preparaban para una batalla que podría decidir el destino de mucho más que solo la región. Para Drex, Diana y Tiranus, esta ciudad era el punto de partida hacia una confrontación final con la Muerte Plata, y sabían que no podían permitirse ningún error.
Auxplex, el shaman peruano y amigo cercano de Drex, los esperaba en un pequeño santuario oculto en las montañas circundantes. El lugar estaba envuelto en una atmósfera de paz, con la naturaleza en su forma más pura rodeándolos, pero bajo esa tranquilidad se percibía un poder antiguo y latente, listo para ser desatado si las circunstancias lo exigían.
Drex había decidido que primero presentaría a Diana y Tiranus a Auxplex, antes de traer a los escuadrones de Oricalco que Vambertoken había dejado bajo su mando. Conocía bien a su amigo y sabía que era alguien que valoraba profundamente el respeto por los antiguos ritos y por las fuerzas de la naturaleza. Una presentación gradual facilitaría la cooperación necesaria para el asalto final.
Cuando Drex, Diana y Tiranus llegaron al santuario, fueron recibidos por un hombre de complexión delgada pero poderosa, con ojos que parecían ver mucho más allá de la mera realidad física. Auxplex se destacó por su presencia imponente, aunque silenciosa, vestido con ropas tradicionales que parecían estar en perfecta armonía con el entorno que lo rodeaba. Sus movimientos eran precisos, y su mirada, aunque cálida, también contenía una advertencia implícita: el respeto por la naturaleza y por los espíritus era primordial.
Drex se adelantó para saludar a su viejo amigo, intercambiando una serie de palabras en un dialecto antiguo que solo ellos dos comprendían. Después de un momento, Auxplex dirigió su mirada hacia Diana y Tiranus, evaluándolos con una profundidad que hacía que ambos se sintieran desnudos ante su escrutinio.
—Estos son Diana y Tiranus—, presentó Drex—. Son mis compañeros en esta misión, y estarán luchando a nuestro lado contra la Muerte Plata. Son de confianza.
Auxplex asintió lentamente, sus ojos observando cada gesto y reacción de Diana y Tiranus. Finalmente, dio un paso adelante y extendió una mano en señal de bienvenida, un gesto que ambos aceptaron con respeto.
—Bienvenidos a mi tierra—, dijo Auxplex, su voz resonando con una gravedad que solo los ancianos y los sabios suelen poseer—. Esta lucha no es solo suya, ni solo mía. Es una batalla por el equilibrio mismo de la naturaleza. Los espíritus están inquietos, y el poder que la Muerte Plata busca desatar es algo que no podemos permitir.
Diana, siempre directa, asintió, sus ojos brillando con una determinación feroz.
—Hemos enfrentado cosas peores—, dijo, con un tono que no dejaba lugar a dudas—. Pero sé que esto será diferente. Estaremos listos.
Tiranus, por su parte, se limitó a observar en silencio, asimilando todo lo que lo rodeaba. Aunque su especialidad siempre había sido la piroquinesis y la telequinesis, podía sentir la fuerza latente en el entorno. Aquí, en estas montañas sagradas, la magia fluía de una manera que nunca antes había experimentado. Sabía que necesitaría toda su concentración y habilidad para lo que estaba por venir.
Auxplex, satisfecho con la respuesta de Diana y con la actitud contemplativa de Tiranus, los invitó a seguirlo. Los llevó a un círculo de piedras antiguas, situadas en una meseta que ofrecía una vista panorámica de Cusco y las montañas que la rodeaban. El aire aquí era más frío, más denso, como si las propias montañas observaran cada movimiento de aquellos que se aventuraban en sus alturas.
Los Aliados Inesperados.
En el círculo de piedras, otros estaban esperando. Auxplex había convocado a varios de los chamanes más poderosos de las tribus peruanas, todos ellos figuras de respeto y autoridad en sus comunidades. Sus rostros, marcados por el paso del tiempo y la sabiduría acumulada, reflejaban una determinación tranquila pero implacable. Estos hombres y mujeres eran los guardianes de los antiguos conocimientos, los protectores del equilibrio natural que la Muerte Plata amenazaba con destruir.
Auxplex presentó a cada uno de ellos, destacando sus habilidades únicas y su papel en la próxima batalla.
El primero fue Inti, un chamán cuya conexión con el sol y el fuego lo hacía un maestro de la luz y el calor. Podía invocar la energía solar incluso en la oscuridad de la noche, utilizando su poder para purificar y quemar la maldad.
Luego estaba Amaru, una guerrera chamánica cuya arma era un bastón sagrado tallado a mano y bendecido por los ancestros. Su especialidad era el control sobre los ríos y las aguas, pudiendo invocar torrentes y corrientes con la simple invocación de los espíritus del agua.
Pachacutec, el tercero en la línea, era un chamán cuya sabiduría se centraba en la tierra y las montañas. Sus poderes le permitían mover la tierra a su voluntad, levantar barreras de piedra y hacer temblar el suelo bajo los pies de sus enemigos. Además, era un hábil combatiente cuerpo a cuerpo, utilizando un hacha de piedra sagrada que solo él podía empuñar.
Finalmente, Auxplex presentó a Kuychi, una chamana que podía comunicarse con los vientos y las tormentas. Ella era capaz de desatar tormentas eléctricas y huracanes, guiando los vientos con una danza ritual que había perfeccionado a lo largo de su vida. Su arma era un par de dagas sagradas que canalizaban la energía del viento, permitiéndole atacar con una precisión mortal desde cualquier distancia.
—Estos son algunos de los mejores guerreros y chamanes que tenemos—, explicó Auxplex—. Están aquí para asegurar que la Muerte Plata no desate el poder del Killa Rawa. No podemos permitir que profanen más esta tierra sagrada.
Drex asintió con respeto, reconociendo la fuerza de los aliados que habían reunido. Sabía que en la batalla que se avecinaba, necesitarían todo el poder que pudieran reunir para enfrentar a la Muerte Plata.
El Consejo de Guerra.
Auxplex los guió hasta un lugar protegido entre las piedras, donde el grupo se sentó en un círculo para discutir la estrategia. Mientras el sol comenzaba a descender en el horizonte, pintando el cielo con tonos de naranja y rojo, la tensión en el aire aumentaba.
Drex fue el primero en hablar, detallando la información que había recibido sobre los movimientos de la Muerte Plata en Perú.
—Según mis fuentes—, comenzó Drex—, la Muerte Plata ha establecido una nueva base en el Parque Arqueológico Pisac. Están reuniendo sus fuerzas allí, y es probable que intenten usar el Killa Rawa para algún tipo de ritual. No sabemos exactamente qué planean, pero podemos suponer que nada bueno saldrá de ello.
Auxplex asintió, su rostro grave.
—El Parque Arqueológico Pisac es un lugar de gran poder—, explicó—. Está alineado con varias corrientes de energía que recorren estas montañas. Si la Muerte Plata logra canalizar esas energías con el Killa Rawa, podrían desatar un cataclismo que afectaría a toda la región, quizás incluso más allá.
Diana, siempre directa, intervino.
—Entonces, debemos atacarlos antes de que puedan completar cualquier ritual—, dijo—. Tenemos que movernos rápido y golpear fuerte. No podemos permitirles que tengan el tiempo o la oportunidad de hacer lo que planean.
Tiranus, que había estado observando en silencio, finalmente habló.
—El terreno será difícil—, señaló—. Pisac es un lugar elevado, y tendrán la ventaja de la altura. Además, no sabemos cuántos de ellos habrá, ni qué tipo de defensas podrían haber preparado. Necesitamos estar preparados para cualquier cosa.
Auxplex asintió nuevamente, reconociendo la verdad en las palabras de Tiranus.
—Eso es cierto—, dijo—. Pero no estaremos solos. Las tribus ya se están movilizando, y estarán allí para ayudar. Conocen mejor estas montañas que cualquier otro, y su ayuda será invaluable en el combate que se avecina.
Fue entonces cuando Drex decidió que era el momento de introducir a los demás en la ecuación.
—Además de nosotros—, dijo Drex—, tenemos seis escuadrones de Oricalco a nuestra disposición. Vambertoken me los ha dejado para asegurar que este asalto sea el golpe final contra la Muerte Plata en Perú. Son algunos de los mejores guerreros que Oricalco tiene para ofrecer, y estarán listos para unirse a nosotros cuando lo ordenemos.
Auxplex miró a Drex, un brillo de aceptación en sus ojos. Aunque prefería mantener las cosas bajo su control, entendía la importancia de la cooperación en una batalla de esta magnitud.
—Entonces es hora de que los conozca—, dijo finalmente—. Si vamos a luchar juntos, necesitamos saber con quiénes contamos.
Los Guerreros de Oricalco.
Drex asintió y se levantó, invitando a Auxplex y a los chamanes a seguirlo. Los llevó a un claro cercano, donde los escuadrones de Oricalco estaban esperando, listos para recibir sus órdenes. Cada uno de estos guerreros había sido seleccionado por Vambertoken debido a su habilidad y experiencia en combate, y Drex sabía que podía confiar en ellos para cualquier situación.
El primer escuadrón estaba liderado por Cyrus, un vampiro de origen griego con siglos de experiencia en combate. Era un maestro en el uso de la espada y poseía una velocidad sobrenatural que le permitía moverse más rápido que el ojo humano. Además, su mente estratégica era inigualable, lo que lo convertía en un líder nato en el campo de batalla.
El segundo escuadrón estaba bajo el mando de Selene, una vampira originaria de la antigua Roma. Selene era una experta en tácticas de guerrilla, capaz de liderar ataques rápidos y devastadores. Su arma preferida eran las dagas envenenadas, con las que podía incapacitar a sus enemigos antes de que siquiera se dieran cuenta de su presencia.
El tercer escuadrón estaba liderado por Alecto, un vampiro con habilidades psíquicas avanzadas. Alecto podía manipular las mentes de sus enemigos, induciendo alucinaciones y confusión en medio del combate. También era un experto en el uso de armas a distancia, prefiriendo rifles de alta precisión para eliminar objetivos clave desde la sombra.
El cuarto escuadrón estaba comandado por Lucius, un vampiro especializado en combate cuerpo a cuerpo. Su fuerza bruta y resistencia eran legendarias, y prefería el uso de mazas y martillos de guerra para aplastar a sus oponentes. Lucius era el tipo de guerrero que podía romper la línea enemiga y causar estragos en su formación.
El quinto escuadrón estaba liderado por Valeria, una vampira que combinaba magia arcana con habilidades de combate. Valeria podía lanzar hechizos devastadores mientras se enfrentaba a sus enemigos con un par de espadas encantadas, capaces de cortar tanto carne como espíritu. Su presencia en el campo de batalla era temida por todos aquellos que la enfrentaban.
Finalmente, el sexto escuadrón estaba bajo el mando de Marius, un vampiro con una gran experiencia en operaciones encubiertas. Marius era un maestro en el arte de la infiltración y el sabotaje, capaz de infiltrarse en las líneas enemigas sin ser detectado y desestabilizar sus defensas desde adentro. Su estilo de combate era silencioso pero letal, utilizando cuchillos y trampas para eliminar a sus enemigos sin levantar sospechas.
Auxplex observó a cada uno de ellos con atención, asimilando las habilidades que cada guerrero de Oricalco traía al grupo. Sabía que esta combinación de fuerzas, tanto de los chamanes como de los guerreros de Oricalco, era posiblemente la única esperanza que tenían para detener a la Muerte Plata en Perú.
—Es un honor contar con ustedes—, dijo Auxplex finalmente, dirigiéndose a los guerreros de Oricalco—. Juntos, acabaremos con esta amenaza y protegeremos lo que es sagrado.
Drex sintió que la unidad comenzaba a formarse entre los diferentes grupos, algo esencial para la misión que tenían por delante.
El Día que se Convierte en Noche.
El sol comenzaba a descender lentamente, bañando el cielo en tonos cálidos mientras el grupo continuaba discutiendo los detalles de su estrategia. Sabían que debían moverse antes del amanecer, cuando la Muerte Plata estaría más vulnerable, pero también sabían que no podían subestimar a su enemigo.
Diana, siempre práctica, comenzó a revisar su equipo, asegurándose de que sus cuchillas estuvieran afiladas y listas para la batalla. Aunque no era su estilo socializar, comenzó a hablar con algunos de los guerreros de Oricalco, intercambiando tácticas y estrategias.
Tiranus, por su parte, se acercó a Auxplex, intrigado por las habilidades de los chamanes.
—¿Cómo utilizas tu poder en combate?—, preguntó Tiranus, su voz curiosa pero respetuosa.
Auxplex lo miró, comprendiendo que Tiranus buscaba aprender, no juzgar.
—Mi poder proviene de la tierra, del sol, del agua y del viento—, explicó Auxplex—. Canalizo esas fuerzas para proteger a mis aliados y destruir a nuestros enemigos. Pero el verdadero poder no está en la fuerza bruta, sino en la armonía con la naturaleza. Cuando estás en armonía, nada puede detenerte.
Tiranus asimiló esas palabras, comprendiendo que había mucho más en la magia de los chamanes de lo que había supuesto. Había una lección que aprender aquí, una que quizás lo ayudaría en la batalla que se avecinaba.
A medida que la noche comenzaba a caer, el grupo se preparó para moverse. Sabían que las sombras serían tanto sus aliadas como sus enemigas, y que cada paso que dieran los acercaría más a la confrontación final.
El Inicio del Ataque.
Con la oscuridad cubriendo el cielo, el grupo se reunió una última vez antes de comenzar su marcha hacia el Parque Arqueológico Pisac. Drex, tomando la iniciativa, se dirigió a todos los presentes, su voz clara y firme.
—Esta es nuestra oportunidad de terminar con la Muerte Plata de una vez por todas—, dijo—. Todos ustedes son los mejores en lo que hacen, y confío en cada uno para hacer su parte. No podemos fallar, no esta noche.
Los guerreros de Oricalco asintieron en silencio, sus rostros mostrando una determinación feroz. Los chamanes, por su parte, comenzaron a entonar cánticos bajos, invocando a los espíritus para que los protegieran y los guiaran en la batalla.
Auxplex se acercó a Drex, colocando una mano en su hombro.
—Los espíritus están con nosotros—, dijo en voz baja—. Pero debemos ser rápidos. La Muerte Plata no es un enemigo que se pueda subestimar. Ellos también están preparados.
Drex asintió, comprendiendo la gravedad de lo que estaba a punto de suceder.
—Lo sé—, respondió—. Y estamos listos para lo que sea que nos espera.
Con un último vistazo a sus compañeros, Drex dio la orden de avanzar. El grupo comenzó a moverse en silencio, desapareciendo en la oscuridad de la noche mientras se dirigían hacia Pisac, sabiendo que la batalla final estaba a punto de comenzar.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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