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El Cazador de Almas Perdidas – Creepypasta 12

La Llamada de Vambertoken

Apenas habían pasado unos minutos desde que Drex, Fabián, y la hermana lograron salir victoriosos de la intensa batalla contra los devorados. Sus cuerpos estaban agotados, y sus respiraciones aún eran pesadas, pero sabían que la lucha estaba lejos de terminar. Mientras descansaban brevemente en el convento, Drex sintió su teléfono vibrar en su bolsillo. Lo sacó y, al ver el nombre de Vambertoken en la pantalla, supo que las cosas estaban a punto de volverse más complicadas.

—Dime que tienes buenas noticias —dijo Drex al responder.

—Eso depende de lo que consideres “bueno” —respondió Vambertoken con su tono característico de ligera ironía—. Acabo de salir del Consejo Vampírico, y las cosas estuvieron a punto de descontrolarse. La situación con el Ministerio Vampírico de Colombia es mucho más tensa de lo que imaginábamos.

Drex frunció el ceño, sabiendo que cuando Vambertoken hablaba de tensiones políticas, generalmente significaba que las cosas estaban al borde de la guerra.

—¿Qué pasó exactamente? —preguntó Drex, queriendo saber todos los detalles.

Vambertoken soltó un suspiro antes de continuar.

—Hubo acusaciones directas contra el Ministerio por no informar al Consejo sobre los ataques de los devorados en Brasil y otros incidentes recientes. La falta de transparencia casi provocó una guerra interna. Al final, lograron evitar un conflicto abierto, pero la desconfianza está en su punto más alto.

Drex asimiló la información, consciente de que los conflictos políticos entre los vampiros podían ser tan mortales como cualquier batalla física.

—¿Y qué hay de tus amigos separatistas? —preguntó Drex, refiriéndose al hecho de que Vambertoken era un doble agente.

—Hablé con ellos —respondió Vambertoken, bajando la voz como si no quisiera ser escuchado por oídos indiscretos—. Al parecer, los devorados están custodiando la entrada a Paititi, y las pirámides son la clave para entrar en este reino legendario. No tengo todos los detalles, pero algo muy grande está en juego.

Drex sintió un escalofrío recorrer su espalda. Paititi, la ciudad perdida de oro, siempre había sido más que un mito para aquellos en el mundo sobrenatural, y ahora parecía estar en el centro de esta intrincada red de conspiraciones.

—Entonces, Pantiacolla es nuestra próxima parada —dijo Drex, ya planeando sus siguientes pasos.

—Ten cuidado, Holcux —advirtió Vambertoken—. Esta vez, podrías estar metiéndote en algo que ni siquiera tú puedes manejar solo.

Drex no respondió de inmediato, pero en su mente sabía que Vambertoken tenía razón. Sin embargo, no era el tipo de persona que se echaba atrás ante un desafío.

—Mantenme informado —fue todo lo que dijo antes de colgar la llamada.

Charla con Fabián

Después de la llamada, Drex se dirigió a Fabián, quien estaba sentado en un banco de madera en el patio del convento, rezando en silencio para recuperar sus energías. Drex sabía que Fabián era un aliado poderoso, pero también sabía que había temas que necesitaban discutirse antes de que pudieran continuar.

—Necesitamos hablar —dijo Drex, sentándose junto a Fabián.

El sacerdote abrió los ojos y lo miró con una expresión cansada pero alerta.

—¿Sobre qué? —preguntó Fabián, aunque por su tono, parecía que ya sabía de qué se trataba.

—Vambertoken —respondió Drex—. Sé que no confías en él, y con razón. Es un doble agente, y eso siempre es un riesgo. Pero acabo de hablar con él, y parece que estamos más cerca de la verdad de lo que creíamos. Paititi podría ser real, y los devorados lo están custodiando.

Fabián suspiró y asintió lentamente.

—El Vaticano me ha dado órdenes específicas de vigilar a Vambertoken. No puedo ignorar lo que es: un vampiro que juega en ambos lados de una guerra que podría destruirnos a todos. Mis superiores temen que esté manipulando la situación para sus propios fines, y no puedo decir que no comparto esas preocupaciones.

Drex lo miró, entendiendo las reservas de su amigo.

—Sé que es peligroso, Fabián. Pero necesitamos la información que tiene. Y por ahora, parece que nuestras metas se alinean. Debemos llegar a esas pirámides y descubrir lo que está ocurriendo.

Fabián asintió, aunque con una expresión sombría.

—Lo sé. Pero no te equivoques, Drex. Si llega el momento en que Vambertoken se convierte en una amenaza, no dudaré en hacer lo necesario.

Drex asintió, sabiendo que Fabián hablaba en serio.

—Entonces, vamos a descansar. Mañana tenemos un largo viaje hacia Pantiacolla, y quiero estar listo para lo que sea que encontremos allí.

El Descubrimiento de Tatiana

Esa noche, Drex durmió inquieto, su mente llena de las revelaciones del día. Al amanecer, fue despertado por el sonido de su teléfono. Era María. Drex contestó de inmediato, sabiendo que las hermanas González no lo llamarían a esa hora sin una buena razón.

—Drex, es María —dijo ella, su voz llena de preocupación—. Tatiana descubrió algo anoche. En los registros de Oricalco, el licántropo que cazaste en Perú aparece como un ataque aislado, sin importancia. Pero aquí está lo extraño: la unidad que lo cazó ha sido enviada en una misión ultra secreta, y nadie sabe dónde están. Además, el Dwun con su alma… ha desaparecido.

Drex sintió que la adrenalina volvía a inundar su cuerpo. Recordó claramente el momento en que había tomado el colmillo del devorado antes de que Oricalco usara el Dwun.

—Escucha, María —dijo Drex, sus pensamientos ya girando en torno a un nuevo plan—. Necesito que le digas a Tatiana que recoja ese colmillo y lo investigue en Oricalco. Puede ser la única pista que tenemos sobre lo que realmente está pasando. Yo mientras tanto, me dirijo a las pirámides de Pantiacolla con Fabián.

—Lo haré de inmediato —respondió María, su voz firme a pesar de la preocupación que podía percibirse—. Cuídate, Drex. Siento que algo muy oscuro se avecina.

Drex colgó el teléfono, sintiendo el peso de la situación. Sabía que estaban entrando en territorio desconocido, pero también sabía que no tenía más opción que seguir adelante.

Rumbo a Pantiacolla

El viaje hacia las pirámides de Pantiacolla fue largo y agotador. Drex y Fabián viajaron en silencio durante la mayor parte del camino, ambos concentrados en lo que les esperaba. La selva amazónica se extendía a su alrededor, densa y llena de misterios antiguos que pocos se atrevían a explorar. Sabían que lo que estaban buscando no solo era una ubicación geográfica, sino un portal hacia algo mucho más peligroso y poderoso.

A medida que se acercaban, Drex comenzó a sentir una inquietud creciente. El aire parecía más denso, como si la misma naturaleza supiera que estaban a punto de cruzar una línea invisible hacia un territorio prohibido. Finalmente, las pirámides de Pantiacolla se alzaron ante ellos, majestuosas y misteriosas, rodeadas por la selva que las había ocultado del mundo durante siglos.

—Estamos cerca —dijo Fabián, deteniendo el vehículo en un claro cercano—. Pero siento que no estamos solos.

Drex asintió, su mano ya descansando sobre el mango de su chokuto.

—Los devorados están aquí. Puedo sentirlos.

Ambos hombres se prepararon para lo que seguramente sería otro enfrentamiento. Sabían que cada paso que daban los acercaba más a la verdad, pero también al peligro.

Las Revelaciones en la Selva

La caminata hacia las pirámides de Pantiacolla se convirtió en una travesía cargada de tensión. Drex y Fabián avanzaban con cautela, conscientes de que cada paso los acercaba más a un peligro desconocido. A medida que se adentraban en la selva, la atmósfera se volvía más densa, como si la misma naturaleza intentara advertirles del peligro inminente.

Las pirámides finalmente se alzaron ante ellos, majestuosas y rodeadas por una vegetación espesa que parecía protegerlas del resto del mundo. A simple vista, las estructuras parecían antiguas y abandonadas, pero ambos sabían que las apariencias engañaban. Había algo profundamente inquietante en el aire, una sensación de que este lugar no solo era un remanente del pasado, sino una puerta hacia algo mucho más oscuro.

—Esto no está bien —murmuró Fabián, sus ojos recorriendo el entorno mientras levantaba su crucifijo—. Puedo sentir una presencia oscura, como si algo o alguien nos estuviera observando.

Drex asintió, compartiendo la inquietud de su compañero. Su mano descansaba sobre el mango de su chokuto, listo para cualquier eventualidad.

—Debemos avanzar con cuidado —respondió Drex, su voz baja pero firme—. No sabemos qué nos espera.

De repente, el aire alrededor de ellos se volvió más frío, como si la temperatura hubiera caído abruptamente. Drex levantó la cabeza, sus sentidos alertas, y lo que vio lo dejó momentáneamente sin aliento. Un enorme enjambre de espíritus y almas en pena comenzó a sobrevolar la selva, dirigiéndose hacia las pirámides. Eran cientos, quizás miles, de figuras etéreas que se movían como una corriente oscura y aterradora en el cielo.

—¡Por Dios! —exclamó Fabián, su rostro pálido mientras hacía la señal de la cruz—. ¿Qué es esto?

Antes de que Drex pudiera responder, un sonido aún más aterrador llenó el aire: el rugido de más de cien hombres lobo devorados resonó en la selva, un coro de horror y agonía que parecía provenir de todas las direcciones. Los rugidos eran ensordecedores, y el suelo bajo sus pies comenzó a vibrar como si respondiera al poder oscuro que se acercaba.

—No podemos avanzar frontalmente —dijo Drex, su mente trabajando a toda velocidad para encontrar una solución—. Sería un suicidio.

Fabián asintió, sabiendo que Drex tenía razón.

—Debemos rodear el área —propuso Fabián—. Necesitamos encontrar una posición donde podamos observar la magnitud de lo que estamos enfrentando sin exponernos.

Con un acuerdo silencioso, ambos comenzaron a moverse con cautela, utilizando la densa vegetación como cobertura mientras rodeaban la zona. Los rugidos de los devorados continuaban, mezclados con los lamentos de las almas perdidas que se dirigían hacia las pirámides.

Finalmente, después de lo que parecieron horas de cuidadosa maniobra, Drex y Fabián lograron posicionarse en un claro desde donde podían ver las pirámides en su totalidad. Lo que presenciaron los dejó sin palabras.

Las pirámides estaban rodeadas por una cantidad abrumadora de devorados, sus cuerpos retorcidos y deformados por la bestia interior que los controlaba. Los espíritus y almas en pena se arremolinaban alrededor de las estructuras, como si fueran atraídos por una fuerza invisible que emanaba desde su interior. Y en el centro de todo, una puerta de piedra antigua comenzaba a abrirse lentamente, revelando un oscuro abismo que parecía no tener fin.

—Esto es mucho más grande de lo que imaginábamos —dijo Fabián, su voz apenas audible.

Drex no respondió de inmediato, su mente aún procesando la escena que tenía ante él.

—Estamos a punto de desatar algo que podría cambiar todo —murmuró finalmente, sabiendo que estaban a punto de enfrentarse a un poder que desafiaba la comprensión humana.

El cielo sobre ellos se oscureció aún más, como si la noche hubiera decidido caer de golpe, y Drex supo que no había vuelta atrás. Lo que sea que estuviera ocurriendo en Pantiacolla, sería allí donde se libraría la verdadera batalla.

Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”

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