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En un pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivía un niño llamado Lucas. Lucas era un niño curioso y lleno de energía, siempre dispuesto a explorar y descubrir cosas nuevas. Sin embargo, había algo que a Lucas le costaba mucho: ser responsable. A menudo olvidaba sus tareas y compromisos, lo que le causaba problemas tanto en casa como en la escuela.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, Lucas encontró un sendero que nunca había visto antes. La curiosidad lo llevó a seguir el camino, que estaba bordeado de flores de colores brillantes y árboles altos que parecían tocar el cielo. Después de caminar un rato, Lucas llegó a un claro donde se encontraba un hermoso jardín. Las flores eran de colores tan vivos que parecían brillar bajo el sol, y en el centro del jardín había una fuente de agua cristalina que emitía un suave murmullo.

Lucas se acercó a la fuente y, para su sorpresa, una pequeña hada apareció entre las flores. “Hola, Lucas,” dijo el hada con una voz melodiosa. “Soy Lila, el hada guardiana de este jardín encantado. He estado observándote y sé que tienes un buen corazón, pero también sé que necesitas aprender a ser más responsable.”

Lucas, sorprendido pero emocionado, escuchó atentamente a Lila. “¿Cómo puedes ayudarme a ser más responsable?” preguntó.

Lila sonrió y agitó su varita mágica. “Te daré una misión especial,” dijo. “En este jardín, hay varias tareas que deben ser realizadas para mantenerlo hermoso y saludable. Si aceptas ayudarme y cumples con todas las tareas, aprenderás la importancia de la responsabilidad y ganarás la confianza de los demás.”

Lucas aceptó la misión con entusiasmo. Lila le entregó una lista de tareas que incluía regar las flores, recoger las hojas caídas y alimentar a los animales del jardín. “Recuerda, Lucas,” dijo Lila, “la clave para ganar la confianza de los demás es ser constante y cumplir con tus responsabilidades.”

Con la lista en mano, Lucas comenzó su primera tarea: regar las flores. Al principio, parecía una tarea sencilla, pero pronto se dio cuenta de que requería paciencia y dedicación. Cada flor necesitaba una cantidad específica de agua, y Lucas tuvo que aprender a medir y distribuir el agua correctamente. Aunque al principio cometió algunos errores, Lila estaba siempre cerca para guiarlo y animarlo.

A medida que pasaban los días, Lucas se fue acostumbrando a su nueva rutina. Empezó a disfrutar de las tareas y a sentir una gran satisfacción al ver el jardín florecer gracias a su esfuerzo. Poco a poco, Lucas comprendió que ser responsable no solo era importante para ganar la confianza de los demás, sino que también le hacía sentir bien consigo mismo.

Lucas continuó con sus tareas en el jardín encantado, cada día aprendiendo algo nuevo. Una mañana, mientras recogía las hojas caídas, notó que un grupo de mariposas de colores revoloteaba cerca de la fuente. Se acercó con cuidado para no asustarlas y observó cómo se posaban delicadamente sobre las flores. Lucas se dio cuenta de que las mariposas también formaban parte del equilibrio del jardín y que su presencia era un signo de que estaba haciendo un buen trabajo.

Lila, el hada guardiana, apareció de nuevo y le sonrió. “Lucas, veo que estás haciendo un gran esfuerzo. Las mariposas solo vienen cuando el jardín está en armonía. Esto significa que estás cumpliendo bien con tus responsabilidades.”

Lucas se sintió orgulloso de sí mismo, pero sabía que aún tenía mucho por aprender. Decidió que su próxima tarea sería alimentar a los animales del jardín. Había conejos, ardillas y pájaros que dependían de él para obtener su comida diaria. Lucas preparó pequeñas porciones de alimento y las distribuyó cuidadosamente en diferentes partes del jardín. Al principio, los animales eran tímidos y se escondían, pero con el tiempo, comenzaron a confiar en él y se acercaban sin miedo.

Un día, mientras alimentaba a los conejos, Lucas escuchó un ruido extraño. Siguiendo el sonido, encontró a un pequeño pájaro atrapado en una rama. Sin pensarlo dos veces, subió al árbol y liberó al pájaro con cuidado. El pájaro, agradecido, cantó una melodía alegre antes de volar libremente. Lila, que había observado todo desde lejos, se acercó y le dijo: “Lucas, hoy has demostrado que ser responsable también significa cuidar de los demás y estar dispuesto a ayudar cuando sea necesario.”

Lucas se dio cuenta de que cada tarea en el jardín no solo era una lección de responsabilidad, sino también una oportunidad para crecer y aprender. Empezó a notar cómo su actitud cambiaba no solo en el jardín, sino también en su vida diaria. En casa, comenzó a ayudar más a sus padres y a cumplir con sus deberes escolares sin que se lo recordaran. Sus maestros y compañeros de clase también notaron el cambio y comenzaron a confiar más en él.

Una tarde, mientras descansaba bajo un árbol después de un día de trabajo en el jardín, Lucas reflexionó sobre todo lo que había aprendido. Comprendió que la responsabilidad no era solo una tarea, sino una forma de vida. Se sintió agradecido por la oportunidad que Lila le había dado y decidió que siempre trataría de ser responsable en todo lo que hiciera.

Lila apareció una vez más y le dijo: “Lucas, has aprendido mucho en este tiempo. Estoy muy orgullosa de ti. Recuerda siempre que la responsabilidad es la clave para ganar la confianza de los demás y para sentirte bien contigo mismo.”

Lucas sonrió y asintió. Sabía que su aventura en el jardín encantado había sido solo el comienzo de un viaje mucho más grande. Estaba listo para enfrentar cualquier desafío con responsabilidad y confianza.

Un día, mientras Lucas realizaba sus tareas en el jardín encantado, Lila se le acercó con una expresión seria pero amable. “Lucas,” dijo, “has hecho un gran trabajo hasta ahora, pero hoy tengo una tarea especial para ti. Necesito que cuides de un pequeño conejo que está herido. Es una responsabilidad muy grande, pero confío en que puedes hacerlo.”

Lucas sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. Nunca antes había cuidado de un animal herido, pero la confianza de Lila le dio valor. “¡Claro, Lila! Haré todo lo posible para ayudar al conejo,” respondió con determinación.

Lila llevó a Lucas a una pequeña cueva en el jardín donde el conejo descansaba sobre un lecho de hojas suaves. Tenía una pata vendada y parecía asustado. “Este es Copito,” dijo Lila. “Necesita que le des de comer, le cambies las vendas y le hagas compañía para que no se sienta solo.”

Lucas se arrodilló junto a Copito y le habló en voz baja y calmada. “Hola, Copito. Soy Lucas y voy a cuidarte hasta que te sientas mejor.” El conejo lo miró con ojos grandes y brillantes, y Lucas sintió una ola de responsabilidad y cariño por el pequeño animal.

Durante los siguientes días, Lucas se dedicó a cuidar de Copito con esmero. Le daba zanahorias frescas y agua, y cada mañana y noche cambiaba sus vendas con mucho cuidado. Al principio, Copito estaba muy asustado y no quería comer, pero Lucas no se dio por vencido. Con paciencia y cariño, logró que el conejo empezara a confiar en él.

Una tarde, mientras Lucas cambiaba las vendas de Copito, notó que la herida estaba sanando bien. “¡Mira, Copito! Estás mejorando,” dijo con una sonrisa. El conejo movió las orejas y se acurrucó más cerca de Lucas, como agradeciéndole por su cuidado.

Lila observaba desde la distancia, satisfecha con el progreso de Lucas. Sabía que cuidar de Copito no solo estaba ayudando al conejo, sino también enseñando a Lucas una valiosa lección sobre la responsabilidad y el cuidado de los demás.

Un día, mientras Lucas y Copito jugaban en el jardín, Lila se acercó y dijo: “Lucas, estoy muy orgullosa de ti. Has demostrado ser responsable y cuidadoso. Copito está casi completamente recuperado gracias a ti.”

Lucas sintió una gran satisfacción y orgullo. “Gracias, Lila. Cuidar de Copito me ha enseñado mucho. Ahora entiendo que ser responsable no solo es hacer tareas, sino también cuidar de los demás y ganarse su confianza.”

Lila sonrió y asintió. “Exactamente, Lucas. La responsabilidad es una cualidad que te ayudará en todos los aspectos de tu vida. Sigue así y verás cómo ganarás la confianza y el respeto de todos a tu alrededor.”

Lucas abrazó a Copito y miró a Lila con gratitud. Sabía que esta experiencia había cambiado su vida para siempre y estaba decidido a seguir siendo responsable en todo lo que hiciera.

Con el tiempo, la noticia de la dedicación de Lucas hacia Copito se extendió por todo el jardín encantado. Los animales y las plantas parecían más vivos y felices, y todo el jardín florecía como nunca antes. Sin embargo, un día, Lila se acercó a Lucas con una expresión preocupada.

“Lucas,” dijo Lila, “hay algo que necesito que sepas. El jardín encantado está en peligro. Un grupo de duendes traviesos ha estado causando problemas y necesitamos tu ayuda para protegerlo.”

Lucas sintió un nudo en el estómago. La responsabilidad de cuidar de Copito ya había sido un gran desafío, pero ahora tenía que enfrentarse a algo aún más grande. Sin embargo, recordó las palabras de Lila sobre la importancia de la responsabilidad y la confianza. “Haré lo que sea necesario para proteger el jardín,” respondió con determinación.

Lila le explicó que los duendes traviesos estaban robando las semillas mágicas que mantenían el jardín floreciente. Sin esas semillas, el jardín perdería su magia y se marchitaría. “Necesitamos que vigiles el jardín durante la noche y asegures que las semillas estén a salvo,” dijo Lila.

Esa noche, Lucas se preparó para su nueva misión. Se armó con una linterna y una pequeña red, y se escondió detrás de un arbusto cerca del lugar donde se guardaban las semillas mágicas. El jardín estaba en silencio, y la luna brillaba intensamente en el cielo.

Pasaron varias horas y Lucas comenzó a sentir el cansancio. Sin embargo, se mantuvo alerta, recordando la importancia de su tarea. De repente, escuchó un ruido suave y vio unas sombras moviéndose cerca de las semillas. Eran los duendes traviesos.

Con el corazón latiendo rápidamente, Lucas salió de su escondite y encendió la linterna. “¡Alto! ¡No se lleven las semillas!” gritó. Los duendes, sorprendidos, intentaron escapar, pero Lucas fue rápido y logró atraparlos con su red.

Los duendes, al verse atrapados, comenzaron a llorar y a pedir disculpas. “No queríamos causar problemas,” dijeron. “Solo queríamos un poco de la magia del jardín para nuestro hogar.”

Lucas, aunque enojado, sintió compasión por los duendes. “Entiendo que quieran la magia, pero robar no es la solución. Si necesitan ayuda, pueden pedirla en lugar de causar problemas,” dijo con firmeza, pero con amabilidad.

Lila apareció en ese momento y, al ver la situación, sonrió con orgullo. “Lucas, has manejado esto de manera admirable. Has demostrado que ser responsable también implica ser justo y compasivo.”

Los duendes prometieron no volver a causar problemas y, en cambio, ofrecieron su ayuda para proteger el jardín. Lucas aceptó su oferta y juntos, trabajaron para asegurar que las semillas mágicas estuvieran a salvo.

Con el tiempo, los duendes se convirtieron en valiosos aliados y el jardín encantado floreció aún más. Lucas aprendió que la responsabilidad no solo se trata de cumplir con las tareas, sino también de tomar decisiones justas y compasivas.

Lila, viendo el crecimiento de Lucas, le dijo: “Has demostrado ser un verdadero guardián del jardín, Lucas. Tu responsabilidad y compasión han ganado la confianza de todos aquí.”

Lucas sonrió, sintiéndose más seguro y confiado que nunca. Sabía que, sin importar los desafíos que enfrentara, siempre podría contar con su sentido de responsabilidad para guiarlo. Y así, el jardín encantado continuó siendo un lugar de magia y belleza, gracias al esfuerzo y dedicación de Lucas y sus nuevos amigos.

Con el jardín encantado a salvo y los duendes ahora como aliados, Lucas se sentía más seguro y confiado que nunca. Cada día, al despertar, se dirigía al jardín con una sonrisa, sabiendo que su responsabilidad y dedicación habían hecho una gran diferencia. Los animales y las plantas lo recibían con alegría, y Copito, el conejo que había cuidado, siempre estaba a su lado, como un fiel compañero.

Un día, mientras Lucas regaba las flores, Lila se le acercó con una expresión de orgullo y satisfacción. “Lucas,” dijo, “has demostrado ser un verdadero guardián del jardín. Tu responsabilidad y compasión han ganado la confianza de todos aquí. Pero hay algo más que quiero mostrarte.”

Intrigado, Lucas siguió a Lila hasta el corazón del jardín, donde nunca antes había estado. Allí, en medio de un círculo de árboles antiguos, había una fuente de agua cristalina que brillaba con una luz mágica. “Esta es la Fuente de la Sabiduría,” explicó Lila. “Solo aquellos que han demostrado verdadera responsabilidad y cuidado pueden acceder a su poder.”

Lucas miró la fuente con asombro. “¿Qué hace esta fuente?” preguntó.

Lila sonrió. “La Fuente de la Sabiduría tiene el poder de conceder un deseo a aquellos que han demostrado ser dignos. Pero recuerda, Lucas, con gran poder viene una gran responsabilidad. Debes usar este deseo sabiamente.”

Lucas pensó en todo lo que había aprendido y en cómo había cambiado desde que comenzó su misión en el jardín. Sabía que tenía que usar su deseo para algo que beneficiara a todos. “Deseo que el jardín encantado siempre esté protegido y que todos los que vivan aquí sean felices y saludables,” dijo con determinación.

La fuente brilló intensamente y una ola de energía mágica se extendió por todo el jardín. Los árboles parecían más altos, las flores más brillantes y los animales más felices. Lila sonrió con orgullo. “Has hecho un deseo sabio, Lucas. Gracias a ti, el jardín encantado estará protegido para siempre.”

Lucas sintió una gran satisfacción y orgullo. Sabía que había tomado la decisión correcta. “Gracias, Lila. Todo lo que he aprendido aquí me ha enseñado el verdadero significado de la responsabilidad.”

Lila asintió. “La responsabilidad es una cualidad que te ayudará en todos los aspectos de tu vida, Lucas. Has demostrado que puedes ser confiable y cuidadoso, y eso te llevará lejos.”

Con el tiempo, la noticia del deseo de Lucas se extendió por todo el pueblo. Los habitantes comenzaron a notar el cambio en Lucas y a confiar más en él. Sus maestros y compañeros de clase lo veían como un ejemplo a seguir, y sus padres estaban orgullosos de su transformación.

Un día, mientras Lucas caminaba por el pueblo, se encontró con un grupo de niños que jugaban cerca de un arroyo. Uno de los niños, llamado Mateo, se acercó a Lucas y le dijo: “Lucas, he escuchado lo que hiciste en el jardín encantado. ¿Podrías enseñarnos a ser responsables como tú?”

Lucas sonrió y asintió. “Claro, Mateo. La responsabilidad es algo que todos podemos aprender. Se trata de cuidar de los demás y de hacer lo correcto, incluso cuando es difícil.”

Lucas pasó la tarde enseñando a los niños sobre la importancia de la responsabilidad y cómo podían aplicarla en sus vidas diarias. Les mostró cómo cuidar del medio ambiente, ayudar a sus familias y ser buenos amigos. Los niños escuchaban con atención y admiración, inspirados por el ejemplo de Lucas.

Al final del día, Lucas se despidió de los niños y regresó al jardín encantado. Sabía que su misión no había terminado, pero estaba listo para enfrentar cualquier desafío con responsabilidad y confianza. Lila lo esperaba en la entrada del jardín, y al verlo, le dijo: “Lucas, has hecho un gran trabajo. Estoy muy orgullosa de ti.”

Lucas sonrió, sintiéndose más seguro y confiado que nunca. Sabía que, sin importar los desafíos que enfrentara, siempre podría contar con su sentido de responsabilidad para guiarlo. Y así, el jardín encantado continuó siendo un lugar de magia y belleza, gracias al esfuerzo y dedicación de Lucas y sus nuevos amigos.

Con el jardín encantado floreciendo y la confianza de los habitantes del pueblo en aumento, Lucas se sentía más seguro y feliz que nunca. Cada día, al despertar, se dirigía al jardín con una sonrisa, sabiendo que su responsabilidad y dedicación habían hecho una gran diferencia. Los animales y las plantas lo recibían con alegría, y Copito, el conejo que había cuidado, siempre estaba a su lado, como un fiel compañero.

Un día, mientras Lucas regaba las flores, Lila se le acercó con una expresión de orgullo y satisfacción. “Lucas,” dijo, “has demostrado ser un verdadero guardián del jardín. Tu responsabilidad y compasión han ganado la confianza de todos aquí. Pero hay algo más que quiero mostrarte.”

Intrigado, Lucas siguió a Lila hasta el corazón del jardín, donde nunca antes había estado. Allí, en medio de un círculo de árboles antiguos, había una fuente de agua cristalina que brillaba con una luz mágica. “Esta es la Fuente de la Sabiduría,” explicó Lila. “Solo aquellos que han demostrado verdadera responsabilidad y cuidado pueden acceder a su poder.”

Lucas miró la fuente con asombro. “¿Qué hace esta fuente?” preguntó.

Lila sonrió. “La Fuente de la Sabiduría tiene el poder de conceder un deseo a aquellos que han demostrado ser dignos. Pero recuerda, Lucas, con gran poder viene una gran responsabilidad. Debes usar este deseo sabiamente.”

Lucas pensó en todo lo que había aprendido y en cómo había cambiado desde que comenzó su misión en el jardín. Sabía que tenía que usar su deseo para algo que beneficiara a todos. “Deseo que el jardín encantado siempre esté protegido y que todos los que vivan aquí sean felices y saludables,” dijo con determinación.

La fuente brilló intensamente y una ola de energía mágica se extendió por todo el jardín. Los árboles parecían más altos, las flores más brillantes y los animales más felices. Lila sonrió con orgullo. “Has hecho un deseo sabio, Lucas. Gracias a ti, el jardín encantado estará protegido para siempre.”

Lucas sintió una gran satisfacción y orgullo. Sabía que había tomado la decisión correcta. “Gracias, Lila. Todo lo que he aprendido aquí me ha enseñado el verdadero significado de la responsabilidad.”

Lila asintió. “La responsabilidad es una cualidad que te ayudará en todos los aspectos de tu vida, Lucas. Has demostrado que puedes ser confiable y cuidadoso, y eso te llevará lejos.”

Con el tiempo, la noticia del deseo de Lucas se extendió por todo el pueblo. Los habitantes comenzaron a notar el cambio en Lucas y a confiar más en él. Sus maestros y compañeros de clase lo veían como un ejemplo a seguir, y sus padres estaban orgullosos de su transformación.

Un día, mientras Lucas caminaba por el pueblo, se encontró con un grupo de niños que jugaban cerca de un arroyo. Uno de los niños, llamado Mateo, se acercó a Lucas y le dijo: “Lucas, he escuchado lo que hiciste en el jardín encantado. ¿Podrías enseñarnos a ser responsables como tú?”

Lucas sonrió y asintió. “Claro, Mateo. La responsabilidad es algo que todos podemos aprender. Se trata de cuidar de los demás y de hacer lo correcto, incluso cuando es difícil.”

Lucas pasó la tarde enseñando a los niños sobre la importancia de la responsabilidad y cómo podían aplicarla en sus vidas diarias. Les mostró cómo cuidar del medio ambiente, ayudar a sus familias y ser buenos amigos. Los niños escuchaban con atención y admiración, inspirados por el ejemplo de Lucas.

Al final del día, Lucas se despidió de los niños y regresó al jardín encantado. Sabía que su misión no había terminado, pero estaba listo para enfrentar cualquier desafío con responsabilidad y confianza. Lila lo esperaba en la entrada del jardín, y al verlo, le dijo: “Lucas, has hecho un gran trabajo. Estoy muy orgullosa de ti.”

Lucas sonrió, sintiéndose más seguro y confiado que nunca. Sabía que, sin importar los desafíos que enfrentara, siempre podría contar con su sentido de responsabilidad para guiarlo. Y así, el jardín encantado continuó siendo un lugar de magia y belleza, gracias al esfuerzo y dedicación de Lucas y sus nuevos amigos.

La moraleja de esta historia es que ser responsable es fundamental para ganar la confianza de los demás.

Y colorín colorín, este cuento llego a su fin. bueno mis amables oyentes. ¡hasta muy pronto! CON UN NUEVO CUENTO CON MORALEJA.

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