El Cazador de Almas Perdidas – Creepypasta 8
El Mercado de los Condenados
Llegada al Mercado Paranormal
Drex Holcux había oído hablar del Mercado Paranormal de Cusco desde hacía mucho tiempo, pero nunca había tenido la oportunidad de visitarlo hasta ahora. Situado en el corazón de la ciudad, el mercado estaba escondido a plena vista, oculto tras la fachada de dos manzanas de casas residenciales. A simple vista, el lugar parecía ser un barrio común y corriente, con edificios antiguos y calles empedradas que no llamaban demasiado la atención.
Pero Drex sabía que las apariencias engañaban. Había oído rumores sobre este lugar: un centro comercial donde lo paranormal se entrelazaba con el mundo humano, un lugar donde se podía encontrar cualquier cosa, desde amuletos antiguos hasta artefactos mágicos de incalculable poder.
Drex caminó por la calle principal del barrio, notando pequeños detalles que otros podrían pasar por alto: una puerta que parecía demasiado antigua para el edificio, un símbolo esculpido en la esquina de una pared, o el extraño silencio que envolvía la zona. Cuando llegó a una puerta de madera decorada con runas apenas visibles, supo que había encontrado la entrada.
Empujó la puerta y cruzó el umbral, dejando atrás el mundo humano y entrando en el Mercado Paranormal.
Dentro del Mercado Paranormal
El interior del mercado era un laberinto de tiendas y pasillos, todos iluminados por una luz suave que parecía emanar de las paredes mismas. Aquí, los límites entre lo sobrenatural y lo cotidiano se difuminaban. Criaturas de todo tipo deambulaban por los pasillos, desde vampiros elegantes hasta demonios menores, todos comerciando y socializando como si estuvieran en cualquier mercado común.
Drex se movía con facilidad entre la multitud, manteniendo un perfil bajo mientras exploraba las tiendas. Sabía que aquí podía encontrar lo que necesitaba, pero también sabía que debía ser cauteloso; en un lugar como este, no todos los comerciantes eran confiables.
Su primer destino era una tienda de municiones especiales que recordaba de sus conversaciones con Auxplex. Sabía que su pistola necesitaba ser reabastecida con balas hechas específicamente para enfrentar a criaturas sobrenaturales, y este mercado era uno de los pocos lugares donde podía encontrar lo que necesitaba.
Entró en una pequeña tienda que parecía más una armería antigua que un comercio moderno. Las paredes estaban cubiertas de armas de todo tipo, desde espadas encantadas hasta pistolas con grabados rúnicos. El propietario, un hombre de aspecto severo con ojos de un tono verde pálido, lo recibió con una inclinación de cabeza.
—¿Qué necesitas, cazador? —preguntó el propietario, con una voz que parecía raspar el aire.
—Municiones para mi pistola —respondió Drex, sacando su arma y colocándola sobre el mostrador—. Algo que funcione contra vampiros, licántropos y demonios menores.
El propietario examinó la pistola con cuidado antes de asentar con la cabeza.
—Tengo lo que necesitas. Pero no será barato.
Drex no se inmutó. Había recibido una paga generosa en su último trabajo, y estaba dispuesto a gastar lo necesario para asegurar que su arma estuviera completamente equipada. Tras una breve negociación, el propietario le entregó varias cajas de balas, cada una con un brillo distinto que indicaba su propósito específico.
—Esto debería bastar —dijo Drex, guardando las municiones en su chaqueta—. Gracias.
El propietario asintió, sin más palabras, y Drex salió de la tienda, listo para continuar su exploración.
La Búsqueda de la Escama de Dragón
Mientras deambulaba por los pasillos del mercado, Drex permitió que sus instintos lo guiaran. Sabía que había algo más que necesitaba encontrar, algo que había estado buscando durante algún tiempo. Finalmente, se detuvo frente a una pequeña tienda de apariencia modesta, con una vitrina que mostraba una variedad de objetos extraños y antiguos.
Entró en la tienda y comenzó a inspeccionar los artículos en exhibición. Había amuletos, cristales, libros antiguos, pero fue un pequeño recipiente de cristal al fondo de la tienda lo que capturó su atención. Dentro del recipiente, descansaba una escama de dragón de un tono verdoso, brillando con una luz propia que parecía pulsar con cada respiración de Drex.
Sabía lo que era y lo que podía hacer. Las escamas de dragón eran extremadamente raras y poderosas, utilizadas en rituales antiguos y para la creación de armas encantadas. Había escuchado historias de su valor en todo el mundo, pero en Perú, estas escamas eran sorprendentemente accesibles en comparación con otros lugares como México, donde eran casi inalcanzables.
—¿Cuánto por la escama? —preguntó Drex, sabiendo que no podía marcharse sin ella.
El propietario, un anciano encorvado con ojos brillantes y astutos, lo miró con una sonrisa.
—Para ti, cazador, será un precio justo —respondió el anciano, mencionando una cifra que, aunque elevada, no era prohibitiva.
Drex asintió y pagó sin vacilar. Sabía que la escama sería útil, aunque todavía no era el momento de revelar su propósito. La guardó con sumo cuidado, asegurándose de que estuviera bien protegida en su chaqueta.
—Gracias —dijo Drex, inclinando la cabeza en señal de respeto antes de salir de la tienda.
Reflexiones en la Ciudad de Cusco
Con sus compras hechas, Drex salió del mercado y regresó a las calles de Cusco. La ciudad se sentía diferente después de su visita al mercado, como si el aire estuviera cargado con la energía de todo lo que había visto y experimentado. Caminó sin rumbo por las calles, permitiéndose un momento de reflexión mientras el sol comenzaba a ponerse.
Recordó el año que había pasado en la comunidad con Auxplex, un tiempo en el que había aprendido mucho sobre su propia naturaleza y las fuerzas que gobernaban el mundo sobrenatural. Fue Auxplex quien le dio el nombre de Drex, un nombre que significaba “guardián” en un dialecto antiguo. Ese año había sido una especie de renacimiento para él, un tiempo en el que había encontrado un propósito más allá de la venganza que lo había consumido al principio.
Sin embargo, sus pensamientos pronto se volvieron hacia Alexia, la mujer lobo que lo había transformado en lo que era. Hacía tres años que no sabía nada de ella, y aunque había intentado enterrarla en su memoria, siempre había una parte de él que se preguntaba qué había sido de ella. ¿Seguía viva? ¿Había encontrado paz, o seguía vagando por el mundo, tan perdida como él lo había estado alguna vez?
Drex suspiró, sabiendo que esas preguntas podrían nunca tener respuestas. Pero también sabía que su camino lo había llevado hasta aquí, y que no podía permitirse perderse en el pasado.
Finalmente, decidió que era hora de continuar su viaje. Cusco le había dado lo que necesitaba, pero sabía que no podía quedarse mucho tiempo en un solo lugar. Había otros misterios que resolver, otras cazas que completar, y él era un cazador por naturaleza.
Con la luna comenzando a elevarse sobre las montañas, Drex se dirigió a su camioneta, listo para partir hacia su próximo destino.
Gracias por acompañarnos en este viaje al terror. ¡Nos vemos en el próximo episodio!”
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